sábado, 25 de abril de 2015

Capítulo XCIX

Estábamos en el auto, Danniel mantenía la vista fija en la carretera, una leve lluvia comenzó a caer. Estábamos en silencio, incluso la radio estaba apagada, ninguno decía nada, nuestro silencio cómodo se había convertido en un silencio incomodo, este generaba una tensión, que fácilmente podía cortarse con un cuchillo.
-Danniel, yo…
Danniel soltó un bufido e interrumpió:
-Lola- dijo serio –no quiero el pequeño sucio secreto de alguien.
-No eres sucio, pequeño tal vez al lado de alguien de 1.80 y secreto, sólo para algunas personas.
-Lola- repitió con el mismo tono de seriedad.
-Danniel- al parecer mi pequeña broma, no había roto el aura de tensión que se había creado.
-Lola- repitió como si hubiera olvidado todas las demás palabras de su vocabulario y mi nombre fuera lo único que recordara. –¿Por qué?- al mismo tiempo que el aura de tensión aumentaba, mi confusión lo hacia, ¿por qué que?
-¿Qué?
-¿Por qué tengo que ser tu secreto?
-No es cosa mía- cerré mis manos y coloque mis puños sobre las piernas –si fuera por mi lo gritaría a los cuatro vientos.
Él sólo esbozo una sonrisa, una sonrisilla amarga y detuvo el auto.
-Llegamos- quito los seguros de las puertas.
Baje del auto, sin cerrar la puerta, miré fijamente a Danniel, parecía enojado.
-Perdón- dije con voz débil.
-Nos vemos después- Danniel cerro la puerta bruscamente y se alejo.
Me quede ahí, mirando al auto yéndose.
Un rayo ilumino el cielo, después del estruendo, la lluvia comenzó a descender más fuerte, yo ni me inmute.
-¡Lola!- una voz a la distancia, gritaba mi nombre.
Yo me quede ahí mismo… ¿habíamos terminado?
-Lola- la voz estaba al lado mío, era familiar –por Dios, te vas a enfermar, vamos, tus padres deben de estar por llegar.
Demian me tomo del brazo y lo seguí.
-¿Terminamos?
-¿Qué?- el chico no tenía idea de lo que estaba hablando.
-Danniel y yo, ¿terminamos?
Demian se detuvo y se puso frente a mi, estaba empapado, el agua caía por su frente y sus lentes estaban totalmente mojados por la lluvia, me preguntaba cómo podía ver. Tenía su mirada fija en mi, como si estuviera examinándome. De repente, sin decir nada, abrió los brazos y me atrajo hacia él.
-No lo sé- dijo con voz tranquilizadora –no lo sé.
-No quiero que acabe… me gusta.
Demian me soltó y se separo de mi.
-Lo sé- soltó un suspiro y me tomo de nuevo por el brazo.
Lo seguí, buscando un lugar para protegernos de la lluvia. No dijo nada, era como telepatía, él sabía que no tenía ganas de hablar y no trataba de comenzar una conversación.
Mis padres sabían donde buscarnos, ¿qué les habría dicho Valeria para distraerlos?, no me interesaba mucho, sólo quería estar en mi cama.
-Ay, por Dios- dijo mi mamá –están hechos una sopa.
-Bueno tú sabes, lluvia.
-Vamos, suban, Demian te llevamos a Casa.
-Gracias señora- contesto el chico empapado.
Ambos subimos al vehículo, ahí mismo estaba Sofía, llevaba un bonito impermeable rojo. Una vez en marcha no hubo mucho que decir, Demian y yo no queríamos hablar y mis padres platicaban, animosamente de temas que no me llamaban la atención, después de dejar a Demian en casa, no tardamos mucho en llegar a la nuestra.
-Tomaré una ducha- dije.
-Te voy a preparar un té- mi mamá me acaricio el rostro y esbozo una débil sonrisa, como si supiera algo ¿lo sabría?
Subí a mi habitación yo tome una toalla, arroje mi bolso con el celular dentro a la cama y cerré la puerta de golpe.
El agua comenzó a salir, al mismo tiempo que mis lagrimas, ¿por qué estaba llorando? ¿Danniel?, no quería ser esa clase de chica, esas que sólo viven para buscar novio, pero no podía evitarlo, Danniel me gustaba, me gustaba mucho.
-Me gusta- susurré.
Después de la ducha, me encerré en mi habitación, no quería nada. ¿Había elegido bien?, ¿Danniel era la elección correcta?
Tomé la laptop y la encendí, en cuanto esta estuvo lista, comenzó a sonar “Limón y sal” de Julieta Venegas.
No quería pensar, pero era imposible, la canción me hacia pensar en él, en ellos.
La extraña atmósfera se rompió, alguien comenzó a tocar la puerta.
-Esta abierto- grité y me incorpore en la cama.
-¿Cómo estas?- mi madre entro a la habitación una charola en mano, en ella estaban una tetera y dos tazas.
-Bien.
Encendió la luz y se sentó en un borde de la cama.
-No lo parece- paso su mano por mi rostro y pude notar que estaba preocupada. –¿Día difícil?
-Vida difícil- contesté.
Esbozo una pequeña sonrisa y comenzó a servir el té en una de las tazas. Me la extendió y la tomé con ambas manos.
-Sabes- dijo mientras comenzaba servir té en la otra taza –dicen que el té es el remedio para el alma y el mejor amigo para los corazones rotos.
Di un sorbo, el té estaba excelente, la sensación de calor me invadió el cuerpo. Pero no era el calor insoportable de una noche de verano, era más bien una sensación agradable, como si de verdad el té tuviera un poder mágico para sanar los corazones rotos.
-No sé si mi corazón está roto- dije.
-¿Quieres hablar de eso?
Y así de pronto, comencé a contarle acerca de todo lo sucedido con Danniel y la “pelea” que tuvimos, ella sin perder la atención sobre mi, escucho todo.
-Ya veo- dijo.
-Sí- contesté mientras jugaba con la taza que tenia entre las manos, que ahora estaba vacía –tal ve elegí mal y debí haberme quedado con Mateo.
Como si de una invocación se tratara, mi teléfono comenzó a sonar, era Mateo.
-Hablando del rey de roma- silencié el teléfono.
-¿No vas a contestar?
-No- suspiré –no quiero hacer más complicadas las cosas- hice una pausa y deje la taza sobre la charola. –Sabes, desde que era pequeña soñaba con enamorarme y tener un romancé épico, como los que salen en esas películas ochenteras que ves con mi papá, esas donde siempre hay un musical.
-Ay Lola- mi mamá alejo la charola y me rodeo con un brazo –eres muy joven aún tienes mucho por vivir y aprender. Una de las cosas que tienes que aprender es que el amor no se idealiza, se vive, el amor ya es perfecto, por el puro hecho de ser amor- hizo una pausa y continuó: -pero debes saber que aunque el amor es perfecto, las personas no y todos cometemos errores.
Me apretó más fuerte y se levanto, tomo la charola y se acerco una ultima vez para darme un beso en la frente.

-Descansa- me lanzó una sonrisa y salió de la habitación.

sábado, 18 de abril de 2015

Capítulo XCVIII

-¡Segundo lugar!- grité indignada con el reconocimiento en la mano izquierda y Juana la elefanta en la mano derecha –¿Puedes creerlo?
Danniel parecía divertido con mi reacción.
-Lo hiciste mejor que Shakira.
-¡Lo sé!- resople y vi el reconocimiento en el que se leía:
“Segundo lugar
Daniel y Lola
Concurso mensual, Julio 2013
Kara-okay”
No pude evitar sonreír, aunque no ganamos nos divertimos. Noté que el nombre de Danniel estaba mal escrito.
Eran poco más de las ocho treinta, la temperatura había bajado, sólo seguía a Danniel a través de la banqueta.
-¿No te molesta?- pregunté.
-¿Qué?
-Que escriban mal tu nombre- dije –a mi me molesta que me digan Dolores.
-La verdad no pienso mucho en ello… Dolores- dijo soltando una carcajada.
Le di un golpe en el brazo, aun no sabia adónde estábamos yendo.
-Ahora, ¿adónde vamos?
Danniel se detuvo en seco.
-Aquí.
Estábamos frente a una heladería, Danniel me abrió la puerta y lo seguí al interior de la misma, nos sentamos en una mesa con dos sillas.
-¿De qué quieres tu helado?- preguntó amablemente.
-Chocolate esta bien.
-Muy bien.
Daniel fue a la barra, a ordenar, mi celular emitió un sonido y lo saque de mi bolsa, un mensaje de Valeria, el teléfono hizo el mismo sonido de nuevo, una nueva notificación en la pantalla, Mateo, tal vez no era tan buena idea contestar en ese momento.
Danniel regreso con un helado en cada mano.
-Sabes me gustas- le dije a Danniel –pero me gustas más cuando tienes helado en las manos.
-¿O sea que ahora me veo increíblemente irresistible?
-Te lo diría, pero no te estoy viendo a ti- le mande un beso y le guiñe un ojo… al helado –¿Cuál es el mío?
-¿Cuál quieres?
-Mmmm… los dos- sonreí, imploraba por ambos.
Danniel sólo se río, coloco ambos recipientes de helado frente a mi.
-Elige- señalo a ambos vasitos –gomitas o chispas de chocolate.
-Eres cruel, Danniel- hice un gesto de reprobación.
-Soy justo, no quiero que mi novia, muera de un coma diabético.
Novia, Dios, cada vez que lo decía mi pulso se aceleraba, nunca creí que escucharía esa palabra saliendo de la boca de Danniel, menos refiriéndose a mi. Mis manos en lugar de tomar el helado, tomaron las manos de Danniel, como si estuvieran heladas, desesperadas en busca de calor, pero no cualquier calor, sólo el que Danniel podía ofrecer.
-Te elijo a ti- me dirigí a sus labios, le di un beso suave y tierno. –Pero quiero el helado con gomitas.
-Me gustas- susurro.
Me entrego el helado, el tomó el suyo y comió una cucharada.
-¿Me das?
-Claro- Danniel me extendió su cuchara, no entendiendo la indirecta.
-Que lento eres.
Lo tome por la cara y nuestros labios se unieron, como si no se hubieran tocado en mucho tiempo.
-Muy lento- susurro.
Tomó mi mano derecha y me dio un beso.
-Me gustas mucho- soltó.
-Y tú a mi.
Nuestros labios se buscaron una vez más, esta vez en un beso más tranquilo y más profundo, más suave y…
Mi teléfono comenzó a timbrar, esa cosa sabia romper los momentos mágicos. Aventure mi mano por el celular y conteste sin mirar la pantalla.
-¿Bueno?
Danniel tomó mi mano, me dio un beso y sentí una descarga, que llegaba desde mis manos hasta mis pies, una descarga que recorria cada parte de mi cuerpo, era el efecto de Danniel.
Le sonreí, mientras el sonreía, su sonrisa me derretía, sus perfectos ojos azules, sus cabellos rubios, su sonrisa blanca, su piel dorada, en fin, estaba fascinada por él.
-¡Lola!- Valeria gritando al otro lado de la línea telefónica, rompió así el hechizo de los ojos de Danniel.
-Ah.. sí, disculpa.
-¿Dónde estas?
-En una heladería.
 -¿Estas muy lejos de esquina del cielo?
-No lo sé- aventuré -¿Por?
-Tienes que verte con Demian.
-¿Qué?- estaba extrañada –¿Por qué?, Vale no te entiendo.
-Tus papás.
-Ellos qué- solté la mano de Danniel y me levante, le hice una seña, para que me diera un momento. –¿Qué pasa con ellos?
-Pasaron por “Esquina del cielo”.
-Ay no.
-Y se dierón cuenta de que no estabas.
-Ay no.
-Ay sí- hizo una pausa –pero…
-¿Pero qué?- la interrumpí.
-A eso voy- soltó un bufido –como me vieron con Sebas y Demian no esta, les dije que te fuiste con él, para no hacer mal tercio.
-Y Demian…
-Descuida- ahora ella me había interrumpido –ya sabe, pero lo ideal sería que fueras con él.
Tal vez Valeria no fuera tan bruta como empezaba a creer.
-Gracias- solté con alivio. –Te debo una.
-Lo sé, pero bueno apresúrate.
-Okay, gracias de nuevo.
Colgué y regresé a la mesa donde estaba Danniel.
-¿Todo bien?- preguntó el chico rubio.
-Sí, descuida, sólo un pequeño cambio de planes.
-¿Qué?
-Tenemos que buscar a Demian, mis padres creen que estoy con él.
-Espera- se quedo pensativo –¿Le dijiste a tus padres que tenías una cita con Demian?
-¿Qué? ¡No!- resople –les dije que iba a salir con Demian y Vale.
-Creí que ya les habías dicho de mi… de nosotros.
-Lo hice… bueno a medias, mi mamá sabe.
-Pero tu papá no…
Mi estomago se comenzó a revolver ¿acaso era nuestra primera pelea?
-Danniel, yo…
-Será mejor que nos apresuremos.

Danniel se levantó de su silla y dejo un par de billetes, en la mesa, él salió primero, sin tomarme la mano, sin hablarme. Yo lo seguí, dejando atrás un par de helados a medio comer.

sábado, 11 de abril de 2015

Capítulo XCVII

No era la primera vez que estábamos solos en un auto, pero era nuestra primera vez como novios.
-¿Adónde vamos?- pregunté de nuevo.
-¿No entiendes el concepto de sorpresa, verdad?
-No.
-Te ves muy guapa.
-Gracias- me sonroje –espera.. ni siquiera me estas viendo, no cambies el tema.
-Pero te vi hace rato, volteé y aunque no te estuviera viendo sabría que estas guapa, tú siempre lo estas- de nuevo sentí calor en las mejillas, sus comentarios me hacían sonrojar. –Pero aunque seas mi novia- novia, escucharlo decir novia hacia una revolución en mi estomago, mariposas convertidas en abejas –no te diré adónde vamos.
-¿Y cómo sé que no eres un secuestrador?
-¿Tengo cara de uno?
-No- admití –mas bien de violador.
-Halagador que tú novia crea que vas a abusar de ella.
-No olvides lo del secuestro.
-Oh gracias.
Me reí un poco y le di un suave beso en la mejilla, la barba que apenas le estaba creciendo me hizo un poco de cosquillas.
Deje de preguntar, hubo un silencio de nuevo, comencé a juguetear con mi celular en la mano, estaba ansiosa, necesitaba saber a dónde estábamos yendo.
-Hemos llegado- estacionó el auto y me sonrió, frente a nosotros había un anuncio.
-¿Un karaoke?
-¿No te gustan?
-No, digo, sí me gustan, pero es raro, bueno, no es la típica idea de una cita.
-Lo dice la chica cuyo pretendiente la llevo a un fumadero- me lanzó una mirada irónica.
-Tú me llevaste a un cementerio- levanté una ceja –y también a un hospital, no hay forma de no malinterpretar eso- añadí.
Danniel suspiro y salió del coche, sabía sus intenciones así que espere a que él me abriera la puerta.
-Te vas a malacostumbrar- dijo Danniel mientras sostenía la puerta, esperando a que bajara del coche.
-Si lo hago será todo tu culpa
Baje del coche y me encontré con los labios de Danniel, un beso cálido, suave y corto. Él me extendió su brazo y con gusto lo acepte.
Entramos al local, había un pequeño escenario al frente, había un chico con gafas y cabello desordenado cantando alguna canción de los ochentas. El lugar era de un tamaño promedio, no había mucha gente y las paredes tenían decorados con luces de neón, al lado de la entrada había una maquina llena de muñecos para ganar con unas pinzas.
-¡Mira!- señalé aquella maquina.
-¿Quieres uno?
-Sí- admití –pero nunca puedo ganar nada, estas cosas son como para elegidos de Dios.
-Pues llámame el Moisés de las maquinas de pinzas.
Él, confiado se acerco a la maquina llena de muñecos con distintas formas de animales. Comenzó a jugar… nada.
-Sí tu fueras Moisés todo un pueblo estaría perdido.
-Espera- dijo él –estoy calentando.
-Muy bien señor “elegido por Dios”.
Confiado inserto otra moneda, parecía concentrado, pero nuevamente falló.
-Bueno- me acerque a él y le puse una mano en el hombro –por lo menos lo intentaste.
-Nada de que lo intente, quieres un muñeco, tendrás tu muñeco.
-Vamos, hay cosas más importantes en la vida.
-Una más y ya, te lo juro, la tercera es la vencida.
Solté un suspiro, tal vez era porque había descubierto que salía con un niño de nueve años y no diecinueve.
-Esta bien.
Me dio un beso en los labios y regreso a la maquina.
Confiado, inserto una tercera moneda, movía aquella pinza de forma segura, había fijado su objetivo y finalmente lo obtuvo, un pequeño elefante, el dio una vuelta emocionado y me beso de nuevo, esta vez con más intensidad.
-¡Lo logre!- grito emocionado.
Solté una pequeña risita, me gustaba verlo así. Danniel saco al pequeño elefante de la maquina y me lo extendió.
-Para usted, hermosa señorita.
-Gracias- tomé al elefante. –¿Cómo podre pagarle?
-Creo que se me ocurre una forma- esbozo una sonrisa y se acerco a mi rostro para besarme.
-Ven- me tomó del brazo.
Me llevo a una mesa, una con una excelente vista del escenario.
-¿Cómo le pondrás?
-¿A qué?
-Al elefante.
-Elefanta, es obvio que es una ella.
-Bueno- sonrió y levantó las manos –es obvio que tú eres la experta en estas cosas.
-Claro- le di un suave beso en los labios –se llamará Juana.
-¿Juana?
-Aja- tome al… a la elefanta de peluche –es un nombre con carácter, un nombre fuerte.
-Me gusta.
Las luces se apagaron, todas excepto una que apuntaba directo al escenario, un señor, que parecía muy animado, salió al escenario y dijo:
-Bienvenidos al concurso mensual de karaoke- un concurso, seguramente fuimos a criticar a la gente –en parejas- ¿qué?
-Dime que no lo hiciste.
Danniel me lanzó una sonrisita para denotar su culpabilidad.
-Estoy a punto de cometer mariticidio- lo amenace.
Subió la primer pareja
-No estamos casados.
-Noviocidio.
-Eso no existe.
-Bueno, si no llego a la fama por tener un tráiler, lo haré por inventar el noviocidio.
-Sonaría mejor novicidio.
-Eso suena a novicia, además…
Danniel me interrumpió con un beso.
-Me encanta la frambuesa.
-¿Eh?
-Tus labios, saben a frambuesa.
-No cambies el tema.
-No lo hago.
Tomo mi rostro de nuevo y sonrío. Otro beso.
El señor animoso de traje, volvió al escenario.
-Muy bien- se arreglo la primer pareja –démosle un fuerte aplauso a Mónica y Arturo. Nuestra siguiente pareja es- miro una lista que llevaba en la mano izquierda –Danniel y Lola.
-Por Danniel  y Lola, se refiere a Daniel con una sola n y a alguien llamada Dolores… ¿verdad?
-No creo- se levanto y con una sonrisa exterminadora me acerco una mano –¿Me acompañas?
Como hipnotizada por sus ojos, accedí y lo seguí.
-Primer noche de Juana y ya me verá hacer el ridículo- murmuré.
-¿Qué?
-Nada.
-Recibámoslos con un fuerte aplauso- dijo el señor del traje.
Todos en aquel lugar comenzaron a aplaudir, un reflector apunto hacía nosotros, comencé a sentir mi corazón a mil por hora, apreté con fuerza la mano de Danniel y trague saliva.
-Todo estará bien- me susurro Danniel al oído.
Las luces se apagaron, quedando la suave iluminación neón de las paredes y la luz tenue de un reflector. Danniel me extendió un micrófono sin soltar mi mano.

La música comenzó a sonar y la letra comenzó a aparecer, Danniel había elegido “Que me quedes tú” de Shakira. Él comenzó a cantar con una voz dulce y afinada, era como si Danniel opacara incluso a la misma Shakira, estaba hipnotizada, el me miró abriendo muchos los ojos, era la señal… o eso parecía, así que me aventure y me anime a cantar, me deje llevar por la música y la voz de Danniel y comencé a cantar.

Datos personales

Mi foto
En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?