Después de no haber dormido mucho,
mi decisión estaba tomada, gracias a la ayuda de Sebastián, eso me dio una
importante lección: si no puedes contar con tu mejor amiga puedes contar con su
novio… aunque eso se puede mal interpretar.
Estaba sentada a la mesa, haciendo
un poco de ruido con el tenedor, con el cual estaba golpeando el vaso lleno de
jugo de naranja, nada podía captar mi atención.
-¡LOLA!- excepto los gritos de mi
madre -¿Me estas escuchando?
-Con esos gritos, creo que hasta los
vecinos te escucharon.
-¿Escuchaste lo que te dije?
-Claro… algo sobre… un panda.
Mi mamá soltó un suspiro y puso sus
manos sobre la cara.
-Te dije que voy a salir, te estaba
pidiendo que te quedes con Sofía.
-¿Ahora?
-Sí, ¿hay algún problema?
-No, ninguno- demonios, se supone
que vería a Mateo, el universo tiene algo contra mi.
Mi mamá salió y yo me quede sola en
casa… con Sofía. De una forma u otra vería a Mateo.
Me tomé el jugo de un solo trago sin
siquiera saborearlo, deje el plato de fruta en el refrigerador y fui directo a
la sala, para encontrar a una Sofía perezosa aun con pijama viendo la
televisión.
-¿No te piensas bañar?
-Son vacaciones- contesto un poco
irritada –además ¿para que me quiero bañar?
-Tengo un asunto importante y ya que
estamos solas, me tienes que acompañar.
-No quiero ir- sacó la lengua. –Además
no tenemos permiso.
-Pero no se van a enterar.
-¡No quiero!- grito y cruzo los
brazos.
-Por favor te doy lo que quieras.
-¿Lo que quiera?- demonios mi
hermana estaba a punto de chantajearme. –Quiero una Barbie nueva.
-No te puedo dar eso, ¿no quieres un
helado o algo así?
-Una Barbie o no voy- es buena, rayos
no podía comprar una Barbie.
-Ya sé, te doy mis dulces secretos
que he escondido- esos dulces los guardaba desde hace 3 meses, son en caso de
emergencia.
-Trato hecho, me voy a bañar- la
pequeña sonrió y se fue corriendo.
Treinta minutos… treinta benditos
minutos, tardo en bañarse Sofía, eran las once de la mañana y aun faltaba que
me arreglara, en cuanto salió del baño yo entre a toda prisa, me despoje de la
ropa lo más rápido posible y entre a la regadera, el agua caliente era la
sensación más agradable, podría estar debajo de ella todo el día…podría pero
no, después de una ducha rápida seguía el paso de elegir la ropa, no me decidía
que ponerme, finalmente me di cuenta de que el día era cálido y tome un short
azul y una blusa blanca, algo ligero, decidí ponerme los converse de siempre y
llevar el pelo suelto, me puse la pulsera de picos, la pulsera “ruda” como la
llamaban Demian y Valeria.
-¿¡Estas lista!?- grite desde el
marco de mi puerta, sin obtener respuesta. –¿Sofía?
Corrí a buscarla, no podía permitir
que me dejara llegar tarde. Cuando la encontré, estaba tendida en el suelo
viendo televisión.
-¿Estas lista?- pregunte.
-No.
-¿No?
-Ya te dije que no.
-Pero me dijiste que si…
-Te dije que me arreglaba a cambio
de los dulces, no que te acompañaba.
-Pero…- solté un suspiro. Estaba
siendo chantajeada por una niña de 7 años, increíble. -¿Qué quieres?
-Cien pesos.
-Te doy cincuenta.
-Ciento diez.
-Setenta y es mi ultima oferta-
¿Para que quería dinero una niña de 7 años?
-Ochenta y un helado de fresa…- el
tiempo se estaba acabando así que debía tomar acciones, ya.
-Esta bien, esta bien- solté otro
suspiro.
-Luego te diré que quiero a cambio
de mi silencio.
-Tampoco abuses- la mire con ojos
retadores. –Además le puedo decir a mamá como… o mas bien quien perdió su disco
de las Bangles.
-No te atreverías….
-¿Tú que crees?
La pequeña se levanto y apago la
televisión, se acomodo el vestido y sonrió, una especie de sonrisa malévola.
-Estoy lista.
Llegamos al parque, Mateo parecía no
estar cerca, di una mirada rápida y confirmaba mis sospechas.
-¿Puedo ir a los columpios?
-Ah… sí- dije con poco animo. –Yo me
sentare aquí.
Me senté en un banco, uno desde
donde pudiera ver a mi hermana. Ver tantos niños pequeños en un solo lugar le
daba vida a este lugar, como si cada uno de ellos fuera una luz, cada uno era
una de las muchas luces que brillaban en la ciudad. No pude evitar sonreír,
¿qué seria de mi hermana en los siguientes siete años?, no lo sabia, pero
estaba muy segura de que sería muy entretenido ver ese proceso.
Saque mi celular de la bolsa del
short junto a unos audífonos, busque en mi playlist y seleccione “Tennis Court”
de Lorde, el día pintaba para no llover y eso esperaba.
La oscuridad lo cubrió todo, lo que
al parecer eran unas manos sudorosas cubrían mi rostro.
-Que gracioso, en cuanto vea quien
es le voy a romper la…- las manos desaparecieron y se aclaro todo, alguien me interrumpió.
-¿Me vas a romper mi que?- pregunto
Mateo.
-Mateo…
-El mismo- se rió. Yo me sonroje.
–Es bueno verte, sobre todo porque cada que te veo entras en modo de batalla.
-¿Modo de batalla?
-Sí, te pones roja cada que te
hablo- eso sólo causo que me sonrojara aun más.
Mateo soltó una carcajada.
-Es broma Lola- sonrió –te ves muy
linda- ahora fue él quien se sonrojo.
-¿Ahora tú estas en modo de
batalla?- sonreí.
-Estoy en modo de defensa.
-Eso sonó como a un mal cover de
“Heart Attack” en español.
-Entonces ¿Nunca podre hacer covers
en español de canciones en inglés?- fingió decepción. –Has destruido mis
sueños.
-Hola Lola- Sofía se acerc –hola
Mateo, ¿Lola es tu novia?- ¡Boom!, Mateo se sonrojo de nuevo.
-Eh…- Mateo no dijo nada.
-Sofía, ¿no quieres regresar a
jugar?
-Quiero mi helado.
-Muy bien, yo invito- se apresuro
Mateo.