“Creo que me fue excelente en el examen,
mañana sabremos el resultado”, era lo que decía el mensaje que pensaba enviar a
Danniel, repase varias veces el contenido antes de presionar enviar.
-Lola, le escribe mensajes a su enamorado-
Valeria me daba una palmada, y se sentaba en la mesa de mi pupitre. -¿Cómo te
fue en el examen?, por tu sonrisa al parecer bien, en mi caso, no tanto.
-Aciertas, me fue bien- sonreí, al ver la
expresión de Valeria me puse más seria. – ¿Por qué crees que te fue mal?
-No me concentraba, pensaba en mi
incidente.
-¿De qué incidente hablan?- no nos habíamos
dado cuenta de que Demian estaba al lado de nosotras.
-Cosas de mujeres, ¡que no te importan!-
contesto Valeria.
-Lamento darle la razón a Vale- me sentía
culpable, pero estos temas no podemos hablarlos con Demian, menos si se trata
de algo relacionado con Sebastián. –Pero son cosas de chicas, muy, muy intimas.
-Ok, hablamos después- se alejo un poco, se
detuvo y nos dijo:-Por cierto hoy llegare un poco tarde al café- y siguió su
camino.
-Sabes, él podría enterarse por
Sebastián- comente.
-¿Crees que le diga algo?- Valeria parecía
preocupada.
-No lo sé- debía buscar algo con que
tranquilizarla –tal vez se lo cuente porque son muy unidos-. Bravo Lola,
siempre sabes que decir.
-¿Tú crees?- abrió mucho los ojos.
Debía buscar como cambiar de tema, no
quería agobiarla más con el tema de Sebastián.
-Este… yo…- comencé a balbucear, no sabía
que decir, no soy buena para ese tipo de situaciones –no sé- solté finalmente,
esperaba algo más tranquilizante o que ayudara más, que un simple no sé. Mi
celular sonó, era un mensaje, un mensaje de Danniel, algo con lo que por fin
podía cambiar de tema. –Mira, un mensaje de Danniel.
-¿En serio?, ¿Qué dice?- preguntaba Valeria
curiosa, al mismo tiempo que intentaba curiosear en mi celular.
-Espera- la apartaba, para poder leer el
mensaje –el mensaje dice: Felicidades, Lola, espero te haya ido bien, te deseo
lo mejor- me quede callada, en el interior esperaba algo más “romantico”.
-Wow que… expresivo- sonaba no muy
convencida, incluso a ella le pareció muy seco el mensaje –Por lo menos te
deseo suerte.
-Parecía cortante- dije frustrada.
-Bueno un poquito- dijo ella, soltando un
suspiro.
El timbre sonó, y la maestra de inglés
entro al salón de clases, no se olvido de recordarnos que su examen es mañana.
La clase era igual que las demás, el día seguía lluvioso. Estaba feliz y
decepcionada, todo por un mensaje, ¿es posible que pase eso?, no lo sé
simplemente estaba confusa, y no solo por eso, pensaba si tal vez Sebastián,
platicaría sus intimidades con Demian.
Las siguientes clases fueron muy normales,
la mayoría de los comentarios que pude escuchar, fueron sobre la proximidad de
las vacaciones de verano. Ni siquiera había pensado en eso últimamente, en que
dejaría de estar en segundo año, y me tendría que enfrentar muy pronto al
tercer y último año de secundaria.
-Bueno aquí estamos- Valeria se tocaba el
pelo, ese día había decidido plancharlo, no estaba ondulado como de costumbre.
-Así es- suspire –la secundaria, ¿entramos?
-Vamos, no sean exageradas- Demian estaba
muy tranquilo, acomodando sus lentes, y aun sin brackets.
De un auto bajaba una chica, pelo negro y
rizado, no muy alta, con una frente amplia, no se veía muy bien, unos jeans,
tenis rosados, una camisa suelta y unos lentes.
-¿Le deberíamos hablar?- Valeria preguntaba
mientras la inspeccionaba.
-Parece muy solitaria- comente.
Sin darnos cuenta, Demian ya no estaba,
ahora platicaba con aquella extraña.
-Alguien se nos adelanto- dije, Valeria
volteo, soltó una especia de resoplido y se dirigió a ellos, yo la seguí.
-Hola- Valeria sonreía exageradamente -¿No
nos vas a presentar?
-Claro- decía Demian sonriente –Laura ellas
son Valeria y Lola- la chica estiro la mano, y nos saludo cortésmente a cada
una.
-Mucho gusto- la chica sonreía.
-Bueno… ¿entramos?- pregunte.
-Vamos- contesto Demian, dedicándole una
sonrisa a Laura.
Los cuchicheos, en el salón no eran
sorpresa, era el primer día, la gente se conocía, otros se reencontraban.
Viejos y nuevos amigos se unían, y nosotros al parecer pasábamos de ser 3 a 4.
Ese día, el primer día de la secundaria, lo vi a él a Alberto, el chico más
guapo del salón, sin saberlo él también me miraba a mí.
-Hola- el chico estaba frente a mí –mucho
gusto- extendió su mano y yo acepte –me llamo Alberto ¿y tú?
-No, yo no- agitábamos las manos, yo me
sentía en otro sitio.
-OK... ¿me regresas mi mano?- parecía
incomodo.
-¿Eh?- me di cuenta de lo que sucedía
–disculpa- solté su mano y me sonroje.
-Descuida- soltó una risita –entonces ¿Cómo
te llamas?
-Lola.
-Bonito- me dedico una sonrisa –entonces
supongo que tu verdadero nombre es Dolores, ¿o me equivoco?
-Te equivocas- sonreí –solo Lola.
-Diferente, eso es bueno- se sentaba sobre
la mesa de un pupitre –a mi me dicen Beto.
El timbre sonó, la primer clase estaba a
punto de comenzar, la profesora entro, según el horario la primer hora era
español, Valeria se sentó a lado de un chico que acababa de conocer, Demian y
Laura, se sentaron juntos, no podía evitar pensar que pronto habría romance
entre esos dos. Y bueno, Alberto y yo nos sentamos, juntos. Nos entendíamos
bien, hacíamos buena química, pasamos de ser un trió a ser un quinteto, no
simplemente éramos Lola, Valeria y Demian, si no que ahora éramos Lola,
Valeria, Demian, Laura y Alberto. La secundaria prometía ser diferente. El
primer receso transcurrió con Laura y Alberto en nuestro pequeño grupo de tres,
que ahora era de cinco. Las primeras semanas pasaron igual, se empezaron a
definir los grupos de amigos, el nuestro al parecer lo estaba. Alberto no tardo
mucho tiempo en preguntarme si quería ser su novia, mi respuesta fue si, el
seria mi segundo novio (aunque no sé si los “romances” de primaria cuentan).
-Despierta- Valeria chasqueaba los dedos –a
veces pienso que te drogas.
-¿Eh? ¿Qué paso?- balbuceaba, me había
quedado absorta en mis recuerdos.
-Nada, solo que te quedaste mirando por la
ventana como por 10 minutos- Demian dejaba su libro sobre mi pupitre -¿En qué
pensabas?
-Nada… nada importante- conteste, revise mi
celular, ningún mensaje.
Salimos del salón, la hora del receso había
llegado, cuando el timbre sonó, indicando que este había terminado, me dirigí
al baño. A la salida de este me encontré con Alberto.
-Eh, hola Lola- sonreía.
-Hola- seguí mi camino, Alberto me seguía.
-Pensé que podíamos salir más tarde, ir al
cine o algo- sonaba seguro -¿Qué dices?
-Que estoy ocupada, tengo que estudiar.
-¿Qué tal el fin de semana?- ahora estaba
en frente de mi, impidiéndome el paso, con una gran sonrisa de confianza, esa a
la que las demás chicas no podían decir que no.
-¿Por qué no le preguntas mejor a Laura?-
me comencé a enfadar.
-Sabes que es historia, además mírame, soy
Alberto- su arrogancia me molestaba cada vez más –todas quisieran salir
conmigo.
-Yo no soy de esas “otras” así que, si te
quitas te lo agradecería- comencé a avanzar, hasta que el me detuvo,
agarrándome del brazo –vamos Lola, ¿Qué quieres que te diga para que me des
otra oportunidad?
-Suéltame, no quiero nada contigo- lo
empuje, logrando que me soltara, y me fui.
Las clases, fueron normales, estaba
abrumada por el asunto con Alberto, uff, un idiota, pero mientras pensaba en
eso, mi mente viajaba directo a Danniel,
el chico perfecto, por supuesto soltero, pero yo solo era una niña de 14
años, no creía lograr mucho con él. Las clases terminaron, evite a Alberto a
toda costa, mi madre fue quien nos recogió a Valeria y a mí, una vez en mucho
tiempo que no llegaban tarde por mí.