Mi cabeza
comenzó a revolverse, mi estomago comenzó a hacer lo mismo. De repente era como
si todo se detuviera, como si dejara de respirar, como si el mundo dejara de
girar. Mi mente viajaba a esa escena, trataba de no imaginarlo, incluso me
costó trabajo, no me agradaba la idea de mi mejor amiga, en una cama, con un
chico, teniendo… ¡Basta no quería seguir pensando en eso!
-…que
reaccionaras así, que bueno amiga- Valeria sonrió. Ni siquiera había escuchado
lo que estaba diciendo, estaba tan inmersa en mis pensamientos que no note ni
siquiera que me comenzaba a doler el cuello, gracias a la posición en la que me
encontraba, esas casas eran más pequeñas de lo que recordaba.
-¡Cristo
redentor!- grite, de haber podido me hubiera levantado de golpe –pero, pero…-
solté una especia de grito, de frustración o de impresión.
Me
comenzaba a sentir un poco claustrofóbica.
-¡Por
Dios- el drama apenas comenzaba –ni siquiera me estabas escuchando!
-Claro
que si… escuche que te desvirgaron.
-Aja- me
miro inquisitiva -¿Qué mas dije?
-Que…
que…- comencé a divagar –que importa, Dios, Vale estabas ebria…
Me
interrumpió con un ruidito.
-No
estaba ebria… bueno un poquito, pero igual, ya habíamos acordado la fecha- hizo
una pausa –de eso te estaba hablando, cuando parecía que te habías ido.
-Pero,
¿Por qué no me dijiste antes?- mi tono no era de reproche, era de decepción.
-¿Acaso no nos contamos todo?
-Lola, no
te dije esto antes, no porque no quisiera, sino porque sabía cómo reaccionaria.
-Pero somos mejores amigas, nos contamos
todo- sentía que mi vida era un constante déjà vu, y que el
drama de Sebastián nunca terminaría.
Hubo silencio de nuevo.
-Vale, ya, perdón, es que no me hago a la idea
de que hayas dejado de ser virgen- así era, no podía creer que ella y yo
jugábamos en casitas como esta cuando éramos pequeñas, habían pasado años,
incluso las casitas no eran las mismas, pero yo sentía que había sido hace
poco, sin embargo había pasado mucho tiempo, y al igual que las casitas
nosotras tampoco éramos las mismas. –No volvamos a pelar no de nuevo.
Hubo otro silencio más, si se seguían
repitiendo me volvería loca. Finalmente dio un suspiro y comenzó a hablar.
-Está bien, perdonada, además si no pudiera
hablar contigo de esto ¿con quién lo haría? ¿Demian?
-¿Por lo menos te cuidaste?
-¡Pues claro!- me ofendes. –Ya relájate, como
dicen las bochos “YOLO”
-Si claro, su maldito “YOLO” les pedirá el
coche en dieciséis años.
Me
preguntaba cómo habría sido, ¿le preguntaba?, no, no lo hagas.
-Cuéntame
cómo fue, ¿te dolió?- demonios.
-Un poco,
pero… me gusto- al mismo tiempo que su voz reflejaba alegría, sonaba a otra
cosa, arrepentimiento tal vez.
No dije
nada, aun me costaba asimilar todo. Sentía el espacio de la casita, se reducía
cada vez más.
-Salgamos
de aquí, no aguanto más- dije y di un resoplido.
Finalmente
fuera, me estire lo más que pude, haber estado dentro de esa pequeña casa,
había sido algo de lo mas incomodo.
Subí de
nuevo a mi bicicleta, que había dejado a lado de la pequeña casita, para
observarla por las pequeñas ventanas, me subí y comencé a pedalear lentamente
para mantener el ritmo de Valeria.
-Entonces…-
hizo una pausa -¿te gusta Mateo?
-Eso
creo- solté un suspiro.
Valeria
dio otro grito, uno fuertísimo.
-Espera…
Danniel quiere hablar contigo, que tal si también le gustas- ni siquiera había
pensado en eso.
-Eso es
imposible, solo debe querer disculparse… eso, se quiere disculpar.
-¿Por qué
no lo hizo por mensaje?
-Tal vez
quiera hacerlo en persona.
-Bueno,
supongamos que es así, pero no has pensado en que tal vez le gusto el beso.
-Estaba
ebrio, apuesto a que ni lo recuerda.
-¿Cómo es
que quiere disculparse?
Demonios,
piensa, piensa…
-…
evidencia- solté, no tenía sentido alguno –pudieron haber tomado fotos como tú.
-Bueno…
si, pero…
-Pero
nada, no le gusto, si me disculpas, me voy.
-Muy
bien, ¿skype al rato?
-Claro-
le di un beso y me aleja en la bicicleta.