sábado, 27 de abril de 2013

Donde sea que estés (Historia especial)


Era una tarde de verano, la lluvia golpeaba la ventana, Prue visitaba una sala de chat de música, esa sala era su favorita. La sala era completamente anónima, ahí nadie la conocía, nadie la juzgaba.
Diego movía la cabeza, al ritmo de la música que sonaba a través de sus audífonos, estaba merodeando por una sala de chat anónima, el tema de la sala era música.
A Prue le resultaba más fácil interactuar con extraños por internet, que con conocidos, se sentía incomprendida.
Diego, presionaba el botón next, no encontraba mucha gente con sus gustos musicales. Diego a pesar de ser atractivo era un chico tímido
La lluvia golpeaba más fuerte la ventana de Prue, ella estaba esperando ser conectada con algún extraño.
Diego, estaba conectado con un extraño más, pudo notar que sus gustos eran similares, no imaginaba que al otro lado de la pantalla se encontraba Prue. Ambos notaron algo, notaron que eran parecidos. Lo que comenzó con un simple hola, se extendió a una plática de casi 3 horas, donde no solo compartieron sus gustos musicales, sino que también compartieron anhelos, sueños y metas. Habían hecho química, Prue nunca se había sentido tan comoda hablando con un chico antes, ni siquiera online.
Entonces, lo menos esperado paso, la luz en la casa de Prue fallo, pudo sentir la decepción desbordándola, ya que de su Romeo cibernético, solo sabía que Diego era su nombre.
Al mismo tiempo que la luz se fue en casa de Prue, la conexión a internet de Diego fallo, se sentía a morir. Ambos creyeron que era su culpa, y del otro solo sabían su nombre.
La noche era lluviosa, Diego daba vueltas sobre su cama, no podía creer que de la persona que le gustaba solo sabía su nombre.
Prue, escuchaba música en su cama, no podía dormir, no podía asimilar que de él solo supiera su nombre, buscarlo en su ciudad sería difícil, miles de personas tenían ese nombre.
Las 10 de la mañana, y Diego salía de casa, el cielo gris lo acompañaba, no podía evitar pensar en que pronto llovería.
Prue no quería salir de cama, las vacaciones resultaban aburridas. Se decidió y finalmente salió de la cama, miro por la ventana y justo en ese momento, él iba pasando, el chico de pelo castaño rizado, ese que vive cerca, del que no sabe su nombre, el chico que le parece muy guapo, pero es muy tímida para acercarse.
Diego caminaba, pisando charcos a su paso, no le molesta hacerlo, volteo y pudo observar cómo era observado por una chica en pijama, a la cual había visto antes, le parecía linda pero no se atreve a hablarle, todo por su timidez.
Prue, avergonzada, cierra las cortinas, decide cambiar de ropa y dar un paseo en bicicleta.
Diego escucha la misma canción que sonaba cuando “conoció” a Prue, no podía dejar de culparse, pudo haber sido el comienzo de una historia, y él lo sabía.
Prue, iba en su bicicleta, del lado opuesto al que iba Diego, no dejaba de pensar en cómo será el chico que conoció la noche anterior, nunca se imagino que ya tenía la respuesta. No podía dejar de pensar en que le gustaría una relación con él sería su primer novio, incluso pensaba en nombres para su relación, ideas como Piego o Drue, aparecían en su cabeza. Pero la idea que más rebotaba en su cabeza, era la de nunca más saber de él.
El caso de Diego era similar, no dejaba de pensar en el aspecto que Prue podría tener. Lo mortificaba la idea de que tal vez nunca sabría nada de ella, otra vez.
Al ver las primeras gotas caer, Diego, regresaba a su casa. La lluvia se intensificaba, y Diego hacia lo mismo con su paso. Choco con Prue, sin siquiera saber quién es.
Diego, como un gesto de caballerosidad ayudo a Prue a levantarse.
-Lo siento- dijo el chico del pelo castaño y rizado. Este salió corriendo, sin saber que ella era la chica que le robo el sueño la noche anterior.
La lluvia no cesaba, Prue con ropa limpia después del incidente, quiso encender su computadora, una computadora de escritorio un poco vieja, era inútil la computadora, estaba estropeada, la descarga la había descompuesto, ahora si se sentía perdida, no podría buscar a Diego en la sala de chat de nuevo.
Diego, buscaba desesperado, había dado next a ya más de 20 personas, sin éxito no encontraba a Prue. No se podía rendir, tenía que haber una salida.
Prue, estaba tendida en su cama, no evitaba pensar en que ayer conoció a Diego y hoy tuvo un encuentro con el chico, que vive cerca, ese que le llama tanto la atención.
Diego, con su guitarra en mano, y un lápiz en la otra, empezaba a crear una canción, había encontrado la forma de encontrar a su amor.
Prue se levantaba una vez más, una mañana más, una mañana soleada, tenía por lo menos 2 semanas sin ver la luz del sol, encendió la radio como cada mañana. Se vistió e hizo algo de limpieza, estaba a punto de salir, pero algo en la radio llamo su atención. Una canción dirigida a Prue, por un intérprete desconocido, la canción se llamaba “Donde sea que estés” a lo largo de la canción se ilusionaba de que se tratara de ella, ¿pero podría tener un enamorado secreto?, claro que si, pues el interprete se presento, era Diego. Su Diego, que pedía que llegara a la radio.
Diego, cantaba con sentimiento, todos en la cabina estaban callados, en su mente solo estaba presente el deseo, de volver a tener cerca a Prue. Termino de cantar, decidió esperar en la estación, esperar a que ella apareciera.
Iba lo más rápido que podía en su bicicleta, Prue no quería llegar tarde, sentía el viento contra su cara, y alborotando su pelo.
Diego, estaba a punto de irse, nadie se presentaba, pensaba que, posiblemente no lo había escuchado, que posiblemente seguía dormida. Decepcionado, se dirigía a la entrada, pero la vio, la vio entrar, era su vecina, la chica que le parecía linda, pero no se atrevía a hablarle.
-Espera, ¿tú eres Prue?- preguntaba el chico de pelo rizado, con su guitarra en mano.
Prue, asintió con la cabeza, estaba sin palabras, ambos se acercaban lentamente, la tensión se podía sentir en el aire.
-Sin pensar que eres lo que estuve buscando, no puedo creer que siempre estuviste tan cerca- dijo Diego, poniendo una mano en el rostro de Prue.
-No puedo creer lo que hiciste para buscarme- soltó Prue.
En ese momento solo eran ellos dos, el mundo se detenía, Diego, beso a Prue. Diego pensaba que los labios de Prue eran suaves, era el mejor beso que jamás había dado.
Prue, sentía el calor de los labios de Diego, se sentía tan bien, estaba emocionada.
Ambos salieron corriendo, tenían que aprovechar el momento al máximo, Diego y Prue, subieron a una moto, Diego acelero, se olvidaron de todos en ese momento, solo existían ellos dos, Prue incluso había olvidado, que había dejado su bicicleta.
 Los días siguientes fueron lo mismo, solo ellos dos, disfrutando su amor al máximo, solo ellos dos olvidándose del mundo, el verano por fin tenía sentido para Prue.
Era la última semana del verano, Prue llevaba un vestido azul con flores, estaba arreglada especialmente para él, Prue llego al mismo café, al café que ambos frecuentaban, se dio cuenta de que Diego aun no había llegado, cosa extraña Diego siempre había sido puntual. Prue estuvo una hora esperando, Diego no llego, la había dejado plantada. Regreso a casa enojada, no quería saber nada de nadie, y pronto se quedo dormida.
Despertó a la mañana siguiente, vio la hora, casi las diez de la mañana, no sabía nada de Diego, encendió la televisión, comenzó  a cambiar canales, hasta que vio algo que llamo su atención. Un accidente ocurrido ayer, donde un chico y su motocicleta fueron arrollados por un auto, el chico perdió la vida, pero no solo era un chico era Diego.
Prue, se desvaneció, paso semanas llorando, nada podía consolarla, lloraba cada tarde, por un mes apenas salía, apenas comía.
Un día, regresando del colegio, un paquete dirigido a ella, la estaba esperando, era una bicicleta, era de Diego, el último regalo que jamás recibiría de él jamás. El paquete tenía una nota:
“Para la chica más hermosa del universo, del chico más feliz del mundo. Esto es para compensar la que perdiste gracias a mí. Gracias por estar a mi lado por hacerme feliz cada día, gracias por haberme hecho creer en mí.”
Una lagrima escurría por su rostro, era una lagrima de felicidad, Prue miraba al cielo, estaba feliz, ella tampoco olvidaría nunca a Diego, él le había enseñado a luchar por lo que quería, a nunca darse por vencido.
-Gracias Diego- comenzaba a decir Prue –gracias, por todo, te amare por siempre donde sea que estés.

sábado, 20 de abril de 2013

Capítulo XVII

Las pastillas, funcionaron mejor de lo que esperaba, tome mi celular y vi la hora, ¡había dormido tres horas! Baje las escaleras, y vi que mi familia había llegado.
-Buenas tardes amor- dijo mi madre con una sonrisa en la cara.
-Buenas tardes- conteste.
-¿Dormiste bien?- preguntó.
-¿Qué si durmió bien?- preguntó mi padre –entre a su habitación, y estaba roncando como un oso.
-¡Claro que no!- proteste –yo no ronco.
Fui, a la cocina, por un vaso de agua y regrese a mi habitación. Al entrar encendí la televisión, cambie los canales, hasta que finalmente la deje en una caricatura, realmente sólo la quería para tener ruido de fondo, me fije en el espejo mi pelo, estaba hecho en desastre, deshice la trenza, que estaba, más que horrible, una vez suelto, comencé a cepillar mi pelo. No tardo mucho, para que la comida estuviese lista. Todo eso paso sin percance alguno, mis padres hablando de lo que faltaba, y de lo que no, también mi hermana hablaba, sobre alguna caricatura, realmente no creo que nadie, en la mesa le estuviera haciendo caso alguno, aunque actuábamos como que si así era,  no  queríamos herir sus sentimientos. Cuando terminamos de comer, yo me dirigí a mi habitación, vi mi celular, tenía un mensaje de texto, y un whatsapp, ambos de Valeria, aun no tenía ganas de contestar ningún mensaje de ella, todavía me sentía dolida de cierta forma.
Fui, directo a mi armario y busque una caja, aunque no era sólo eso, ahí estaban mis tesoros, mis recuerdos y todo lo que significa un montón para mi, por supuesto, estaba escondida entre un montón de cosas, para que mi mamá, no creyera que es una simple caja de zapatos y la tirara a la basura.
Me senté en la cama  y abrí la caja, adentro había fotografías, recortes, juguetes, objetos personales, etc. Tome una fotografía, la más significativa de los 3, cada uno tenía una copia idéntica, era la primer foto que nos habíamos tomado como amigos,  teníamos siete años, cuando nos conocimos, desde entonces somos inseparables.
Era un día de abril, el calor de la primavera se sentía muy bien, yo me había quitado el suéter debido a lo mismo, las mariposas volaban a mí alrededor, yo estaba ahí sentada en el columpio de siempre.
-Hola- dijo el chico con lentes, y con algo de sobrepeso – ¿Me puedo sentar aquí?-  preguntó él, refiriéndose, al columpio que estaba al lado del mío.
-Claro- conteste. Para una niña solitaria como yo, resultaba grato tener algo de compañía alguna vez.
-¿Cómo te llamas?- pregunto, el chico de lentes, que ahora se encontraba sentado en el columpio de al lado, mientras se mecía suavemente.
-Lola- conteste -¿y tú?
-Demian- contesto el chico con lentes -¿Y por qué no te juntas con nadie?
-No sé- conteste yo mirando al suelo –Tal vez, no les caigo bien.
-A mi me caes bien- contesto Demian -¿Quieres ser mi amiga?
-Bueno- conteste.
Y con eso comenzó, un receso lleno de pláticas, acerca de cosas que ahora me parecen sin sentido alguno.
Al día siguiente, en el receso, Demian y yo nos juntamos, de nuevo en los columpios. Estábamos platicando, hasta que una niña con un vestido azul y cola de caballo, y una lonchera rosa, se nos acerco, ella era la niña nueva, había llegado ese mismo día, se presento en la mañana, pero a decir verdad yo no podía recordar su nombre.
-Hola- saludo la sonriente niña.
-Hola- contestamos ambos en coro.
-¿Me puedo sentar con ustedes?- pregunto la niña, de cola de caballo.
Demian y yo, que apenas nos conocíamos del día anterior, nos quedamos mirando, hasta que Demian rompió el silencio.
-Claro- contesto Demian con algo de timidez.
La niña, se sentó en el tercer columpio, y empezó a comer.
-¿Y cómo se llaman?- preguntó la niña.
-Demian- contesto este.
-Lola- conteste yo -¿Y tú?- pregunte en seguida.
-Valeria, pero todos me dicen Vale.
Y así fue, como los tres nos volvimos inseparables a partir de ese día, los recesos siempre estábamos juntos, los proyectos y las tareas, las fiestas y todo, siempre juntos. Y así había sido alrededor de siete años, nunca nos habiamos separado,  claro hemos tenido peleas, pero nunca nada que no hayamos podido solucionar.
Las lágrimas inundaban mis ojos, mientras miraba las fotos de los tres alrededor de estos años. Sonó mi celular, limpiaba mis lágrimas y me apresure a contestar. Era Demian.
-Hola- dije yo, aclarando mi voz.
-Hola- contestó Demian -¿Estás bien?, suenas un poco extraña.
-Ah sí- conteste yo –debe ser porque estoy enferma.
-Ah sí debe ser eso- dijo Demian –como sea, ¿quieres salir? Muero de aburrimiento en casa.
-Claro, de hecho aun necesito tu ayuda para estudiar.
-Por supuesto, nos vemos en… ¿media hora?
-Muy bien, ¿en Esquina del cielo?
-Ok, nos vemos allá Lola.

Dicho esto colgó, tome mi teléfono, me puse una sudadera, ya que el día daba la impresión de que llovería en cualquier momento, deje mi pelo igual suelto, me llegaba a la mitad de la espalda, le pedí dinero a mi papá y salí de la casa, directo a encontrarme con Demian.

sábado, 13 de abril de 2013

Capítulo XVI



Capítulo XVI:
-Lola, despierta, tienes cita con el médico- era mi madre.
Ella parecía estar arreglada.
-Ya voy- abrí los ojos mientras me quejaba.
Me sentía exhausta, no había logrado dormir hasta después de la una de la mañana.
Salí de la cama a tropezones, tome mi celular y vi que tenia mensajes en Facebook de Valeria, aun no tenia ánimos de contestar; tome mi bata de baño y me dirigí a la ducha, recordé la conversación de la noche anterior, que había tenido con Valeria, no podía evitar estar enojada, yo le cuento todo sobre estas cosas, y ella me lo oculto, no podía evitar sentirme de cierta forma traicionada. Termine de ducharme, me envolví en mi bata y me puse una toalla en el cabello, me dispuse a vestirme.
Estuve lista en pocos minutos, elegí algo no muy complicado, un pantalón de mezclilla y una blusa verde limón, mis tenis aun estaban sucios después del incidente de ayer, así que me puse unas sandalias. No sabía qué hacer con mi pelo, naturalmente estaba ondulado, lo había dejado crecer y me gustaba, el cabello ya me llegaba un poco más debajo de la espalda. Decidí hacerme una trenza, mi mamá, subió para recordarme una vez más, que ya casi era hora de la cita, ya estaba lista, sólo debía bajar a desayunar.
Después del desayuno, finalmente era hora de irnos, tome mi celular, el cual sonó, indicando una alerta de Facebook, Valeria de nuevo, aun no le contestaría. Íbamos en el auto, como siempre yo iba atrás, con mi hermana Sofía, quien se entretenía con un cuento, al parecer “La Cenicienta”, yo por mi parte iba escuchando música, ahora sonaba “White Flag” de Dido, una nueva alerta aparecía de nuevo de Facebook. Sebastián García Ramírez te ha mandado una solicitud de amistad. Entré a Facebook, y no pude evitar la curiosidad, entre a su perfil, no podía ver las publicaciones hasta que lo aceptara como amigo, revise si podía ver la foto de perfil, y claro que se pudo. En la foto se podía ver a Sebastián, con lentes oscuros, y con el cabello rizado y esponjado que se veía caído mojado, al parecer estaba en una piscina.
No tardamos mucho en llegar a la clínica, dejamos la camioneta en el estacionamiento, y subimos. Me senté, a esperar mi turno, las revistas no me llamaban la atención.
Habían pasado ya veinte minutos y mi turno aun no llegaba, me aburría horriblemente.
Me quede pensando, en mi conversación de la noche anterior con Valeria, tal vez había dramatizado, aunque yo le he contado todo, ella sabia todos mis secretos, nos conocíamos desde los siete años. No quise seguir pensando en eso, y tome una de las revistas que estaban por ahí, al parecer es de esas dirigidas para adolescentes, aunque realmente sólo era de esas que hablan de sexo.
-Hola, Meche ¿Cómo estás?- dijo la voz de un joven.
-Hola, Dany, ¿Muy bien y tú?- contesto la recepcionista -¿vienes a buscar a tu papá?
Me quede fría, la voz me resultaba familiar, además la recepcionista lo habia llamado Dany.  Moví la cabeza, y efectivamente era quien creía que era, Danniel, para ser su stalker no sabía que su padre fuese doctor, hay tantas cosas que aun no sabia de él pero, otras que sí sabia, pero vamos era lo más superficial. No sé porque pero, no quería que me viera, pero si me ve con una revista, pensara que no soy lo suficientemente madura para él, tal vez le gusten intelectuales; aunque a decir verdad, no me parecía que Tatiana, fuese muy intelectual con ver sus fotos quedaba claro, al parecer era una de esas chicas que si pudieran, harían toples en sus fotos, tal vez para llamar su atención, tal vez debí haber ido más escotada, bueno no, sólo me hubiera visto ridícula tratando de mostrar lo que obviamente, me falta por desarrollar, y que Tatiana tiene más desarrollado.
-Sí, ¿está ocupado?- contesto Danniel, mientras sonreía.
-Esta, en una cirugía- contesto la recepcionista –pero ya no debe de tardar, si tienes prisa, le puedo dar un recado de tu parte.
-No te preocupes- contesto él, soltando un suspiro –lo esperare.

Cuando lo vi moverse del lugar, me cubrí el rostro con la revista, no tardo mucho en ser mi turno, me moví rápido tratando de que, Danniel no me viera. Después de una revisión rápida, el diagnostico fue gripe, nada grave, pero debía tomar de esas pastillas que te hacen actuar como si estuvieras bajo el influjo de algún estupefaciente, lo bueno era que recuperaría algo de sueño, después de la consulta, mis padres fueron de compras con mi hermana, yo les pedí que me llevaran a la casa porque me sentía mal y así fue, las pastillas no tardaron en hacer efecto y en cuanto llegue a mi habitación, me tumbe en la cama, y me rendí ante el sueño.

Datos personales

Mi foto
En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?