Sentía que los ojos se me humedecían y me
escocían, pero contenía las ganas de llorar, no quería que Ignacio, ni nadie me
viera, llorar, no estaba deprimida por el hecho de que había visitado la oficina
del director, la verdad me importaba un comino ese asunto en ese momento. Pude
recordar la ley de Murphy “todo lo que sale mal, puede salir peor” aplicaba
directamente en mi, podría verlo reflejado en mi “incidente” de ayer, una
simple caminata a través del parque, termino en un choque inesperado con el
chico de mis sueños, digo podría haberme tropezado con un extraño o roto la
pierna, pero no, tenía que chocar con Danniel.
–Gracias- dije a mi misma- gracias a las
fuerzas celestiales o a quien controle esas cosas, pueden hacer algo mejor que
tal ¿qué me caiga un rayo ahora mismo?
A decir verdad mi vida ha estado llena de
incidentes todo el tiempo, recordaba que a los 7 años, en mi fiesta de
cumpleaños tire todo el pastel encima de mí, a los 8 fui atacada por un pato en
un estanque. Llegue al salón de clases, a punto de recordar una persecución por
parte de un grupo de abejas; otra gran y divertida anécdota de Lola.
Estaba tan distraída pensando en mi
desgracia, que llegue al salón de clases… al salón de clases equivocado, ni
siquiera me había dado cuenta de que ya no estaba con Ignacio.
–Lo volviste a hacer Lola- dije para mis
adentros -otra gran anécdota más para lista.
Me fui sonrojada del lugar hasta el salón de
clases, mi verdadero salón de clases.
Entre al salón, directamente me dirigí a mi
lugar, por lo que pude ver, Valeria hacia caso omiso a las indicaciones de la
mañana, y regreso al lugar de siempre, donde podía estar cerca de Demian y de
mi. Vi la hora y me di cuenta de que tocaba la clase de artes, o como nos gustaba
llamarla la clase de no hacer nada, y platicar, con quien este al lado tuyo. Vi
como el profesor entraba, detrás de mí, un señor de pelo blanco, bajito y
bastante mayor (aunque no tanto como Gerbrutis) sin duda era uno de mis profesores
favoritos, podías hacer lo que quieras, siempre y cuando no hiciéramos
demasiado ruido, sólo bastaba entregar, unos garabatos y hacerlo parecer un
dibujo.
En cuanto me senté, Valeria comenzó a hablar.
-¿Y bien que paso?- preguntaba Valeria, con
un tono de curiosidad, que me pareció algo molesto.
-Que no paso- dije con tono de frustración
–mi existencia es un caos, el lunes después de la escuela me tengo que quedar,
a ayudar con la reorganización de la biblioteca.
-Pero, ¿Por qué el lunes?, se supone que
estudiaríamos saliendo de la escuela - dijo Valeria con un tono de indignación
en su voz.
-Corrección- dijo Demian –yo iré a intentar
enseñarles algo, mientras ustedes chismorrean acerca de Danniel.
-Ay bueno tu siempre quejándote- dijo Valeria
–además no estoy tan perdida como crees.
-Ah ¿no? Valeria, en el último examen me
copiaste hasta el nombre.
-Bueno es que estaba distraída, suele suceder
¿no lo crees Lola?
-Bueno- le dije yo a Valeria –eso ya no es
estar distraída, eso es ser medio, bruta.
-Gracias Lola- dijo Valeria, con una
expresión de querer acecinarme –ya se a quien llamar cuando mi casa se
incendie.
-No seas tan dramática Vale- dijo Demian,
arreglándose los lentes.
-Pff, no vino el metiche, pero esta Demian- dijo
esta, defendiéndose.
Aunque no era una gran mentira, ni un
secreto, que Valeria exagerara o dramatizara las cosas, todo el tiempo.
Y bueno, no tardo mucho tiempo, para que esos
dos ya estuvieran peleando, a veces era cómico, ver o escuchar a ese par
discutir; desde que nos conocemos, siempre había sido así: Valeria decía algo,
Demian la corregía, para que después Valeria, le lleve la contraria, intentando
parecer que ella tenía la razón, y después de esto Demian la corregía de nuevo,
para finalmente dar paso al boom, es decir a una discusión interminable entre
esos dos.
Por más que me gustara verlos discutir, era
hora de separarlos, antes de que empezaran con los insultos más fuertes; o peor
aun que empezaran a gritar, que de por sí, parecía que estaban gritando, ahora
si gritaran en serio, México y el mundo se enterarían de su amor.
-Hey, ustedes dos, pueden dejar ya de pelear-
dije, sabiendo que después de lo que diría, me ganaría un insulto –ya digan que
se aman, y asunto arreglado, no afectara para nada nuestra amistad.
Ambos me atacaron, claro que la que me ataco,
con palabrotas que ni conocía fue Valeria. Después de apaciguar a ambos,
cambiamos de tema, hablando de cosas como las vacaciones, y el verano y así
paso, la clase de artes, para dar paso a inglés, una clase que de verdad me
interesaba.
Cuando me di cuenta, la clase había
terminado, lo cual significaba que era libre, libre por un fin de semana,
claro, tenía que estudiar para el lunes; pero eso no me deprimía mucho.
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