martes, 26 de febrero de 2013

Ayúdanos a crecer

Hola, me gustaría invitar a todos los lectores de "En una esquina del cielo" a que inviten a sus amigos a que lean esta historia que poco a poco va creciendo, para los que aun no nos siguen en nuestras redes sociales son estas:
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sábado, 23 de febrero de 2013

Capítulo XI

Habían pasado quince minutos ya, de que Demian se había ido, eso significaba que eran las dos y media, la lluvia había reducido su intensidad, pero no se había detenido aun. Sentí un vacío en el estomago, pff, tenía hambre, mi estomago gruñía, implorando por algo de comer, revise mis bolsas en busca de algo de dinero, pero nada, esperanzada me puse a hurgar en mi mochila, en busca de algo de dinero, para intentar calmar un poco la sensación de hambre, corrí con suerte, encontré algo de dinero, entre todo el desorden que tenia ahí dentro.
Guarde todo de nuevo y me levante, me dirigí a la máquina expendedora, aunque estaba un poco lejos. Me moje a mis paso, atravesando charcos, sentía mis pies fríos debido al agua que atravesaba los calcetines, llegue a la máquina expendedora de golosinas, y rápidamente me decidí por una barra de chocolate, regrese al lugar donde estaba sentada. ¡Vaya!, eran ya las dos cuarenta y cinco, me senté, y con cuidado quite la envoltura del chocolate, y empecé a comer; me puse los audífonos y coloque música en aleatorio, ahora sonaba “Bad Day” de Daniel Powter; vaya como si no fuera suficiente, ahora hasta la música que llevaba en el celular, me recordaba, que ese no estaba siendo el mejor día de mi vida. Mientras me comía el chocolate, hacia un recuento de las desgracias que me habían pasado durante el día, no sabía si empezar, por la madrugada, desde que no pude dormir o desde que me dormí en clases; perro terminaba con el hecho de que estaba empapada y abandonada. Y claro, lo de estar completamente mojada, no era del todo malo, cuando éramos pequeños, a Demian, a Valeria y a mí, nos encantaba jugar en los charcos bajo la lluvia.
La tranquilidad, y el silencio se rompieron gracias a mi tono de llamada, era mi papá.
-Papá, ¿qué paso?- pregunte yo, no sabía porque, pero sentía un nudo en la garganta, pero en definitiva, no, no iba a llorar -¿Por qué te estás tardando tanto?
-Disculpa, ya casi llego- dijo –tuve un incidente con la llanta, y a eso agrégale la torrencial lluvia.
-Pero por favor date prisa, muero de frio- cosa que no era falsa, era el efecto de estar empapada, de pies a cabeza.
-Ya, ya, estaré ahí en 5 minutos.
-Ok te espero- y sin decir más colgué.
Y así paso, mi papá no tardo mucho en llegar, me mando un mensaje avisando que estaba afuera, así que salí, y el estaba ahí parado con una sombrilla, vestido con un pantalón negro y una camisa blanca desabotonada de la parte superior y por supuesto sus típicos lentes, estaba muy sucio, por lo que me quedo claro que, él intento cambiar la llanta. Lo salude con un beso y le dije:
-Por favor dime que llamaste a un profesional.
-Hey ¿que yo no soy un profesional?
-Te diría la verdad, pero heriría tus sentimientos.
-Bueno, gracias que considerada- dijo con algo de sarcasmo – ¿y tú? ¿Aprovechaste la lluvia para bañarte?
-No, es que mi papá es un hombre muy cruel, que me hace esperarlo una hora.
-No, pues tu papá es un ser malvado- dijo divertido –vámonos ya.

Después de estas palabras, subimos al auto, y dimos marcha a la casa. Me puse los audífonos de nuevo, y ahora sonaba “Alguien” de Jaime Kohen. Lo cual me sirvió para recordar, que Demian no me dijo quien era la persona que le gustaba.

sábado, 16 de febrero de 2013

Capítulo X





Capítulo X:
Eran las dos de la tarde, todos salían apresurados, todos querían disfrutar de dos días de libertad, los dos últimos días sin presión, debido a que el lunes comenzaban los exámenes.
No tarde mucho en recibir un mensaje de texto, de mi padre, para variar llegaría tarde por mí, claro el tráfico es horrible, pensando que vivo en la ciudad más grande del mundo. Fui a sentarme un rato, esperando a que mi padre llegara, y claro, a que no lloviera, al mismo tiempo que el cielo se nublaba cada vez más, apareció Demian, caminando tranquilamente hacia mí. Cada vez se acercaba más, y me sonreía, llego exactamente a la mesa en la que yo estaba sentada, y se sentó justo frente de mí.
-Hola, otra vez- dijo Demian – abandonada otra vez ¿eh?
-Hola- conteste con una sonrisa –claro abandonada una vez más, la misma historia de siempre– dije, con tono de resignación –oye ¿y tú qué haces aun aquí?, por lo general eres de los primeros en llegar, y de los primeros en irse.
Su expresión cambio, después de lo que dije.
-Este… si, veras… el tráfico y todo eso- dijo comenzando a divagar –además no creo que mi papá se tarde mucho.
-Ah ok, espera… ¿tu papá?- dije, sorprendida.
La causa de mis sorpresa, ante su respuesta es que, en 7 años que llevamos de conocernos, su papá nunca, había ido por él a la escuela, siempre, habia sido su mamá.
-Si mi papá, ¿tiene eso algo de raro?- pregunto, por fin.
-Bueno, pensando que en todos los años que tengo de conocerte, la persona, que siempre ha pasado por ti a la escuela, ha sido tu mamá.
-Bueno, hay que variar de vez en cuando, ¿no crees?
-Bueno ya, cambiemos de tema- dije, con tono de curiosidad –que te parece, si hablamos de Vale.
-¿De Vale?- pregunto, con cierta confusión – ¿le paso algo? ¿Tiene algún problema? ¿O qué?
-No, nada de eso- dije, poniendo una sonrisa. Me sorprende que, no se dé cuenta, de que Valeria, este enamorada de él. –A lo que me refiero, es si… ammm... como explicarme. ¿Te gusta Vale?
-¿Qué?, Lola ¿De dónde sacas esas cosas?- dijo, con tono de molestia e incomodidad.
-Vamos, se les nota un montón, solo que ninguno de los lo quiere reconocer.
-Nada que ver- dijo, pasando de molesto a serio.
-Vamos, admítelo tú, ya que ella nunca lo hará.
-No hay nada que admitir.
-Ohh vamos, yo sé que si te gusta.
-¡Que no Lola!- grito, de nuevo enojado –perdón, por reaccionar así, es solo que… no me gusta Valeria, no digo que no me guste alguien, es solo que no es ella.
-¿A no?, entonces cuéntame, ¿Quién te gusta?- dije, mostrándome aun más curiosa.
-Bueno… la verdad es que, es lo opuesto a Valeria.
-Y esa persona es…
-Y esa persona es… ahh es que no me siento cómodo diciéndolo.
-Vamos Demian, dímelo ya, somos amigos ¿no?
-Bueno… es que… veras… la persona que me gusta es…
De pronto, un estrepitoso trueno resonó, sobre nosotros, y miles de millones de pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer sobre nosotros, Demian y yo, nos levantamos de nuestros asientos, y salimos huyendo del lugar. Corrimos a través del patio, buscando un refugio, donde protegernos de la lluvia, los charcos que se formaban, mojaban mis tenis, puedo sentir incluso el agua traspasando los calcetines, realmente odiaba esa sensación. Encontramos refugio, en un edificio de la escuela, nos sentamos en las escaleras, mi pelo estaba totalmente mojado, al igual que mi sudadera y el resto de mi, Demian ni se diga, sus lentes estaban completamente empapados, no sé cómo podía ver tan bien, o más bien ¿podía ver?
Comencé a reír.
-Cristo redentor- dije, la risa apenas me dejaba articular palabras –míranos somos un desastre- sacudí mi melena, salpicando a Demian, este retrocedió.
Nos dirigimos, a sentarnos en las escaleras, observaba como la lluvia cubría todo, mientras Demian, limpiaba sus lentes. Sólo se podía escuchar el sonido de la lluvia cayendo, a pesar de que el timbre había sonado quince minutos antes, ya no había nadie más que nosotros, o al menos eso pensé. La escuela se mostraba tan tranquila, sin nadie más alrededor. De pronto, la calma se vio interrumpida, por el ruido era el celular de Demian.
-Hola má- dijo el chico de los lentes, con cierta serenidad –si aun estoy aquí, esperándote… ok… si está bien… ya voy.
Con cuidado guardaba de nuevo el celular en su mochila, se puso los lentes de nuevo, y se acerco a mí.
-Bueno Lola- dijo –fue entretenido empaparme contigo, pero me tengo que ir.
-Claro, debemos repetirlo más a menudo- dije divertida. Seguido de esto, nos despedimos con un beso en la mejilla. –Te mando un mensaje, en cuanto llegue a casa.
-Muy bien- dijo este, alejandose –nos vemos.

Demian, salió corriendo y levantando la mano, como señal de que se despedía, corría como si tratara de esquivar la lluvia, veía como desaparecía. De nuevo me encontraba sola, me dirigí a los escalones, para sentarme; me puse los audífonos y empezó a sonar “Día de enero” de Shakira, mientras veía la lluvia caer, esperando a que mi papá llegara por mí.

sábado, 9 de febrero de 2013

Capítulo IX


Sentía que los ojos se me humedecían y me escocían, pero contenía las ganas de llorar, no quería que Ignacio, ni nadie me viera, llorar, no estaba deprimida por el hecho de que había visitado la oficina del director, la verdad me importaba un comino ese asunto en ese momento. Pude recordar la ley de Murphy “todo lo que sale mal, puede salir peor” aplicaba directamente en mi, podría verlo reflejado en mi “incidente” de ayer, una simple caminata a través del parque, termino en un choque inesperado con el chico de mis sueños, digo podría haberme tropezado con un extraño o roto la pierna, pero no, tenía que chocar con Danniel.
–Gracias- dije a mi misma- gracias a las fuerzas celestiales o a quien controle esas cosas, pueden hacer algo mejor que tal ¿qué me caiga un rayo ahora mismo?
A decir verdad mi vida ha estado llena de incidentes todo el tiempo, recordaba que a los 7 años, en mi fiesta de cumpleaños tire todo el pastel encima de mí, a los 8 fui atacada por un pato en un estanque. Llegue al salón de clases, a punto de recordar una persecución por parte de un grupo de abejas; otra gran y divertida anécdota de Lola.
Estaba tan distraída pensando en mi desgracia, que llegue al salón de clases… al salón de clases equivocado, ni siquiera me había dado cuenta de que ya no estaba con Ignacio.
–Lo volviste a hacer Lola- dije para mis adentros -otra gran anécdota más para lista.
Me fui sonrojada del lugar hasta el salón de clases, mi verdadero salón de clases.
Entre al salón, directamente me dirigí a mi lugar, por lo que pude ver, Valeria hacia caso omiso a las indicaciones de la mañana, y regreso al lugar de siempre, donde podía estar cerca de Demian y de mi. Vi la hora y me di cuenta de que tocaba la clase de artes, o como nos gustaba llamarla la clase de no hacer nada, y platicar, con quien este al lado tuyo. Vi como el profesor entraba, detrás de mí, un señor de pelo blanco, bajito y bastante mayor (aunque no tanto como Gerbrutis) sin duda era uno de mis profesores favoritos, podías hacer lo que quieras, siempre y cuando no hiciéramos demasiado ruido, sólo bastaba entregar, unos garabatos y hacerlo parecer un dibujo.
En cuanto me senté, Valeria comenzó a hablar.
-¿Y bien que paso?- preguntaba Valeria, con un tono de curiosidad, que me pareció algo molesto.
-Que no paso- dije con tono de frustración –mi existencia es un caos, el lunes después de la escuela me tengo que quedar, a ayudar con la reorganización de la biblioteca.
-Pero, ¿Por qué el lunes?, se supone que estudiaríamos saliendo de la escuela - dijo Valeria con un tono de indignación en su voz.
-Corrección- dijo Demian –yo iré a intentar enseñarles algo, mientras ustedes chismorrean acerca de Danniel.
-Ay bueno tu siempre quejándote- dijo Valeria –además no estoy tan perdida como crees.
-Ah ¿no? Valeria, en el último examen me copiaste hasta el nombre.
-Bueno es que estaba distraída, suele suceder ¿no lo crees Lola?
-Bueno- le dije yo a Valeria –eso ya no es estar distraída, eso es ser medio, bruta.
-Gracias Lola- dijo Valeria, con una expresión de querer acecinarme –ya se a quien llamar cuando mi casa se incendie.
-No seas tan dramática Vale- dijo Demian, arreglándose los lentes.
-Pff, no vino el metiche, pero esta Demian- dijo esta, defendiéndose.
Aunque no era una gran mentira, ni un secreto, que Valeria exagerara o dramatizara las cosas, todo el tiempo.
Y bueno, no tardo mucho tiempo, para que esos dos ya estuvieran peleando, a veces era cómico, ver o escuchar a ese par discutir; desde que nos conocemos, siempre había sido así: Valeria decía algo, Demian la corregía, para que después Valeria, le lleve la contraria, intentando parecer que ella tenía la razón, y después de esto Demian la corregía de nuevo, para finalmente dar paso al boom, es decir a una discusión interminable entre esos dos.
Por más que me gustara verlos discutir, era hora de separarlos, antes de que empezaran con los insultos más fuertes; o peor aun que empezaran a gritar, que de por sí, parecía que estaban gritando, ahora si gritaran en serio, México y el mundo se enterarían de su amor.
-Hey, ustedes dos, pueden dejar ya de pelear- dije, sabiendo que después de lo que diría, me ganaría un insulto –ya digan que se aman, y asunto arreglado, no afectara para nada nuestra amistad.
Ambos me atacaron, claro que la que me ataco, con palabrotas que ni conocía fue Valeria. Después de apaciguar a ambos, cambiamos de tema, hablando de cosas como las vacaciones, y el verano y así paso, la clase de artes, para dar paso a inglés, una clase que de verdad me interesaba.

Cuando me di cuenta, la clase había terminado, lo cual significaba que era libre, libre por un fin de semana, claro, tenía que estudiar para el lunes; pero eso no me deprimía mucho.

sábado, 2 de febrero de 2013

Capítulo VIII

Todos me miraban con cara de incertidumbre,  tal vez por el nombre que acababa de mencionar.
-Señorita Lola, puede mantener la calma, por favor y decirme quien es ese joven llamado Daniel- dijio el profesor.
-Este yo…. Ammm estaba distraída- dije deseando, estar durmiendo y que esto sea parte de la pesadilla.
-Nos pudimos dar cuenta. Ahora podría salir con Ignacio, el nuevo prefecto que ya la llaman en la dirección.
Cruce el salón de clases apenada, todos me miraban, llegue a la puerta y me dirigí a la dirección con Ignacio. Se ve demasiado joven para ser prefecto y vaya que es apuesto, le calculaba veinticinco años por mucho, era muy alto al parecer 1.85, rubio y unos ojos cafés muy grandes, tenia una barba que le da cierto tono de madurez.
Perdí tanto tiempo admirándolo que sin darme cuenta ya estábamos afuera de la oficina del director, en que problema estaré metida ahora.
-Señorita Ferro, que raro verla por estos rumbos tome asiento por favor- dijo el director muy serio - ¿Sabe por qué esta aquí?
-No señor director- dije titubeante.
-Su comportamiento es muy bueno señorita Ferro, pero hoy dejo mucho que desear, ¿Cómo que quedarse dormida en clases?
-Disculpe señor director, anoche no pude dormir y…
-No hay excusa alguna señorita Ferro, usted está comprometida con la institución- dijo la voz chillona y molesta de la profesora Gertrudis- debe de recibir un castigo.
-Y así será profesora, debido a tu buena disciplina, no te pondré un reporte- dijo él con tono amigable, yo sentí un gran alivio después de escuchar aquellas palabras. -Pero el lunes después de clases te quedaras en la escuela y ayudaras con la organización de la biblioteca.
¡Cristo redentor! ¡La biblioteca, el lunes! Debia de ser una broma, saliendo de la escuela, tenía planes para estudiar con Vale y Demian, me sentí tan frustrada.
-Bien señorita Ferro, si no tiene nada más que decir, puede regresar a su clase.

Datos personales

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En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?