La sensación
que experimentaba era inexplicable, mi pulso se aceleraba, estaba besando… a
Mateo. Sus labios eran suaves, aun más que los de Danniel, también tenían un
gusto extraño, ¿era acaso ese el sabor de la marihuana?
Abrí los
ojos y me separe bruscamente de él.
-Perdón…
no sé porque paso…
-No te
preocupes- dije recuperando el aliento. –Creo que es hora de irnos.
-Okay- parecía
no tener expresión en el rostro.
Salimos
del lugar, Mateo seguía sin decir palabra alguna, así como yo. No podía
asimilar nada de lo que había pasado, no asimilaba haber besado a Mateo con
menos de una semana de conocerlo. Peor aun, no creía que había besado a dos
chicos distintos en menos de una semana. Debería mandar mi solicitud al club de
las bochos, a este paso entraría rápido.
El camino
a casa fue aun más silencioso, sólo escuchaba el ruido del trafico y el de mis
pensamientos, los cuales no quería escuchar, era un campo de batalla nuevamente
mi moral perdía ante mis deseos. No sabia que estaba pasando, esa no era yo.
-Hemos llegado-
finalmente dijo, sin ningún tono reconocible en su voz.
-Bien-
suspire –hablamos después.
Mateo no respondió,,
abrí la puerta de la camioneta y baje, pero Mateo me puso la mano sobre el
hombro, voltee y sentí sus labios de nuevo, un beso corto ligero y suave.
Baje y
salí corriendo, sin haber cerrado la puerta, entre corriendo a mi casa, sin ver
que había detrás de mi, como si de una persecución se tratara.
-Hola
amor- era mi madre con un delantal lleno de harina. –¿Qué tal tu cita con
Mateo?
-No fue
una cita…- ¿o si lo fue? –sólo salimos como amigos, tú sabes es nuevo-. Como
era que no sabia en que plan estaba saliendo con mi vecino, me comenzaba a
sentir sucia. –¿Tú que se supone que haces?- trate de desviar la conversación o
mejor dicho, el posible interrogatorio.
-Estamos
horneando galletas- mi hermana salió de la cocina con un delantal, igualmente
sucio de harina. –¿No nos acompañas?
-No
gracias, así estoy bien.
Subí a mi
habitación y al entrar me arroje sobre la cama, pudiendo sentir la suavidad de
la misma, tome mi celular y le mande un mensaje a Valeria, esperando una
respuesta o una señal divina, lo que pasara primero.
Mi
celular comenzó a sonar, era la respuesta de Valeria:
“Reunión
urgente!!!, paso por ti?”
Sabia que
Valeria no me defraudaría.
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