sábado, 30 de agosto de 2014

Capítulo LXXVIII

Salí de mi casa, con unos veinte minutos de anticipación, fui directo al parque y me senté en una banca, el clima era agradable, así que me puse ropa cómoda, un short de mezclilla y una playera verde, cubierta por una delgada sudadera blanca, los converse rojos de siempre y mi cabello atrapado en una trenza.
-¿Por qué siempre soy tan puntual?- me reclame en voz alta.
Un poco a lo lejos, vi a un señor con unos pajaritos, estaban en sus jaulas, lo había visto antes, desde la ventana de mi habitación, al parecer era una forma de “ver tu futuro”.
Qué demonios, no tengo nada que perder, sólo tiempo y eso me sobra por el momento.
Había gente alrededor, habían mujeres, niños, adolescentes, todos asombrados por las hazañas del pequeño periquito, al parecer se balanceaba y subía por los hombros de una chica.
-¡Acérquese- clamaba aquí hombre –joven, señorita, todos!
Me acercaba cada vez más a ese tumulto de gente, el hombre me vio y gritó:
-Pásele güerita, pásele y vea que le quiere decir el futuro.
Me señale a mi misma, como cuestionando al señor.
-Sí, usted, güerita- dijo, reafirmando mi suposición.
Me acerque a aquel hombre, parecía un señor común y corriente, no era muy alto, llevaba unos jeans deslavados, un suéter rojo, a pesar del calor, era moreno y llevaba bigote.
El hombre abrió la jaula y el periquito se acerco a mi, subió por mi hombro y bajo de nuevo, había tres especies de charolitas, tomo un papelito y me la dio.
Abrí la pequeña nota:
“El amor esta más cerca de lo que crees”
Tal vez era muy acertada, tal vez era otra prueba más de que debía estar con Mateo.
Sonreí al señor y deje unas monedas, este me sonrió, mostrando una sonrisa amarillenta, pero mas que nada, de agradecimiento.
¿Ese pequeño perico tendría razón?, ¿se referiría a Mateo?, a quien más, todo indicaba que él era al que le gustaba, no a Danniel, él tenia a su amiga, que estaba buenísima.
Me tire en una de las bancas de aquel parque y solté un gran suspiro.
-Te deberían cambiar el nombre de Lola, a “la chica de los suspiros”- era Mateo, Mateo que aparecía con una sonrisa en su rostro.
-Eres tú- sonreí.
-Soy yo- se sentó a mi lado –¿Por qué el suspiro?
Le pase la nota, él la tomo, sentí sus dedos, suaves, no pude evitar estremecerme, sentir su tacto tenia ese efecto. Voltee a verlo, no había notado hasta ahora, que había cambiado el adorno de su oreja, ahora siendo, un circulo azul.
-Tal vez estas cosas tengan razón- sonrió. –Creo que deberías guardarlo y comprobar si estas cosas son ciertas o no- me dio el papel, de nuevo pude sentir su tacto, guarde aquel pedazo de papel en mi cartera.
Me reí un poco, tal vez una risa nerviosa, por haber notado la obviedad de aquella indirecta, que había parecido mas bien directa.
-Por cierto, bonito arete.
-Gracias, creí que nadie lo notaría- hubo silencio un momento. Hasta que dijo: –Demonios… creí que nadie lo notaría.
-¿Qué tiene que lo haya notado?
-Que nunca tendré un alter ego- dijo con decepción –pensaba que me podría poner algo como Matias Montaña, y volverme súper famoso, a Hannah Montana le funciono y ella solo usaba una peluca.
-Perdón, por haber arruinado tus planes- hice una pausa. –Pero tú sabes, siempre puedes ser huérfano y salvar a Ciudad Gótica.
-Pero no soy millonario, demonios, siempre hay algo que arruina mis planes- hizo un puchero. –Creo que necesito un abrazo- se levanto y abrió los brazos.
Me levante y lo rodee con mis brazos, él me atrapo en los suyos; inspire todo su aroma, sentí su calor recorrer mi cuerpo y como sus manos acariciaban mi espalda.
-¿Nos vamos?

Asentí con la cabeza, nos separamos y me tomo de la mano. Corrimos juntos hasta su camioneta, nada ni nadie, podría arruinar nuestra tarde juntos.

sábado, 23 de agosto de 2014

Capítulo LXXVII

Después de haber pasado varios ratos incomodos regrese a mi casa, el padre de Demian fue muy amable en llevarme a casa a mi y a mi bicicleta.
Tome la perilla de la puerta principal, la gire y entre a la casa, sólo para ser recibida por calor y un delicioso aroma, que indicaba que mi mamá estaba cocinando algo, no sólo lo intuí por el aroma, también por la música que sonaba “Chocolate” de Jesse & Joy.
-Lola ¿Eres tú?- grito mi madre desde la cocina.
-No, soy Lady Gaga.
-Muy bien, entonces no te interesa el paquete que llego hace rato.
¿Paquete? ¿para mi?, no había ordenado nada, tampoco sabia que alguien me había enviado algo, pensando que mi abuela lo único que me da es dinero, en mi cumpleaños. Corrí directo a la cocina.
-¿Qué es?- pregunte curiosa, a mi madre, que estaba con su delantal y unos guantes de cocina.
-Nada que a Lady Gaga le interese.
Reí, mas que ser una risa causada por su (mal) chiste, era una risa sarcástica.
Mi madre prosiguió
-No sé que sea, no lo he abierto, lo deje en la mesa.
Me dirigí a la mesa, en efecto ahí estaba, una caja envuelta en un papel de color morado, no parecía un paquete de los que te mandaban por correo, parecía más un trabajo casero, de esos que tú mismo entregas como regalo, o de esos que dejas en la puerta de alguien, esperando a que sea encontrado por la persona correcta. Tomé rápido el paquete y subí a mi habitación, antes de proceder a realizar cualquier otra acción me cambie la ropa que aun seguía húmeda después de la lluvia.
Tome el paquete, no era muy grande, cabía fácilmente en la palma de mi mano, lo pase varias veces por mis dedos, hasta que note la pequeña nota que tenia colgando. “Para Lola” era lo que la pequeña nota colgante decía.
Removí el papel, de la forma menos cuidadosa posible, era una caja, una cajita blanca. Abrí la cajita, un collar… morado, era lo que había dentro de esa pequeña caja, el tono de morado era similar a los tonos que tenia el espejo.
Deje caer la caja sobre la cama y me di cuenta de que había otra nota, un pequeño trozo de papel doblado. Tome la nota y lo desdoble y con atención comencé a leer el contenido de esta: “¿Saldrías conmigo?, te veo mañana a la una en el puesto de helados. Mateo”.
Pasé los dedos varias veces por el escrito, sentí la escritura de Mateo, la sensación era la de una descarga eléctrica, y esa descarga despertaba de nuevo mis dudas, ¿debía seguir el consejo de Demian y quedarme con Mateo?
Me tumbe de nuevo en la cama y me cubrí el rostro, ¿por qué tengo que pasar por tanto drama?, solo tengo 14, según los libros, las películas, las telenovelas e internet, todo esto me debería pasar hasta los dieciséis, cuando tuviera un cuerpo escultural y todos murieran por mi, cuando fuera la más popular de la preparatoria y todas me envidiaran, por tener pechos grandes y ser la porrista más popular.
-¡Lola!- gritó mi madre desde abajo.
-¿Qué paso?- grité desde mi habitación.
-¡Baja, ahora mismo señorita!
Se me helo la sangre, ¿Sofía pudo haberles contado de mi beso con Mateo?, o ¿qué tal si me vieron darle un beso a Danniel? ¿O que tal si pasaron ambas?
No me quería imaginar, que podría pasar, tal vez me mandarían a un convento, me pondrían cinturón de castidad o me castigarían hasta los treinta.
Di un gran respiro, salí de mi habitación y baje lentamente por las escaleras.
-Tranquila Lola, no ha pasado nada malo- me dije a mi misma para reconfortarme a mi misma.
Mis padres, estaban en la sala, con aspecto serio, ambos con una cara que no podía descifrar, tal vez me han descubierto. Mi hermana estaba con ellos. Pequeña traidora.
-¿Qué paso?- pregunté con cierto tono de preocupación.
-Me puedes explicar ¿qué es esto?- dijo señalando al suelo.
-¿Qué?- no entendía a que se referían.
-Esto- señalo del nuevo al piso, eran huellas, huellas de lodo, mis huellas.
-Es sólo eso- sonreí y solte un gran suspiro.
-¡Sólo es eso!- reclamo casí gritando. –Estaba limpio y…
-Tranquila- interrumpí –yo lo limpio- dije con una sonrisa.
Después de limpiar, vino la parte de la comida, con la parte de la comida, vino el postre. Podría comer los pasteles y galletas que mi madre prepara, claro que después de eso tendría obesidad mórbida, pero ¿a quién le importa?
Subí a mi habitación, la comida me había dejado agotada, me pasó lo que creía imposible, no creía que fuera posible cansarse de comer.
Me tire a la cama, tome mi laptop y la encendí, tome el control de la televisión y la encendí mientras aparecía el logo del sistema operativo, introduje mi contraseña y voilà. Entre a Facebook, había estado un poco alejada de aquella red social.
Había pocas cosas que llamaran mi atención, compañeros tomándose fotos frente al espejo con cámaras de veinte mil pesos, huecos publicando frases usadísimas, creyendo que con eso nos conquistaran, compañeras subiendo fotos con escotes, sin importar que apenas y tuvieran busto.
No había nada que llamara mi atención, estaba a punto de cerrar la laptop cuando noté algo que si capto mi atención, fotos, fotos de Danniel con Tatiana, hubo algo en mi, como si estrujaran mi corazón, estaban abrazados, felices, tomando, el besando su mejilla… ahí había algo. Lo noté aun más cuando vi la publicación de Tatiana en el muro de Danniel: “Te amo mi Dannielito”

Era suficiente, cerré la laptop y me recosté. Tal vez Demian tiene razón, tal vez era Mateo… Mateo, definitivamente, y con él me esperaba un gran día.

sábado, 16 de agosto de 2014

Capítulo LXXVI

Caminamos en silencio por ahí, era una especie de silencio incomodo, no sabia como romper el silencio, ni que hacer o que decir, era sólo una situación incomoda, vaya que tengo el don de ser inoportuna.
-Y bien-  Demian rompió el silencio –¿Qué quieres hacer?
-Lo que sea- dije sin animo.
-A ti te pasa algo.
-No…- me detuve –bueno, sí.
Encontramos una heladería cerca, entramos y nos sentamos por ahí. Le conté todo lo que había pasado, mientras yo jugueteaba con el helado, sin siquiera probarlo, el chico escuchaba atentamente sin perder hilo de lo que estaba diciendo. Hable de todo… de casi todo, incluí, la parte donde Mateo me llevo a patinar (excluyendo que era un fumadero) y mi salida con Danniel (excluyendo la parte del cementerio y su madre).
-Vaya…- dijo sorprendido. –¿Cómo por qué no me entere antes de esto?
-Porque…- la verdad es que no tenía una buena razón. –… no sé.
-Yo sí sé- contesto tranquilo el chico. –No tengo vagina y no me llamo Valeria.
-Vamos… te estuve llamando.
-Me robaron el celular, claro que lo sabrías, si fueras buena amiga.
-¿Insinúas que soy una mala amiga?
-No, simplemente que no me has visto, tanto como a Vale.
-¡Oye!- me ofendí un poco –igual te iba a contar.
-Claro- se llevo una cuchara de helado a la boca. –Por Dios, este helado es terrible.
-¿Por qué crees que solo estoy jugando con él?
-Vámonos de aquí.
Nos levantamos y pagamos antes de salir, dimos unas vueltas sin rumbo fijo por un instante, el clima empeoraba se estaba nublando el cielo.
-¿Estas enojado conmigo?
El chico soltó un suspiro.
-No, no podría enojarme con una de mis mejores amigas- sonrió, mostrando unos brackets de colores. –Entonces, con quién te vas a quedar ¿Con Mateo o con Danniel?
-¿Cómo que con quién me voy a quedar?
-Pues sí, por lo que me dijiste, al menos a Mateo le interesas, y al parecer Danniel ya te notó.
-No sé- gracias a Demian la batalla en mi cabeza se intensificaba.
-¿Qué te guste de Mateo?- pregunto el chico.
Suspire y sonreí, una sonrisa muy tonta, que sólo muestras cuando sabes que te has enamorado… ¿estaba enamorada? ¿Estaba enamorada de Danniel o de Mateo? ¿Quién me gustaba más?
-Que es él, quiero decir que no se comporta como alguien más, no busca llamar la atención- la imagen de Mateo sonriendo apareció en mi cabeza. –No es como esos chicos que se roban frases de internet, no es como esos que usan las frases mil veces, creyendo que es lo que una chica quiere oír.
-¿Y de Danniel?
-Él, es- no había forma de explicarlo, me sentía mas conectada a él, desde el día anterior, desde que me entere de su secreto –él, quiero decir, es tan listo, su tranquilidad me encanta, es tan fuerte… no sé, los dos me gustan.
-Yo me quedaría con el segundo- comenzó el chico muy sereno –hay un dicho que dice: “si estas enamorado de dos personas, quédate con la segunda, porque si realmente estuvieras enamorado de la primera, no te hubieras enamorado de la segunda”.
-Ese es el problema, no sé si estoy enamorada.
-¡Ay Lola!, ni tu sola te entiendes.
Un relámpago ilumino el cielo, y un trueno estremeció el suelo, la lluvia comenzó a caer, fría, refrescante. Salimos corriendo; como si alguien hubiera contado un chiste, comencé a reír.
-¿Siempre tiene que llover cuando estamos solos?- pregunté divertida.
-Eso parece- sonrió, una sonrisa metálica apareció en su boca.
Llegamos a su casa, empapados, dentro de esta la temperatura era agradable. Nos quitamos los zapatos, no queríamos ensuciar nada, aunque ya habíamos dejado un significativo rastro de agua.
Demian se movió de habitación, buscando algo o mas bien a alguien, sus padres.
-¡Mamá!, ¡Papá!- gritó el chico. –¿Hay alguien?
-Ya, ya- dijo el padre de Demian bajando por las escaleras. –Por Dios, ¿ya viste como vienes?
El padre de Demian siempre me había parecido estricto, rígido y frio, nunca lo había visto sonreír o reír, Andrés García, un hombre de treinta años (que ni siquiera los aparentaba), siempre vestido formal, se veía imponente con ese metro noventa y el físico de una persona que iba constantemente al gimnasio.
-¿Mojado?- dijo Demian.
-¡Sí!, ¿no puedes tener más cuidado?
-No pedrisco el clima…- el chico se quedo frio, al parecer no quería decir nada.

Era uno de esos momentos incomodos, al parecer al cosmos le gustaba que me viera en esas situaciones en ese día. Gracias, gracias al ser divino que se encarga de meterme en estas situaciones, no sabe cuan agradecida estoy.

sábado, 9 de agosto de 2014

Capítulo LXXV

-Lola, despierta- escuche una voz llamarme suavemente. –Lola… Lola… ¡Lola despierta son casi las once de la mañana!
Abrí los ojos, me costo un poco de trabajo adaptarme a la luz. Me incorpore y me frote los ojos.
-Sabes, las madres normales suelen despertar a sus hijas, con un beso o una frase dulce.
-Las madres normales, tienen hijas normales- contesto. –Que además no se duermen vestidas y se meten a las sabanas.
-Detalles- sonreí.
-¿Qué planeas hacer hoy?
-Nada, supongo que ver reality shows de adolescentes que tienen hijos y no los pueden cuidar por su drogadicción… o uno de gente estúpida en la playa y también esta ese de las supermodelos.
-Que bueno que tengo una hija productiva.
-Lo sé, tus amigas deben de envidiarte, yo lo haría.
-¿No verás a tus amigos?
-Mis únicos dos amigos… uno esta inmerso en sus libros y la otra va directo a la salvación.
-¿Qué hay de Mateo?
-¿Cómo que qué hay con Mateo?
-¿No son amigos?
-Sí- me puse un poco nerviosa. –Pero Vale y Demian son mis amigos de toda la vida.
-De la mitad de tu vida- corrigió.
Me levante de la cama y fui por una toalla a mi closet.
Entre al baño y me quite todo, arroje las pulseras a un lado y puse el teléfono donde no pudiera ser alcanzado por el agua, entre a la regadera y deje que el agua tibia me cubriera.
Después de la rutina: ducharme, arreglarme y desayunar. Tome una decisión… ir a molestar a Demian, no tenia a quien más contarle mis problemas, el debería saber sobre estas cosas, se la pasaba leyendo.
Decidí ir en bicicleta, necesitaba pensar, alejarme del ruido de los autos, me coloque los auriculares y comenzó a reproducirse “Inmortal” de Sofi Mayen, la letra de la canción me hacia sonreír, me gustaría tener algo así con alguien.
-Mateo- suspire.
Demonios, cada vez me sentía más confundida sobre mis sentimientos, ¿sentía algo? Tal vez, ¿por alguno de los dos? Por los dos definitivamente, ¿quién me gustaba más? No tenia ni la menor idea.
La briza del viento se sentía bien en mi cara, era un día de verano de esos en los que sabes que lloverá en cualquier momento, pero no puedes adivinar a que hora. Finalmente la casa de Demian estaba frente a mi.
El lugar era tranquilo, no había mucho ruido, toque el timbre varias veces, llegando a creer que no había nadie dentro de esa casa, estaba a punto de dar media vuelta y regresar a casa cuando la mamá de Demian me recibió.
-Hola Lolita- si había algo que detestaba mas que creyeran que mi nombre es Dolores, es que me dijeran Lolita, suena como el titulo de una canción de cantante anoréxica.
-Hola señora-  sonreí.
-Patricia, dime Patricia o Paty- la mujer sonrió –¿Buscas a Demian?
-Sí, ¿se encuentra en casa?
-Claro, esta en su habitación, anda pasa- la mujer me invitaba a entrar en su casa, yo deje mi bicicleta en la entrada y entre en busca de Demian.
Debía de reconocer que la madre de Demian era muy guapa y joven, alta con unos ojos color miel hermosos y una figura bien cuidada, mi madre y ella son intimas amigas a pesar de la diferencia de edad de diez años.
También tengo que reconocer a su papá a pesar de ser tan joven ha logrado mucho, siendo vicepresidente de una empresa, quien diría que Demian es producto de un embarazo adolescente, tener un hijo a los quince años… no todos pueden salir adelante con eso.
La puerta de la habitación de Demian estaba frente a mi, no se escuchaba ruido alguno, tome la fría perilla y abrí la puerta, para encontrar a un Demian sentado en una esquina de la enorme habitación, con unos jeans y una playera verde, y unos lentes gruesos, sosteniendo un libro frente a su cara; estaba tan inmerso en la lectura que ni siquiera se había dado cuenta de mi presencia, me pare enfrente de él y le arrebate el libro, él chico soltó un grito y dio una especie de salto.
-Lola, ¿pero que te pasa?- solté una risita.
-Disculpa, pero ni siquiera te diste cuenta de cuando entré- di una pequeña mirada a la habitación y noté una pila de aproximadamente 5 libros. –Por Dios, ¿Piensas leer todo eso?
-No… eso ya lo leí en esta semana- señalo a otra pila de libros más grande –pienso leer todo eso.
-Cristo Redentor…
-¿Qué te trae por aquí?
-Quería salir de casa, ver tantos reality shows casi me quería hacer conseguir un coach, para aprender hacer algo o embarazarme a los 16.
-Se nota que buscabas un coach, mira como vienes- claro, no había puesto tanto interés en mi arreglo personal, unos pants rosas, una blusa amarilla cubierta por una sudadera morada y unos tenis para correr. –Pero no importa, te ves bien.
Antes de que pudiera decir algo, se empezaron a escuchar gritos, tal vez de una discusión entre los padres de Demian, él solo se quedo frío, yo no sabia a donde mirar o que decir, sólo puse mi mirada fija al suelo.
-Ven, salgamos- sonaba serio. Se levanto y me extendió una mano para que me levantara.

Lo seguí a través de la casa, hasta que salimos de ella.

Datos personales

Mi foto
En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?