No sabía que pasaba en clase todo estaba muy
callado para ser viernes, todo era extraño; el maestro de matemáticas estaba
hablando, de cosas que como siempre, no comprendía, hasta que alguien toco la
puerta del salón.
-Disculpe, ¿Quién es usted y qué hace aquí
joven?- dijo el maestro que acababa de abrir la puerta.
-Vengo a ver a Lola -decía la voz de un chico
mayor, que me parecía conocida… ¡era Danniel!
-¡Cristo redentor! -grite.
-Señorita Ferro no haga escándalos y venga a
atender al joven.
Estaba helada, caminaba a pasos cortos
mientras todos me observaban, sentía como me faltaba la respiración y comencé a
sudar, hasta que por fin llegue a la puerta y lo vi a él, con esa sonrisa que
me mataba.
-Hola Lola ¿cómo estas?- decía el mientras
sonreía como siempre.
-M…m…mu…muy bien ¿y tú?- dije nerviosa por la
visita de Danniel.
-Muy bien, gracias, ¿sabes? He estado
pensando en algunas cosas que quería decirte desde hace algún tiempo.
-Q…q..Qué cosas Danniel- decía yo muriendo de
los nervios.
-Bueno, que eres la más ilusa, tonta,
infantil y estúpida niña que conozco -decía soltando una carcajada macabra
–realmente eres así y más por pensar que alguien como yo, le daría la
oportunidad a una niña, que no sabe ni hablar- dijo antes de seguir riendo.
De pronto el profesor, y mis compañeros,
incluso Demian y Valeria, comenzaron a reír a la par, realmente quería morir,
todos se acercaban y me rodeaban mientras lloraba y gritaba, que pararan.
-¡Basta!- Gritaba, dando un salto de la cama.
Me di cuenta de que solo fue una pesadilla,
una horrible pesadilla, y aun me encontraba en mi habitación, y si aun no he
tenido algún contacto tan horrible con Danniel, vi el reloj eran las 3:10 de la
mañana, aun faltaba mucho para comenzar la escuela, mejor que regresara a
dormir, era viernes no sabia que me deparaba, aunque no era la adolescente con
la vida nocturna más activa, pero de vez en cuando me gustaba salir. Volví a
dormir, sin pensar en esa horrible pesadilla.
Ya casi agarraba a puñetazos a Danniel, 100% real.
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