-¿Cómo
estás, pequeña reclusa?- preguntó Valeria, al otro lado de la línea.
-Reclusa-
solté, mientras miraba por la ventana hacía el parque.
Estaba
atardeciendo, el día había pasado lento, desde la discusión con mi madre no
había salido de la habitación e incluso había ignorado su petición para que
bajara a comer, mi estomago comenzaba a quejarse.
-Y ahora
tal vez tenga cadena perpetua.
-¿Por
qué?- sonaba curiosa.
-Porque
di un pequeño paseo matutino con Danniel- hice una pequeña pausa. –Sin avisar…
¿Ya mencione que me salte la verja?
-¡Cristo
redentor!- gritó la chica castaña –estoy tan orgullosa- la chica daba pequeños
gritos de alegría. –Oye dame unos cinco minutos, te voy a poner en espera.
-Pero…-
ya era tarde estaba en espera.
Me aventé
a la cama y puse el celular en alta voz, mi estomago comenzaba a hacer más
ruido, tal vez debería considerar algo como una huelga de hambre a Mandela le
funciono.
-¿Bueno?-
la voz de Valeria salía por el teléfono.
-Aquí
estoy- contesté con la cabeza al lado del aparato.
-Lola, te
tengo que dejar, Sebas esta esperándome afuera.
-Claro,
abandóname por tu novio- reclamé –como el ha sido tu mejor amiga los últimos
siete años.
-Lola,
relájate, los demás no tenemos la culpa de que no puedas ver a Danniel.
Valeria
tenía razón, ella no tenía la culpa de mi situación ¿o sí?
-Pues yo
no hice un plan para que saliera con mi novio.
-¡Tu
novio lo hizo!- reclamó levantando su tono de voz.
-Pero
ustedes lo ayudaron.
-En todo
caso el que tiene la culpa es el estúpido de tu novio.
-¿Ahora
crees que mi novio es estúpido?
-Sabes
qué Lola, hablamos después, cuando estés más serena, que ahorita estas algo
insoportable.
-Vale…-
demasiado tarde, un bip inundo la línea, Valeria había colgado. –¡Demonios!-
grité y arrojé el teléfono.
¿Por qué
me había portado así?
Tal vez
mi mamá tenía razón y era una chiquilla malcriada que no se hacia responsable
de sus acciones.
Me
acomodé en la cama y vi el atrapa sueños que Mateo me había regalado. ¿También
estará enojado?, lo había estado evitando, ni siquiera había tenido tiempo de
pensar en él, hasta ese momento. El estomago se me revolvió de pensar en él ¿me
odiara?, posiblemente, pero no lograba comprender a ese chico.
Me acerque
al atrapa sueños y lo descolgué, pase mis dedos por las costuras y por las
plumas, recorriéndolo con mis yemas, sintiendo su fina textura.
-Si esto
es una pesadilla, hazme despertar ya.
Un
golpeteo en la puerta me puso alerta.
-¿Quién?-
pregunté poniendo el artefacto en su lugar.
-Soy yo-
dijo mi madre.
-¿Qué
quieres?- dije de forma seca y desganada.
-Te traje
algo de comer.
Como si
mi estomago tuviera oídos comenzó a hacer ruido, juraría que estaba a punto de
comerse a uno de mis riñones.
-Arruinaron
mi relación, ahora no permitiré que arruinen mi sueño de ser modelo de
Victoria’s Secret.
-Me caías
mejor cuando no sabías usar el sarcasmo- dijo, apostaría que eso al menos le
saco una sonrisa. –Bueno me voy, si quieres comer, te dejo el plato afuera.
Me senté
a un lado de la puerta, escuchando a mi madre yéndose por el pasillo.
Mi
estomago volvió a rugir, esta vez con más fuerza, tal vez tenía que olvidarme
de mi berrinche y comer, eso o empezaría a comerme a mi misma. Me levanté y
abrí la puerta haciendo la menor cantidad de ruido posible. En el suelo estaba
el plato que tenía un sándwich de lo que parecía pastel de pollo acompañado con
una generosa cantidad de puré de papa, dejo una cuchara sobre un vaso de jugo
que parecía ser de naranja, tomé el plato y el vaso con mucho cuidado de no
tirar nada y cerré la puerta con el pie.
Me senté
en el borde de la cama y deje el vaso de jugo en la mesita de noche y comencé a
engullir todo lo que estaba en el plato, en un santiamén el plato estaba vacío
y también el vaso, casi al instante tocaron la puerta.
-¿Quién?
-Yo- de
nuevo mi madre –¿puedo pasar?
Exhale,
al parecer no tenía opción, conocía a mi madre y sabía que tan insistente puede
ser.
-Pasa.
Entró a
la habitación y lo primero que vio fueron el plato y el vaso sucios, en su cara
se dibujo una pequeña sonrisa que parecía ser de victoria.
-¿Haz
abandonado tan pronto el sueño de ser modelo?
-Así como
el de ser una espía, pero creo que siempre queda el de ser la próxima Hannah
Montana.
Mi mamá,
que daba el aspecto de estar cansada se sentó al lado mío, llevaba unos jeans,
una blusa roja y un suéter, que se acomodo al momento de sentarse.
-Sabes-
comenzó –me gusta que hagas eso, que hagas chistes cuando el dolor esta
presente, es un buen mecanismo de defensa.
-¿Qué más
puedo hacer?- resoplé con resignación. –Igual sigo confundida.
-¿Por
qué?
-¿Por qué
apoyabas mi relación y ahora me das la espalda?- lo dije intentando no
transmitir ninguna emoción.
Mi mamá
se mostraba seria, tranquila, como si ya esperara que le hiciera esa pregunta.
-¿Tú cómo
te sentirías si te dijeran que tu hija de 14 años acaba de irse a quién sabe
dónde con un muchacho 5 años mayor?
-Tú
sabías que iba a salir con él.
-No tan
lejos- se mordió el labio –por un momento tuve miedo Lola, de que te hiciera
algo, de que te pasará algo.
-Pero no
me paso nada, Danniel no es así y tú lo sabes.
-Quiero
creerlo, deberás quiero, pero no sé.
-Mamá- me
puse frente a ella y la tomé de la mano –por favor, dale el beneficio de la
duda, por favor- lo dije con un nudo en la garganta, si seguía hablando tal vez
terminaría llorando –sé que soy joven, sé que me puedo equivocar, pero si tengo
que hacerlo, quiero hacerlo con tu aprobación.
Mi madre
tenía el rostro inexpresivo, no podía leer su emoción, parecía estar meditando.
-Esta
bien- soltó por fin. –Haré lo que pueda.
-¡Gracias!-
me arroje hacia ella y la atrape en un abrazo.
-Pero
ojo- aclaro –estoy hablando sólo por mí, no creo que a tu papá le agrade tanto
la idea, a mí no me acaba de convencer del todo.
-Es un avance.
Mi mamá
me atrajo más hacía ella y me plantó un beso en la frente.
-Sólo
quiero lo mejor para ti y si él te hace feliz y de verdad confías en él, merece un voto de confianza. Eso si, siempre
los tendré checaditos.
-Así
espero que sea.
La abrace
de nuevo.
-Gracias
mamá, te quiero.
-Y yo a
ti- dijo, su voz sonaba en paz. –¿Sabes quién más te quiere?
-¿Quién?
-Vale-
agregó –y creo que se merece una disculpa.
-¿Estuviste
escuchando?- sentí mi privacidad invadida.
-Ya sabes
de donde sacaste el ímpetu espía.
-Me
siento violada.
-No seas
exagerada, quería llamar a tu abuela y me di cuenta de que estabas hablando y…
-Y
escuchaste mi conversación- interrumpí.
-¡Invadiste
mi privacidad!
-¡Fue un
accidente!- mi mamá estaba exasperada, igual que yo, no la podía culpar habían
pasado muchas cosas en menos de 24 horas. –Pero ese no es el punto- se
tranquilizo y relajo el rostro –tienes que arreglar las cosas.
Me dio un
beso en la frente y salió de la habitación.
Tomé el
teléfono y me senté en el centro de la cama, cruzando las piernas; pase mis
dedos por las teclas, estaba dudando, tal vez ni me contestaría.
Di un
suspiro y apreté el teléfono entre mis manos y me decidí, comencé a teclear el
número y comenzaron a sonar los bips.
-¿Bueno?
-¿Me
perdonas?