sábado, 14 de febrero de 2015

Capítulo XCII

Me paralice por completo, sentí como que me había convertido en una paleta de hielo.
Me quedé callada un momento, que pareció convertirse en una eternidad, no sabía exactamente que decir o que hacer, era todo lo que había querido desde que tenía trece años y ahora no sabía si quería eso, o sea, no sabía nada de él.
-¿Qué?
-Eso… ¿quieres ser mi novia?- repitió. –Mira si no quieres, esta bien, yo…
-No- dije –no es eso. ¿Qué hay de Tatiana?
Él rio nuevamente.
-¿Qué es tan gracioso?
-Tatiana, es mi mejor amiga, te lo prometo, no soy su tipo.
-¿Cómo?
-Tatiana es lesbiana.
-Oh- guarde silencio, nuevamente.
-¿Entonces?
-Mira, me gustas, pero, no sabemos nada uno del otro- me sentía justo como en la misma situación en la que había estado con Mateo, poco tiempo atrás.
-¿Y qué importa?- preguntó. –María accedió a tener al hijo de Dios y ni siquiera los habían presentado.
Me reí, no sabia si su chiste religioso me había hecho reír, o sólo estaba riendo por los nervios que sentía en ese momento.
-¿Entonces es un no?
-No… digo no es uno, es un sí, definitivamente es un sí- dije corrigiéndome a mi misma.
Él se acerco y me dio un beso.
Nuestros labios se unían en una danza, estábamos de nuevo unidos por un ardiente beso, el mundo podía estallar en ese momento y no me importaría.
Mi celular comenzó a sonar y Danniel se alejó.
-¿No contestarás?- pregunto con voz suave. –Puede ser importante.
-Es un mensaje.
Antes de que pudiera decir algo, me levante de puntitas para alcanzar sus labios, mis pues estaban sobre un charco que se hacía cada vez más grande.
Danniel se alejo un poco. Con una mano quito un mechón de cabello húmedo de mi rostro.
-Sabes, eres muy linda.
-Tú también- dije. –Bueno tú no eres linda, eres lindo- ya no sabía que decía, el momento me parecía tan irreal que no podía decir nada coherente. –Mejor bésame antes de que siga diciendo idioteces.
Él se acerco y me dio un besos suave.
-Mejor ya vámonos, no quiero que pesques un resfriado.
Salimos de aquel hospital corriendo, huyendo como si hubiéramos cometido algún crimen u ocultando un secreto que sólo él y yo sabíamos, claro era eso.
Bajamos tan deprisa, como fugitivos, bajamos más rápido de lo que habíamos podido subir.
Nos subimos a su auto y saque mi celular de las húmedas bolsas de mi short.
El mensaje que había recibido era de Valeria.
“Lola, dónde estas? Estas bien?”
Sonriendo al teléfono comencé a escribir el mensaje de respuesta:
“Ni te lo imaginas…”
-¿Por qué tan sonriente?- preguntó Danniel.
-¿Tú que crees?
Y le di un suave beso en los labios antes de que arrancara el auto.
Durante el camino, mi mente recreo aquellos instantes con Danniel, tal como si fuera una película, me parecía irreal aun, como si de un sueño se tratara, el rose de mis pies húmedos con la alfombra del auto, me hizo regresar a la realidad, estábamos bastante cerca de mi casa.
Cuando llegamos Danniel detuvo el movimiento del auto justo en frente de las puertas de mi casa.
La lluvia comenzaba a calmarse, era lo único que se escuchaba, gotas de lluvia golpeando el parabrisas. Nuestras respiraciones parecían sincronizarse, ninguno de los dos decía nada.
-Y bueno…- rompió el silencio –aquí estamos.
-Así es- conteste.
-Se esta haciendo tarde- dijo. –¿Te veré mañana?
-Me verás mañana y todos los días que quieras.
-Bien- sonrió de forma trinfante.
Me quede quieta y lo mire a los ojos, levante la ceja y sonreí.
-Oh cierto.
Danniel salió apresurado del auto y me abrió la puerta.
Yo sólo puse mi mano en la cara, note que Danniel no era tan inteligente como creía.
-¿Qué pasa?- parecía desorientado.
-Bueno, la cenicienta llego a su casa con un zapato, pero Lolacienta con ninguno.
-Oooh- lo dijo como si hubiera aprendido las vocales hace poco. -¡Rayos!
Sé quedo pensativo y por fin dijo algo.
-No temáis adorada princesa…- ¿Adorada princesa? ¿en serio?- aquí esta su príncipe azul para salvaros.
Entonces hizo algo que resulto ser muy cómico. Comenzó a sacarse las botas que llevaba puestas, dejando al descubierto unos calcetines blancos que se ensuciaron al momento de poner sus pies en el suelo.
Se arrodillo y extendió aquellas botas hacia mi.
-Para usted mi lady.
Tomé la botas cafés y húmedas de las suelas y me las puse sin queja alguna.
-¿Qué tal están?
-Enormes.
Mis pies nadaban dentro de sus botas.
Baje del auto, ahora con un par de botas, en lugar de aquellos horribles zapatos altos.
-Bueno- estaba frente a él –hasta mañana.
Me levante de puntitas y le di un beso en la mejilla, di media vuelta y fui directo a casa.
-Lola- dijo él.
-¿Sí?- conteste.
-Olvidé esto- me tomo del brazo y me dio media vuelta para posar nuevamente sus labios sobre los míos.
-Ahora sí- dijo con una sonrisa en sus labios –hasta mañana.
-Hasta mañana.
Entró al auto y arranco.

La lluvia comenzó a caer cada vez más fuerte y yo me quede idiotizada observando a Danniel alejarse.

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En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?