sábado, 1 de marzo de 2014

Capítulo LVII

Mi sábado había pasado tarde, cuando note ya eran las cuatro de la tarde, vería a Danniel en menos de una hora, me fije en el espejo, no sé si debería ver a Danniel vestida así. Abrí mi armario y comencé a sacar ropa, no me decidía, trate de no hacer un desastre… demasiado tarde, cuando le decidí, muchas de mis prendas estaban ya en el suelo.
Mientras recogía el desastre, tome una falda, una falda ligera, perfecta para el verano, tenía un estilo hippie que me recordaba porque la había comprado, me quedaba perfecta, me llega arriba de las rodillas. Elegí una blusa, azul agua, se veía bien con los tonos azulados de la falda, saque unas sandalias, me las abroche y estaba lista, solo faltaba hacer algo con mi pelo. Tome una pañoleta, una de color azul, me la anude en el pelo haciendo una perfecta cola de caballo, ¿le gustara el color azul? ¿o solo pensara que soy un pitufo?
No me puse nada más en la cara, que delineador para ojos y rímel, ambos negros. Salí de casa, mis padres estaban ocupados, ni siquiera notaron cuando me despedí.
Llegue al parque y me senté en un banco, apenas estaba asimilando que unas horas antes, en ese mismo parque, mi mejor amiga, me hablo sobre como su novio la desvirgo mientras estaban ebrios.
Me puse los audífonos y comenzó a sonar “Come & get it” de Selena Gomez y así comenzó mi espera.
El clima no parecía empeorar, este día no llovería, el cielo estaba despejado, la gente pasaba, mientras yo esperaba. La hora había llegado, pero él no, lo espere 15 minutos, pasando los 15 minutos decidí esperarlo un rato más… aproximadamente una hora, no vendría, de seguro solo fui una broma más, un juego de universitarios, al parecer el gano más puntos por engañar a una niña de secundaria, incline mi cabeza y puse las manos sobre las piernas, las apreté sobre la falda, no me había dado cuenta de que me había quitado el barniz de las uñas, una gota cayó sobre mi mano, estaba llorando, genial, llorando por un chico que no me quiere, que solo me beso mientras estaba ebrio, que bueno que esta parte del parque no se ve desde la casa, o si no mis padres verían lo patética que es su hija. El rímel se me estaba corriendo, me lo limpie con el brazo. La música cambiaba, ahora era “Ordinary day” de Vanessa Carlton, algo cayó sobre mi falda era un…. ¿cheeto?
Me quite los audífonos y levante la mirada y ahí estaba él, con una bolsa de cheetos.
-¿A que vino eso?
-Los cheetos mejoran todo- dijo con una enorme sonrisa, me acerco la bolsa pero  negué con la cabeza. -¿Qué tienes?
-Nada.
-Bueno pues la gente no llora por nada- se sentó al lado de mi y me seco una lagrima. –Anda puedes decirme- Mateo insistió.
-Me… me dejaron plantada.
-Vaya, que cretino- dijo con una voz sincera –dejar plantada a una chica tan guapa, que idiota… perdón, si estas llorando por él, debe de ser importante para ti.
-Descuida no hay problema- suspire.
Hubo silencio, no fue de esos silencios incómodos, sino uno de esos, que parecían programados, de muto acuerdo.
Me sujeto del brazo y me levanto, no entendía que pasaba.
-Bueno, ya que saliste para tener una cita, hagamos eso, divirtámonos- sonrió.
-No tienes porque, en serio, además no era una cita en sí- sentía como el pulso se aceleraba, cuando me tomaba del brazo.
-Es verdad, no tengo porque- hizo una pausa –pero quiero, entonces ¿Qué dices?
-Digo, que sí- sonreí.
-¡Mira!- grito. Me jalo del brazo y me llevo corriendo a un puesto de helado.
-Wow, de verdad que te gusta el helado.
-Claro, es una de las pequeñas cosas que tienes que disfrutar, como besar.
De nuevo me sonroje.
-¿De qué quieres tu helado?- me pregunto.
-Fresa está bien.
-Okay- sonrió. –Me da un helado de fresa y uno de chocolate- le dijo al encargado, este le entrego dos conos de helado, me dio a mí el de fresa y extendió un billete al encargado.
Me llevo a los columpios y comenzamos a platicar.
-Entonces… ¿extrañas tu ciudad?
-La verdad, es que, no- dijo –pero si extraño a mis amigos.
-¿Tenias muchos amigos?- lamí el helado, valla que era rico.
-No, unos 3, tú sabes, no importa la cantidad de amigos que tengas, sino mas bien el tipo de amigos, ¿entiendes no?
-Claro, solo tengo dos amigos y creo que con eso me basta- y era verdad, Demian y Valeria eran las mejores personas que había conocido.
-¿Entonces yo no soy tu amigo?
-Claro que sí, me refería a que ellos…
-Ya sé- se rió –te entiendo perfectamente.
Su risa, me hacia sonrojarme.
-¿Quieres probar de mi helado?- pregunto acercándome su cono.
-¿Qué?
-¿Qué si quieres probar mi helado?
-Claro- sonreí. Acerque los labios al helado, valla estaba delicioso. Sentí frio, valla me había embarrado el helado.
-Eres un…- grite, era tarde él estaba corriendo.
-Ven atrápame si puedes- dijo divertido.

Así comencé a seguirlo por el parque, corría rápido, imposible seguir su paso, al final él fue el que me termino atrapando. Cuando lo hizo nos tiramos en el pasto, estaba exhausta, mire sus ojos, sus hermosos ojos color miel que solo me veían a mí. Me dedico una sonrisa. La tarde paso rápido, solo éramos él y yo disfrutado la tarde, hablando, jugando y riendo. Tenía mucho tiempo que no me la pasaba tan bien con un chico… incluso olvide la grosería de Danniel.
Cheeto pusheen!

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En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?