El
despertador sonaba, indicando el comienzo de la rutina, la rutina de siempre,
me levante de la cama y corrí las cortinas, era otro día nublado de verano, no
era buena señal por lo menos no para mí. Entre al baño, me despoje del pijama, el agua se sentía muy bien, el
agua caliente me ayudaba a despejarme. De la nada recordé el asunto del
“Infinity”, ¿debería ir?, Demian y Valeria se veían emocionados, yo solo quería
saber si Danniel iría, pero el próximo miércoles, justo ese día, Danniel cumple
años, 19 años. Salí del baño, me puse el mismo uniforme aburrido y soso de
siempre, esperando comenzar con la rutina.
El camino
a la escuela no solo fue normal, fue aburrido, la misma pregunta me rebotaba en
la cabeza ¿debería ir al “Infinity” con ellos?, una parte de mi quiere hacerlo,
pero la otra sabe que es traicionar todo en lo que creo y defiendo, estaba en
un dilema.
En la
puerta estaban Demian y Valeria, hablaban sobre algo, posiblemente era sobre la
graduación de Sebastián, baje del auto y fui directo hacia donde ellos estaban,
ambos me saludaron con un beso en la mejilla.
-¿De qué
hablaban?- pregunte.
-De lo
que usaremos esta tarde- respondió Valeria. Lo sabía mi intuición no me
fallaría.
-¿Qué
harás esta tarde?- pregunto Demian.
-Tal vez
sacrifique algún animal o haga vudú, no sé- solté una risita –tal vez vea una
película o algo así.
Hubo
silencio hasta llegar al salón, era hora del examen de física, la materia no
era un gran problema, pero con el asunto del antro, no estaba tan segura.
El examen
no resulto ser gran problema, la profesora de la siguiente hora no vendría, eso
aumentaba mi suspenso por mi calificación de matemáticas, solo 50 minutos más y
sabría si ese tiempo usado con Danniel para estudiar dio resultado.
-¿Qué tal
el examen?- pregunto Valeria, quien se sentó en la mesa del pupitre.
-Bien,
digo no estaba muy complicado- me sentí aliviada, era el último examen
complicado por así decirlo, los 3 últimos son materias, fáciles, tan fáciles
que hasta las bochos las pueden pasar sin necesidad de copiar. – ¿Qué tal
ustedes?
-¿No
estaba tan complicado?, ¿Cómo puedes decir eso?- pregunto Valeria, esta estaba
un poco frustrada, al parecer no le había ido tan bien –algunas cosas no las
recordaba y otras tenía dudas. Vaya maestro que resultaste ser-. Se dirigió a
Demian.
-Hey a mi
no me eches la culpa- Demian se quejo –hubieras aprendido algo ayer, si no te
hubieras estado besuqueando con mi primo- Demian defendía su orgullo, él y
Valeria siempre estaban peleando, para mí es un honor ser su mediadora.
Valeria
estaba a punto de responder cuando un flash y el sonido de este llamo nuestra
atención. Eran las bochos, tomándose fotos, al parecer solo para eso venían a
la escuela.
-¿Se dan
cuenta de que somos los únicos o los pocos, que no vienen a la escuela solo a
tomarse fotos?
-Porque
nosotros venimos a estudiar- contesto Demian.
-Y porque
nosotros si tenemos cerebro- agrego Valeria.
-Bueno,
algunos más que otros- Demian se burlo.
-¡Oye!-
exclamo Valeria –eso es grosero.
-¿Algún
día dejaran de pelear?- pregunte.
-El día
que las bochos saquen más de 7-contesto Demian. Los tres comenzamos a reír.
-¡Nunca
pasara!- casi grita Valeria.
El resto
de la hora paso así, entre risas y bromas, con mis dos mejores amigos, mis dos
hermanos. Muchos dicen que los amigos son la familia que tú eliges, es verdad,
y yo no pude elegir a nadie mejor que a Demian y Valeria, somos la triada
perfecta, el trió dinámico, las 2 mosqueteras y un mosquetero, éramos, somos y
seremos eso y más.
El timbre
sonó, el profesor de matemáticas entro al salón, dejo un montón de portafolios
sobre el escritorio.
-Buenos
días clase- saludo el profesor –tomen asiento- ordeno como si fuera un
dictador. Todos hicieron caso a la orden, el profesor no era muy viejo, pero
imponía respeto.
Estaba
sentada, escuchando que daba las calificaciones por orden de la lista, estaba
nerviosa mis manos temblaban, Demian estaba tranquilo y solo me dedico una
sonrisa, Valeria quien estaba igual de nerviosa, jugueteando con un mechón de
pelo, desde el otro lado del salón me dijo “Suerte” en voz baja, le agradecí
con una sonrisa.
-Ferro-
dijo el profesor imponente –nueve punto cinco.
No lo
podía creer, me había ido mejor de lo que esperaba, Demian me sonrío
nuevamente, Valeria me miro y aplaudió sin hacer ruido. Estaba orgullosa de mi
misma, también estaba feliz por el hecho de que Danniel no haya perdido su
tiempo después de todo.
Las
calificaciones de Demian y Valeria fueron buenas, un diez y un ocho punto dos
respectivamente, no me sorprendía, cuando la clase termino nos dimos cuenta de
que él profesor de español no había llegado, una hora libre más.
Inmediatamente
cuando el profesor de matemáticas salió del salón, saque mi celular y mande un
mensaje, ya tenía plan para esa tarde.