Era
sábado por la tarde, la semana había pasado volando. Apenas podía creer que era
la novia de Danniel. Que la semana haya terminado de una forma tan fugaz se
debía a él, habíamos pasado la semana conociéndonos, en una semana aprendí que
su color favorito era el verde, su comida favorita la japonesa (igual que la
mía), que sabia tocar la guitarra… en fin, disfrutaba salir con él, sólo a
charlar, incluso las noches me parecían más cortas, gracias a nuestras llamadas
hasta la una de la mañana.
-¿Aun no
estas lista?- una voz interrumpió mi tranquilidad.
Me
incorpore después de haber estado acostada viendo el techo.
-Si lo
estuviera no estaría acostada, en pijama y viendo al techo.
-¡Lola,
por el amor de Dios- Valeria parecía alterada –son las seis de la tarde, en una
hora vas a ver a…- se quedo callada, seguramente recordando que mi padre la
podría escuchar- a… tus amigos y sigues en pijama!
-Pues ya
te estoy viendo- le lancé una mirada cómplice.
Baje de
la cama de un salto y cerré la puerta de la habitación con seguro.
-Bien-
dije –trata de moderar tu tono, ya sabes que tenemos muros en la costa-. Me
senté en el borde de la cama y la mire. –Okay, necesito que me ayudes a
arreglarme, ya sabes nada que me haga parecer chola, delincuente, prostituta o
las tres al mismo tiempo.
Valeria
soltó un bufido y se limito a decir:
-Esta
bien, veré que puedo hacer.
Valeria
comenzó a rebuscar en mi closet y después de seguramente hacerlo parecer una
zona de guerra se asomo sonriente.
-¡Ya
esta!- grito feliz.
Levanto
en el aire una falda azul con flores blancas, -que me había fascinado y no pude
evitar comprar la ultima vez que salimos de compras- y una blusa blanca con
encaje de tirantes, que era un poco reveladora.
-Me gusto
la idea de la falda, pero ahora me pregunto por qué demonios compre esa blusa.
-Muy bien,
toma- me dio ambas prendas y siguió rebuscando en el closet –saco un suéter
gris largo que quedaba perfecto –problema arreglado.
-Wow-
quede asombrada –es la primera vez que demuestras tu buen gusto.
-No sé si
sentirme halagada u ofendida… en fin, tengo algo que se verá increíble con eso.
Introdujo
su mano en la bolsa que llevaba con ella y saco un par de tacones.
-¡No!-
exclame inmediatamente.
-¿Por qué
no?- preguntó –se te verían bien “bonis”- lo dijo imitando a las bochos.
-Porque a
pesar de que son lindos, se ven como armas de tortura- resople –además no
quiero que acaben descalabrando a alguien.
-¿Eh?
-Nada, chiste
local.
Me
levante de la cama, seguí descalza hasta mi closet y saque un par de alpargatas
grises que combinaban con el suéter.
Mientras
me las calzaba, Valeria saco una plancha para el cabello.
-Te verás
hermosa.
Nuevamente
me senté en un borde de la cama mientras dejaba que Valeria hiciera lo que
quisiera con mi cabeza.
-Que bien
que tu mamá haya aceptado la idea de tú y Danniel juntos- dijo Valeria.
-Lo sé-
ni yo me lo creía, era como un sueño, de no haber porque Valeria me acababa de
quemar la cabeza hubiera creído que de eso se trataba, un sueño. -¡Auch!
-¡Perdón-
dijo en un tono sincero.
Tomé la
bolsa de Valeria y comencé a rebuscar, mientras ella trataba de no hacer un
incendio en mi cabeza, encontré lo que buscaba la bolsita de maquillaje de
Valeria, aunque sólo me pondría un poco, en una de nuestras platicas nocturnas
descubrí que no le gustaban las chicas muy maquilladas, el prefería lo natural.
-Ya
estas- dijo la chica alejándose un poco.
Yo seguía
aplicándome un poco de sombra en los ojos, para dar paso a ponerme un poco de
brillo en los labios, el brillo tenia sabor a frambuesa, lo elegí esperando que
a él le gustará.
-Tu mamá
sabe el plan ¿cierto?- preguntó para confirmar.
-Claro,
le dije a mi papá que saldría contigo y con Demian, mi mamá sabe que no es
verdad, que estaré con Danniel, ustedes tres se encargan de cuidarme la
espalda.
-Oh muy
bien- Valeria esbozo una enorme sonrisa –me siento como una espía.
-Muy bien
señora espía, desconecta esa cosa antes de que causes un incendio- señale a la
plancha para el cabello.
-¿Por qué
clase de persona me tomas?
-Por
Vale, justamente por eso lo digo.
-Vale lo
tiene todo bajo control.
-¿Cómo
aquella vez que intentaste lavar la ropa de tu familia y mezclaste blanca con
la de color?- pregunté –¿O aquella vez que intentaste cocinar lasaña y llegaron
los bomberos? O que me dices de…
-Bueno-
me interrumpió –ya entendí el mensaje, a veces meto la pata.
-A
veces…- murmure.
Ella se
limito a hacerme una mueca, miré el reloj, cuarto para las siete, quince
minutos para ver a Danniel.
-Bien
creo que estoy lista- tomé el celular y una bolsa que había comprado antes de
que Valeria se fuera al retiro y no había tenido oportunidad de utilizar.
La bolsa
me fascinaba, era negra y la correa era una cadena dorada.
Valeria y
yo, salimos a toda prisa de la casa, me acompaño hasta Esquina del cielo, el
lugar acordando para ver a Danniel, entramos y tomamos una mesa, Sebastián se
nos acerco para preguntarnos si queríamos algo, Valeria pidió un té helado, yo
me negué y el chico del delantal fue por la orden de su novia.
-Te
imaginas.
-¿Qué?
-Cuando
hagamos citas dobles- Valeria parecía emocionada. –Tú y Danniel, yo y
Sebastián, será perfecto.
-Era como
lo que queríamos hacer desde primero.
-¿Adónde
irán?
-No tengo
idea- Danniel no me había dicho nada, sólo que era una sorpresa. –Es sorpresa.
-Que romántico.
No pude
contestar, Danniel estaba ahí, apareció detrás de Valeria, estaba guapísimo, su
melena rubia bien peinada, sus ojos hermosos ojos azules, iba vestido de una
forma sencilla, pero aun así se veía radiante. Unos jeans, una camisa gris,
sobre ella una chaqueta negra que ya había visto antes. Lo vi de pies a cabeza
y note que llevaba unas botas idénticas a las que me “presto”.
Me levanté
de la mesa y me colgué de su cuello para alcanzar sus labios y darle un suave
beso.
-¿Botas
nuevas?- pregunté a pocos centímetros de su cara.
-No podía
estar descalzo toda la vida- me dio otro beso y esbozo una pequeña sonrisa.
–¿Lista?
-Lista.
Y salimos
del local a un destino sólo conocido por Danniel.
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