Después
de mi típica rutina de sábado, Valeria me envió un mensaje, al parecer estaba
impaciente por verme, a diferencia de la mayoría de las veces ahora esperaba
verme en el parque que estaba cerca de mi casa. Salí de mi casa, notando un
clima agradable y soleado, me arrepentí de no llevar shorts, en cambio vestía
unos leggings negros y una playera blanca, con una sonrisa amarilla en frente.
Tome mi bicicleta y me puse los audífonos, comenzó a sonar “Bubbly” de Colbie
Caillat, pedalear con esa canción resultaba relajante, ir quince minutos antes
de mi cita con Valeria tenía sus ventajas, una de ellas dar una vuelta por el
parque en mi bicicleta.
El calor
era agradable, la gente caminaba tranquila, algunos señores vendían globos,
otros más estaban con sus hijos, di una vuelta alrededor del parque, aun no
había señal de Valeria, no sabía porque pero no me sorprendía. Pase justo por
el lugar exacto donde Danniel y yo habíamos chocado la primera vez, el recuerdo
de nuestra visita al café me abrazo, como si pudiera sentir el olor del café y
el calor de nuevo, ese recuerdo me transporto a la noche del miércoles, a ese
beso, un beso que había esperado por mucho tiempo, pero que no había sido lo
que yo esperaba.
-¡Cuidado!-
grito una voz familiar.
Como si
hubiera regresado de un viaje, vi como Mateo se acercaba peligrosamente a mí en
su patineta. Mateo intento girar, pero termino cayendo de la patineta, di la
vuelta y me dirigí hacia donde había caído Mateo.
-¿Estás
bien?- pregunte bajando de la bicicleta. Primero hago caer a Danniel y luego a
Mateo ¿tan irresistible soy?... mal chiste.
-¿No te lastimaste?- me arrodille frente a él.
Mateo se incorporo hasta mi altura.
-No te
preocupes- nuestras miradas se encontraron, yo solo sentía como la sangre se me
iba a la cara. –Estoy bien- se levanto y yo hice lo mismo.
Hubo
silencio, yo solo sentía la sangre en la cara, casi ardiente. Baje la mirada y
note que su rodilla sangraba.
-¡Cristo
redentor!, tu rodilla!- grite -¡está sangrando!
-Bueno
veras esto suele pasar, mira cuando te cortas o te raspas, tu piel sé…
-¡Mateo!-
grite –es serio.
-Está
bien, está bien- sonaba divertido. –En serio no te preocupes, me he hecho cosas
peores- extendió su brazo, su brazo fuerte pero a la vez delicado como él.
Debía admitir que se veía muy bien con esa camisa sin mangas, y esos jeans,
ahora rasgado en la pierna derecha. –Ves esta cicatriz- paso un dedo por ella,
parecía un ciempiés –me la hice el año pasado, me rompí el brazo, como veras un
raspón no es nada.
-Ya que
lo pones así- sonreí.
-Pero ¿tu
estas bien?- pregunto –parecía como que no estuvieras, como si te hubieras ido
a otra parte.
-Ah… si…
solo estaba… pensando.
-¿En
qué?- pregunto, ahora su expresión era seria.
-En… en…-
no era tan fácil de contar. –Mira ahí viene Vale- señale para desviar su
atención y no tocar más el tema.
Valeria
se acerco rápidamente.
-Hola
Lola- me dio un beso en la mejilla –hola Mateo- le dio un beso en la mejilla.
-Hola
Vale.
-Hola y
adiós- dijo Mateo –las dejo, pero las veo después- sonrió.
No lo
quería admitir, y menos en frente de Valeria, pero la sonrisa y los ojos de
Mateo me derretían. ¿En serio me gusta?
Valeria,
me llevo una parte “privada” del parque por así decirlo, una casita, de esas
donde las niñas juegan a que son princesas, mamás, hadas… lo que sea.
-Bien,
¿Qué tienes que contarme?- pregunte. Valeria sonrió.
-Tú
primero, lo mío es más importante y más delicado… eso creo.
Solté un
suspiro.
-Anoche
tuve un sueño…
-Espera-
Valeria me interrumpió -¿No es otra vez el de las serpientes con maracas y
sombrero? Lola, corazón ya te dije que te puedo conseguir un psicólogo barato.
-¡Soñé
con Danniel y Mateo!- casi grito –y… creo me gusta Mateo.
-¡Cristo
redentor!- parecía feliz, anormalmente feliz. –Siempre lo supe- parecía
victoriosa. Dio un suspiro. -¿Estas lista para lo que te tengo que decir?
-Ay por
Dios Vale, no me asustes y dime ya.
-Ya.. ya
no soy virgen- lo dijo como si se estuviera quitando un peso de encima.
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