sábado, 23 de febrero de 2013

Capítulo XI

Habían pasado quince minutos ya, de que Demian se había ido, eso significaba que eran las dos y media, la lluvia había reducido su intensidad, pero no se había detenido aun. Sentí un vacío en el estomago, pff, tenía hambre, mi estomago gruñía, implorando por algo de comer, revise mis bolsas en busca de algo de dinero, pero nada, esperanzada me puse a hurgar en mi mochila, en busca de algo de dinero, para intentar calmar un poco la sensación de hambre, corrí con suerte, encontré algo de dinero, entre todo el desorden que tenia ahí dentro.
Guarde todo de nuevo y me levante, me dirigí a la máquina expendedora, aunque estaba un poco lejos. Me moje a mis paso, atravesando charcos, sentía mis pies fríos debido al agua que atravesaba los calcetines, llegue a la máquina expendedora de golosinas, y rápidamente me decidí por una barra de chocolate, regrese al lugar donde estaba sentada. ¡Vaya!, eran ya las dos cuarenta y cinco, me senté, y con cuidado quite la envoltura del chocolate, y empecé a comer; me puse los audífonos y coloque música en aleatorio, ahora sonaba “Bad Day” de Daniel Powter; vaya como si no fuera suficiente, ahora hasta la música que llevaba en el celular, me recordaba, que ese no estaba siendo el mejor día de mi vida. Mientras me comía el chocolate, hacia un recuento de las desgracias que me habían pasado durante el día, no sabía si empezar, por la madrugada, desde que no pude dormir o desde que me dormí en clases; perro terminaba con el hecho de que estaba empapada y abandonada. Y claro, lo de estar completamente mojada, no era del todo malo, cuando éramos pequeños, a Demian, a Valeria y a mí, nos encantaba jugar en los charcos bajo la lluvia.
La tranquilidad, y el silencio se rompieron gracias a mi tono de llamada, era mi papá.
-Papá, ¿qué paso?- pregunte yo, no sabía porque, pero sentía un nudo en la garganta, pero en definitiva, no, no iba a llorar -¿Por qué te estás tardando tanto?
-Disculpa, ya casi llego- dijo –tuve un incidente con la llanta, y a eso agrégale la torrencial lluvia.
-Pero por favor date prisa, muero de frio- cosa que no era falsa, era el efecto de estar empapada, de pies a cabeza.
-Ya, ya, estaré ahí en 5 minutos.
-Ok te espero- y sin decir más colgué.
Y así paso, mi papá no tardo mucho en llegar, me mando un mensaje avisando que estaba afuera, así que salí, y el estaba ahí parado con una sombrilla, vestido con un pantalón negro y una camisa blanca desabotonada de la parte superior y por supuesto sus típicos lentes, estaba muy sucio, por lo que me quedo claro que, él intento cambiar la llanta. Lo salude con un beso y le dije:
-Por favor dime que llamaste a un profesional.
-Hey ¿que yo no soy un profesional?
-Te diría la verdad, pero heriría tus sentimientos.
-Bueno, gracias que considerada- dijo con algo de sarcasmo – ¿y tú? ¿Aprovechaste la lluvia para bañarte?
-No, es que mi papá es un hombre muy cruel, que me hace esperarlo una hora.
-No, pues tu papá es un ser malvado- dijo divertido –vámonos ya.

Después de estas palabras, subimos al auto, y dimos marcha a la casa. Me puse los audífonos de nuevo, y ahora sonaba “Alguien” de Jaime Kohen. Lo cual me sirvió para recordar, que Demian no me dijo quien era la persona que le gustaba.

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En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?