sábado, 29 de marzo de 2014

Capítulo LXI

La sensación que experimentaba era inexplicable, mi pulso se aceleraba, estaba besando… a Mateo. Sus labios eran suaves, aun más que los de Danniel, también tenían un gusto extraño, ¿era acaso ese el sabor de la marihuana?
Abrí los ojos y me separe bruscamente de él.
-Perdón… no sé porque paso…
-No te preocupes- dije recuperando el aliento. –Creo que es hora de irnos.
-Okay- parecía no tener expresión en el rostro.
Salimos del lugar, Mateo seguía sin decir palabra alguna, así como yo. No podía asimilar nada de lo que había pasado, no asimilaba haber besado a Mateo con menos de una semana de conocerlo. Peor aun, no creía que había besado a dos chicos distintos en menos de una semana. Debería mandar mi solicitud al club de las bochos, a este paso entraría rápido.
El camino a casa fue aun más silencioso, sólo escuchaba el ruido del trafico y el de mis pensamientos, los cuales no quería escuchar, era un campo de batalla nuevamente mi moral perdía ante mis deseos. No sabia que estaba pasando, esa no era yo.
-Hemos llegado- finalmente dijo, sin ningún tono reconocible en su voz.
-Bien- suspire –hablamos después.
Mateo no respondió,, abrí la puerta de la camioneta y baje, pero Mateo me puso la mano sobre el hombro, voltee y sentí sus labios de nuevo, un beso corto ligero y suave.
Baje y salí corriendo, sin haber cerrado la puerta, entre corriendo a mi casa, sin ver que había detrás de mi, como si de una persecución se tratara.
-Hola amor- era mi madre con un delantal lleno de harina. –¿Qué tal tu cita con Mateo?
-No fue una cita…- ¿o si lo fue? –sólo salimos como amigos, tú sabes es nuevo-. Como era que no sabia en que plan estaba saliendo con mi vecino, me comenzaba a sentir sucia. –¿Tú que se supone que haces?- trate de desviar la conversación o mejor dicho, el posible interrogatorio.
-Estamos horneando galletas- mi hermana salió de la cocina con un delantal, igualmente sucio de harina. –¿No nos acompañas?
-No gracias, así estoy bien.
Subí a mi habitación y al entrar me arroje sobre la cama, pudiendo sentir la suavidad de la misma, tome mi celular y le mande un mensaje a Valeria, esperando una respuesta o una señal divina, lo que pasara primero.
Mi celular comenzó a sonar, era la respuesta de Valeria:
“Reunión urgente!!!, paso por ti?”

Sabia que Valeria no me defraudaría.

sábado, 22 de marzo de 2014

Capítulo LX

Odio los lunes, si hay algo que odio más que los domingos, son los lunes, gracias a Dios son vacaciones y gracias a Dios, tengo planes con un chico lindo… un chico lindo ¿Cuándo empecé a ver así a Mateo?
Paso por mí casi a la una de la tarde, saludo a mi mamá y seguimos nuestro camino. Una vez en marcha y detenidos en el tráfico comenzó la charla:
-Así que… ¿Adonde me llevas?
-Una sorpresa, no comas ansias- me guiño un ojo.
Me ponía nerviosa, no sabía que Mateo conociera algún lugar de la ciudad, genial de nuevo una batalla entre mi moral y mis deseos, el marcador moral 0 – deseos 1. De nuevo sentía traicionar todos mis principios, ir con un chico que tengo menos de una semana de conocer, a un lugar desconocido, en el auto… camioneta, de un chico  del que prácticamente no sé mucho. A este paso, terminare siendo una bocho el próximo año.
-Llegamos- se estaciono. Yo no veía ningún lugar cerca, el salió y como todo un caballero abrió la puerta para que pudiera bajar, las manos me sudaban, así que evite tomarle la mano.
Abrió la cajuela y saco una caja, ¿armas de tortura?, me estremecí al pensarlo.
Vamos Lola, no puedes ser tan desconfiada, ¿Qué es lo peor que te puede pasar?... aparte de ser secuestrada, violada, vendida en partes, violada y después ser vendida en partes… mejor dejo de pensar.
-¿Ya me puedes decir la sorpresa?- pregunte nerviosa.
-No comas ansias- de nuevo. Sonrió.
Caminamos un poco hasta llegar a un zaguán blanco… eso me ponía aun más nerviosa. Golpeo el zaguán y una voz salió del otro lado.
-¿Qué quieren?- pronuncio la voz ronca.
-Soy yo, Mateo.
Hubo silencio, estaba confundida, muy confundida. También estaba muerta de miedo.
El enorme zaguán se abrió, me extendió una mano, yo me limpie la mano izquierda; estaba cubierta de sudor, y lo tome de la mano para seguirlo, al entrar note un pasillo largo, no había luces, había apartamentos, sin terminar de construir y había un olor extraño, no lo reconocía.
Una chica pasó muy rápido a lado de mí, perdí el equilibrio y alguien me atrapo por la cintura, Mateo, ni siquiera note cuando había dejado la caja en el suelo.
Al recuperar el equilibrio note que había más gente, chicos y chicas algunos patinando, otros fumando lo que parecía ser hierba, otros solo estaban sentados y algunos más estaban en esos cubículos diminutos sin completar, eran una especie tiendas.
-Y bien, ¿te gusta?- por fin dijo Mateo, pensaba que había perdido esa capacidad.
-Claro todo es tan…colorido, lleno de vida, tan… diferente.
-Obvio, porque todo lo igual aburre, si trataras de ser igual a los demás seria patético.
Mateo se agacho y saco dos pares de patines, unos rosas y unos azules intensos.
-Es un estereotipo eso del rosa para las niñas y azul para los niños. Por favor dime que no vamos a patinar.
-Okay, no te lo diré- sonrió y me acerco el par rosas. Realmente odio patinar… bueno no, simplemente tengo miedo de caer y morir, ¡y aun no tengo un romance como el de Ryan y Marissa!
-Créeme soy pésima- dije, mientras agitaba los patines en el aire.
Mateo se sentó en el suelo y se saco los tenis, se puso los patines y se levanto con cuidado.
-Vamos, yo te ayudo- me sonrió, cuando me di cuenta ya estaba sentada poniéndome los patines.
Me extendió una mano y me ayudo a levantarme.
-¿Lista?- me guiño un ojo.
-No, pero tengo seguro dental, eso me hace sentir un poco mejor.
Comenzamos a avanzar lentamente, íbamos tomados de la mano. De pronto sentí la mano húmeda, estaba sudando como nunca antes, me sentía una fuente de sudor, podría apagar un incendio, tal vez mi poder de elegida era lanzar chorros de sudor por las manos.
Íbamos a un buen ritmo, pasando por el lugar, había varios locales ubicados en esos pequeños cubículos que un día estuvieron destinados a ser habitados.
-¿Qué es exactamente este lugar?- le pregunte a Mateo, que aun sostenía mi sudorosa mano.
-No sé exactamente que es- contesto –estaba destinado a ser un lugar para que la gente viviera, no se termino el proyecto y alguien lo convirtió en un paraíso skater.
-Y al parecer también en un fumadero.
-Si… bueno…- guardo silencio.
Seguimos avanzando, el sutil olor a marihuana aumentaba, en los lugares que antes serian departamentos, había tiendas con dueños un poco estrafalarios, chicos con enormes expansiones haciendo tatuajes, en otro vendían joyería. Seguimos avanzando, hasta que me detuve frente a un local.
-¿Qué pasa?- retrocedió Mateo.
-¿Te gustan?- pregunto la chica del local acercándose. Tenía un aspecto muy hippie, pelo rubio con rastas, un piercing en la nariz y un vestido muy colorido.
-Claro, todo es muy… original y colorido- le dedique una sonrisa a la chica.
-¿Quieres algo?- Mateo me tomo por el brazo.
-Este yo… si… pero…
-Pero nada, no seas tímida y elige algo.
Entre al local, mateo me siguió, ya me había adaptado a los patines, había marcos, espejos, en sí muchas manualidades de colores. Habían dos que capturaron mi atención, un espejo rodeado de pedazos de vidrios pintados de varios tonos de morado y un atrapa sueños. Pase mis dedos por las plumas, eran suaves y mis ojos se quedaron posados en aquel espejo.
-¿Te llevaras ambos?- pregunto la chica.
-Yo…
-Claro que se llevara ambos- Mateo no me dejo terminar de hablar. Me dedico una sonrisa mientras le pagaba a la encargada.
La chica tomo el espejo y el atrapa sueños y los metió dentro de una bolsa, y salimos de la improvisada tienda. No sin que antes la chica nos dedicara una sonrisa.
-Gracias por el regalo- le dedique una sonrisa mientras avanzamos.
-Fue un placer- sonrió –pero…- levanto la bolsa –para quedártelos, tienes que ganarme… ¡En una carrera!- salió patinando a toda velocidad.
Lo seguí por el lugar, pasando cerca de rampas (que antes estaban destinadas a ser albercas) y lugares con más gente, había más tiendas de las que imaginaba. Mateo era muy rápido, apenas lo podía ver, cuando entramos a un pasillo, lo perdí de vista, estaba agotada.
-¿Tan pronto te rindes?- pregunto una voz desde atrás.
-Ni en tus sueños, guapo- saque un poco más de fuerzas y lo seguí. Mateo disminuyo su paso.
Cuando por fin estuve cerca de él, perdí el equilibrio, ahora si me tenía que despedir de todos y cada uno de mis dientes. Antes de caer, Mateo me atrapo entre sus brazos, me sonroje de inmediato.
-¿Estás bien?- pregunto el chico de los hermosos ojos de color miel.
-Ahora lo estoy- me quede mirando sus ojos. Esos segundos se estaban convirtiendo en horas, sentía como una corriente eléctrica atravesaba mi cuerpo.

Su cara se estaba acercando a la mía, casa vez más cerca, hasta que paso lo inevitable, Mateo y yo nos estábamos besando.

sábado, 15 de marzo de 2014

Capítulo LIX

Domingo por la mañana, una de las cosas que más odiaba, no había nada más aburrido que un domingo, excepto los domingos por la mañana, a veces me sentía rara, pienso que soy la única persona que los domingos son el peor día de la semana. Pero este domingo era distinto, un domingo de día de chicas, algo que hago con mi mamá desde antes que Sofía naciera, claro que la pequeña se nos ha unido con el tiempo, un día de chicas podía tratarse de dos actividades: hacer un maratón de “Gilmore girls” o ir de compras. A pesar de que he visto todas las temporadas, amaba ver esa serie con mi mamá, es su serie favorita, ver “Gilmore girls” y comer helado es un habito, algo que no podemos evitar, es como morderse las uñas, y este mes tocaba ver “Gilmore Girls”.
Cuando por fin llego la hora de comenzar nuestro ritual mensual, mi papá salió de la casa, yo saque dos litros de helado, fresa y chocolate, y claro había preparado por lo menos tres paquetes de palomitas, después de esto necesitaría una rampa para subir y bajar de las escaleras rodando.
Sofía y yo nos sentamos en el sillón, esperando a nuestra tercera acompañante, se estaba tardando bastante.
-¡Má!- grite -¿Qué haces?
-¡Ya voy!- grito desde otra parte de la casa, seguramente de su habitación.
No pasaron más de diez minutos cuando mi mamá llego, en la mano llevaba un DVD pero no precisamente el de la serie.
-¿Qué es eso?
-Una sorpresa- sonaba emocionada.
-Entonces no sabremos como fue el primer día de Rory en Yale.
-Lola, has visto ese capítulo más de tres veces.
-Ya sé, pero que tal si esta vez es diferente.
Mi madre soltó una especie de gruñido.
-Les tengo algo mejor- me acerco la caja de un DVD.
-¿Un DVD pirata?- estaba confundida – ¿por lo menos es de terror?
-No- soltó mi mamá –es el video de mi boda.
-¿Ya existían los DVDS?
-No sé, pero lo convertí de un VHS- se sentó en medio de nosotras –quería mostrarles como fue ese día.
-¿Qué es un VHESO?- pregunto Sofía.
-Algo que nuestros ancestros utilizaban para ver sus videos cursis.
-¡Lola!- exclamo mi mamá. –Nosotros también teníamos uno.
Mi mamá, puso el DVD y este se comenzó a reproducir, la primera toma era de una iglesia y un montón de gente reunida, la mayoría de la gente que estaba ahí era desconocida para mí.
-¿De qué año es esto?- pregunté, con un poco de vergüenza, no sabía en qué año se cazaron mis padres, soy un fracaso de hija.
-1998- mi mamá seguía atenta a la pantalla –yo tenía veinticinco años.
La siguiente escena era mi mamá, bajando de una especie de camioneta, iba acompañada del abuelo y la abuela, llevaba un vestido blanco, muy elegante y con una larga cola, se veía bastante delgada, debía admitir que el parecido conmigo es bastante asombroso, los mismos gestos, las mismas expresiones, los mismos ojos. La única diferencia era en el pelo, totalmente lacio y achocolatado eso se lo quedo Sofía, a decir verdad estaba celosa de eso.
-Que joven te veías- dije sin apartar la vista de la pantalla.
-¿Me veía?
-Bueno más joven- aclare.
-Bueno, eso de tener una hija casi quinceañera y una de 7 años te envejece ¿no crees?
-Hubieras empezado a tener hijos a los 17 así tendrías, 31 y no te sentirías tan vieja.
-Claro, y mis hijas tendrían un apellido distinto cada una.
La imagen, ahora era del interior de una iglesia, ellos estaban ahí, frente al padre quien decía un sermón. Al lado de mi mamá, estaba mi papá (obviamente), se veía muy distinto, el pelo libre de canas, negro como la noche, más delgado, sin sus lentes.
-¿Ese es papá?
-No, es mi primer esposo que tuve antes de su padre, y asesine para quedarme con su fortuna- lo dijo con todo el sarcasmo del mundo. Hizo una pausa -¡Claro que es su padre!- finalmente exclamo.
Llego la parte de los votos, ambos hablaban sobre el amor eterno que se prometían, de que nunca acabaría su amor, todas esas cosas con que la mayoría de la gente sueña, una de las más atentas era Sofía.
No tardo en llegar la parte de la fiesta, gente vestida horriblemente, la ropa era demasiado noventera, al igual que la música, principalmente boy bands de los noventas. El baile entre mis padres fue la parte más cursi.
-¿Recuerdas lo que le dijiste mientras bailaban?
-Claro- soltó un suspiro y sonrió, una de esas sonrisas tontas cuando piensas en algo feliz o algo que te encanta recordar. –Le hable sobre lo guapo se veía ese día, que no podía esperar a pasar el resto de mi vida a lado de él, incluso de la gran familia que tendríamos, de los muchos niños que quería tener corriendo por la casa todo el tiempo.
-¿Y qué paso con el plan de tener más hijos?
-Me di cuenta de que con dos era suficiente. Además mírame, si hubiera tenido más no podría haber mantenido este cuerpazo.
-¿Pero yo soy tu favorita verdad mami?- Sofía por fin dijo algo. Yo creí que era muda.
-Las dos son mis hijas favoritas- nos abrazo fuertemente.
-Somos las únicas.
-¡Shhh!, no rompas la magia.
En la pantalla aparecieron, más personas, más conocidos, los padres de mis padres y con ellos la hermana de mi mamá y los hermanos de mi papá.
-Cristo redentor- solté -¿esa es la tía Alicia? ¿Qué onda con su pelo?
-Así es, entonces tenía quince años- pareció reír. –Estaba peinada igual que su ídola en ese momento, Farrah Fawcett.
-¿Quién?- pregunto mi hermanita.
-Alguien muy famosa en la época donde los dinosaurios reinaban el planeta- sonreí burlonamente.
-¿No sé molesto por haberte casado cuando ella cumplio quince?, yo me hubiera molestado si mi hermana hubiera opacado mis quince años.
-No se molesto, de hecho ni siquiera los quiso celebrar, quiso un viaje- hizo una pausa. –Por cierto, tú cumples quince en menos de un año.
-Gracias por recordármelo, casi creía que iba a cumplir 18, gracias por haber evitado que me hiciera un tatuaje, creyendo que era mayor de edad.
-Es en serio, ¿vas a querer una fiesta?
-No lo sé, no le había pensado- la idea de unos quince años me parecía muy poco atractiva, no soy fan de ese tipo de cosas, pienso que son muy frívolas. –Te aviso antes de escaparme con mi novio motociclista o antes del apocalipsis zombi lo que pase primero.
Mi mamá soltó un gruñido, yo seguía mirando la pantalla sin perder de vista a mi tía Alicia, siempre me pareció de lo más original, era la persona más diferente al resto que he conocido, no estaba casada, no tenía hijos, siempre estaba viajando a mil lugares distintos, tenia al menos tres años que no la veía, es impredecible.
La película termino, mi padre llego un rato después, había estado con sus amigos, “un privilegio” que se le da una vez al mes, gracias a la tarde de chicas.
-¿Qué tal la tarde de chicas?- pregunto mi papá, que levantaba a mi hermana en sus brazos.
-¡SÚPER!- grito mi hermanita.
-¿Qué hay de ti Lola? ¿Te divertiste?
-Digamos que aprendí mucho de historia.
Ayude a recoger el pequeño desastre que hicimos, a decir verdad, era la primera vez que casi no tocábamos la comida, comer era algo esencial de las tardes de chicas.
Cuando por fin terminamos de limpiar, me dirigí a mi habitación, cuando puse un pie sobre el primer escalón para subir a mi habitación, mi celular comenzó a sonar, un mensaje. Era Mateo.

“Planes para mañana? ;)”.

sábado, 8 de marzo de 2014

Capítulo LVIII

Después de bañarme, me quite lo que quedaba del barniz en mis uñas, tome otro del montón, esta vez serian azules, azul marino. Mientras pintaba los dedos de mi mano izquierda, mi celular comenzó a sonar, un mensaje, de Valeria: “Qué paso? Cuéntamelo todo por Skype, AHORA!!!
Me conecte en skype, lo primero en aparecer fue la llamada de Valeria.
-Hola- me saludo. La habitación estaba poco iluminada, ella estaba sentada frente a la laptop, notaba que llevaba una camisa muy floja. Estaba en pijama.
-Hola- agitaba mi mano izquierda para secar el barniz.
-¿Qué tal la cita con Danniel?- pregunto.
-No era una cita- conteste. –Además ni siquiera fue.
-Que cretino- agito el puño. –Entonces ¿Qué me tenias que contar?
-Estuve toda la tarde con Mateo.
-¡Oh por Dios!, cuéntame todo- puso una sonrisa.
Le conté todos los detalles, mientras me pintaba las uñas de la mano derecha, le conté todo sin omitir ningún detalle, Valeria hacía gestos y ademanes, era como contarle un cuento a una niña pequeña.
-¿Y bien?- agitaba la mano derecha
-Im-pre-sion-ante- soltó después de una pausa. –Amiga, no te das cuenta ¡le gustaste!
A este punto no estaba muy segura para contradecirla, ¿le podría gustar al vecino?
-Y creo que él me gusta a mi- solté.
 -Pero ¿aun te gusta Danniel?
-No sé- estaba confundida –es difícil.
-No lo es- se puso seria –debes de admitir que lo tuyo con Danniel es imposible, además si te gusta Mateo, ¿Por qué no sales con él?
-Porque, no me ha dicho que le gusto, porque no me invito a salir, porque…
-Porque te da miedo- me interrumpió. –Si no te invita a salir, hazlo tú, Lola, estamos en el siglo veintiuno, ¿Qué no has aprendido nada de mí?
-Claro, que la castidad deja de ser divertida a los catorce.
-Ash.
-No te enojes- sonreí burlonamente. –Mejor dime, ¿Qué harás mañana?
-Obligar a Sebas a ver “Gossip girl” conmigo, he comprado todas las temporadas- me guiño un ojo. –Y que hay de ti ¿Qué harás mañana?
-Tarde de chicas- una de nuestras costumbres con mi mamá, lo hacemos desde que tenía seis años, una vez al mes.
-¿Irán de compras?
-No mañana toca quedarnos en casa y hacer maratón de “Gilmore Girls”.
-Oh- soltó ella. –Bueno Rory, tu Kim Lane, se va a dormir- sonrió. –Sueña con tus novios- me mando un beso y guiño un ojo, y colgó antes de que pudiera decir algo.

Cerré Skype y apague la computadora, me dormí casi en seguida, deseando no tener ningún sueño extraño.

Datos personales

Mi foto
En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?