Me
paralice por completo, sentí como que me había convertido en una paleta de
hielo.
Me quedé
callada un momento, que pareció convertirse en una eternidad, no sabía
exactamente que decir o que hacer, era todo lo que había querido desde que tenía
trece años y ahora no sabía si quería eso, o sea, no sabía nada de él.
-¿Qué?
-Eso…
¿quieres ser mi novia?- repitió. –Mira si no quieres, esta bien, yo…
-No- dije
–no es eso. ¿Qué hay de Tatiana?
Él rio
nuevamente.
-¿Qué es
tan gracioso?
-Tatiana,
es mi mejor amiga, te lo prometo, no soy su tipo.
-¿Cómo?
-Tatiana
es lesbiana.
-Oh-
guarde silencio, nuevamente.
-¿Entonces?
-Mira, me
gustas, pero, no sabemos nada uno del otro- me sentía justo como en la misma
situación en la que había estado con Mateo, poco tiempo atrás.
-¿Y qué
importa?- preguntó. –María accedió a tener al hijo de Dios y ni siquiera los
habían presentado.
Me reí,
no sabia si su chiste religioso me había hecho reír, o sólo estaba riendo por
los nervios que sentía en ese momento.
-¿Entonces
es un no?
-No… digo
no es uno, es un sí, definitivamente es un sí- dije corrigiéndome a mi misma.
Él se
acerco y me dio un beso.
Nuestros
labios se unían en una danza, estábamos de nuevo unidos por un ardiente beso,
el mundo podía estallar en ese momento y no me importaría.
Mi
celular comenzó a sonar y Danniel se alejó.
-¿No
contestarás?- pregunto con voz suave. –Puede ser importante.
-Es un
mensaje.
Antes de
que pudiera decir algo, me levante de puntitas para alcanzar sus labios, mis
pues estaban sobre un charco que se hacía cada vez más grande.
Danniel
se alejo un poco. Con una mano quito un mechón de cabello húmedo de mi rostro.
-Sabes, eres
muy linda.
-Tú
también- dije. –Bueno tú no eres linda, eres lindo- ya no sabía que decía, el
momento me parecía tan irreal que no podía decir nada coherente. –Mejor bésame
antes de que siga diciendo idioteces.
Él se
acerco y me dio un besos suave.
-Mejor ya
vámonos, no quiero que pesques un resfriado.
Salimos
de aquel hospital corriendo, huyendo como si hubiéramos cometido algún crimen u
ocultando un secreto que sólo él y yo sabíamos, claro era eso.
Bajamos
tan deprisa, como fugitivos, bajamos más rápido de lo que habíamos podido
subir.
Nos
subimos a su auto y saque mi celular de las húmedas bolsas de mi short.
El mensaje
que había recibido era de Valeria.
“Lola,
dónde estas? Estas bien?”
Sonriendo
al teléfono comencé a escribir el mensaje de respuesta:
“Ni te lo
imaginas…”
-¿Por qué
tan sonriente?- preguntó Danniel.
-¿Tú que
crees?
Y le di
un suave beso en los labios antes de que arrancara el auto.
Durante
el camino, mi mente recreo aquellos instantes con Danniel, tal como si fuera
una película, me parecía irreal aun, como si de un sueño se tratara, el rose de
mis pies húmedos con la alfombra del auto, me hizo regresar a la realidad,
estábamos bastante cerca de mi casa.
Cuando
llegamos Danniel detuvo el movimiento del auto justo en frente de las puertas
de mi casa.
La lluvia
comenzaba a calmarse, era lo único que se escuchaba, gotas de lluvia golpeando
el parabrisas. Nuestras respiraciones parecían sincronizarse, ninguno de los
dos decía nada.
-Y
bueno…- rompió el silencio –aquí estamos.
-Así es-
conteste.
-Se esta
haciendo tarde- dijo. –¿Te veré mañana?
-Me verás
mañana y todos los días que quieras.
-Bien-
sonrió de forma trinfante.
Me quede
quieta y lo mire a los ojos, levante la ceja y sonreí.
-Oh
cierto.
Danniel
salió apresurado del auto y me abrió la puerta.
Yo sólo
puse mi mano en la cara, note que Danniel no era tan inteligente como creía.
-¿Qué pasa?-
parecía desorientado.
-Bueno,
la cenicienta llego a su casa con un zapato, pero Lolacienta con ninguno.
-Oooh- lo
dijo como si hubiera aprendido las vocales hace poco. -¡Rayos!
Sé quedo
pensativo y por fin dijo algo.
-No
temáis adorada princesa…- ¿Adorada princesa? ¿en serio?- aquí esta su príncipe
azul para salvaros.
Entonces
hizo algo que resulto ser muy cómico. Comenzó a sacarse las botas que llevaba
puestas, dejando al descubierto unos calcetines blancos que se ensuciaron al
momento de poner sus pies en el suelo.
Se
arrodillo y extendió aquellas botas hacia mi.
-Para
usted mi lady.
Tomé la
botas cafés y húmedas de las suelas y me las puse sin queja alguna.
-¿Qué tal
están?
-Enormes.
Mis pies
nadaban dentro de sus botas.
Baje del
auto, ahora con un par de botas, en lugar de aquellos horribles zapatos altos.
-Bueno-
estaba frente a él –hasta mañana.
Me
levante de puntitas y le di un beso en la mejilla, di media vuelta y fui
directo a casa.
-Lola-
dijo él.
-¿Sí?-
conteste.
-Olvidé
esto- me tomo del brazo y me dio media vuelta para posar nuevamente sus labios
sobre los míos.
-Ahora
sí- dijo con una sonrisa en sus labios –hasta mañana.
-Hasta
mañana.
Entró al
auto y arranco.
La lluvia
comenzó a caer cada vez más fuerte y yo me quede idiotizada observando a
Danniel alejarse.