sábado, 1 de agosto de 2015

Capítulo CXII

-No lo puedo creer- era la tercera vez que lo repetía, Valeria seguía en shock –¿Todo eso paso cuándo nos fuimos?
-Así es- me acomodé en la cama, pasaban de las once de la mañana y yo seguía sin salir de ella, tampoco podía creer que menos de 24 horas antes Danniel estaba en mi casa y en unas horas más, estaría de nuevo, todo tan rápido. –Viene a cenar en la noche.
-¿Crees que haya drama?
-No, no sé- me revolví entre las sabanas y me estiré un poco, liberando un bostezo –espero que Danniel y mi papá no se terminen arrojando comida.
-O que tu papá termine clavándole un tenedor en la mano.
-Que extremista.
Mientras mi conversación seguía, alguien toco la puerta, aleje un poco el teléfono de mí, grité:
-¿Quién?
-Yo- contestó la voz de mi madre.
Me senté en la cama y estire el brazo el derecho y con el otro me acerqué de nuevo el teléfono.
-Vale, te hablo más tarde, un abrazo- y colgué sin esperar la respuesta de la chica –pasa- le grité a mi madre.
La puerta se abrió y mi mamá entró, echó una mirada a la habitación e hizo una mueca de reprobación.
-¿Todavía acostada?
-No, estoy de compras en Praga, ¿no ves las bolsas en mis manos?
-¿Por qué te enseñé a usar el sarcasmo?
-Cría cuervos y te sacarán los ojos- acerqué mi mano al buro y tomé una liga para hacerme un chongo.
-Eso veo- dijo, mientras yo arremolinaba mi cabello para atraparlo en la liga. –¿No te piensas levantar?
-No- contesté.
-¿Y estarás en pijama todo el día?
-Sí.
-Buena forma de impresionar a tu novio.
-Si me va a amar, que me conozca como soy.
Mi madre jalo las sabanas, yo intenté sujetarlas, pero como Belinda tratando de ser un éxito fracase y las sabanas se me escaparon de los dedos.
-¡Oye!, moriré de frío- respingué.
Mi mamá no dijo nada y se puso a rebuscar entre mis cosas, encontró una toalla y me la arrojo a la cara.
-Hora de bañarte.
Como si tuviera vida propia, mi estomago contestó con un rugido.
-Bien, primero atenderé lo urgente, que es comer.
Me levanté de la cama, guiada por mi panza baje rápidamente, Sofía estaba en la sala viendo caricaturas, entre a la cocina, en la pequeña mesa había un tazón de fruta que nadie ha tocado, manzanas, plátanos y algunas peras, al lado estaba el teléfono, lo tomé con mi mano izquierda y mientras me acercaba a la alacena comencé a marcar los números que ya conocía de memoria, sostuve el teléfono con el hombro mientras comenzaba a hurgar en el pequeño cubículo para sacar el cereal, el teléfono emitió tres bips y el chico contestó:
-Hola Lola- dijo al otro lado de la línea.
-Buenos días.
-¿Días?, ¿ya viste la hora qué es?
-La hora del desayuno- dije mientras vertía cereal en un plato.
-Veo que arrancas el día de forma productiva- dijo el chico que sonaba divertido, mientras tanto yo buscaba la leche en el refrigerador.
-¿Listo para esta noche?- dije, sonriendo triunfante con el cartón de leche en mi mano.
-No- quité el teléfono de mi hombro y lo puse en altavoz, lo dejé al lado del plato y comencé a derramar la leche sobre el cereal –menos porque tu padre me odia.
-No te odia- dije casi gritando, pues ahora buscaba una cuchara.
-Te escuchas lejos, ¿estoy en altavoz?
Me acerqué de nuevo el teléfono y con la mano libre comencé a juguetear con el cereal, quité el altavoz y le contesté a Danniel:
-Ahora ya no- me lleve una cucharada de cereal a la boca y comencé a masticar, con la boca llena continué con la conversación: –¿En qué estaba?- intenté recordad mientras masticaba –oh, cierto, mi papá no te odia… creo.
-Crees… eso no es muy alentador.
-Definitivamente no te odia- otra cucharada de cereal –si lo hiciera no vendrías a cenar más tarde.
-¿Debería llevar algo?
-Lo que sea tu voluntad- hice una pausa para tragar –pero te recomiendo traer un casco.
-Lola…
No pude contener la risa.
-Estarás bien- contesté tratando de recuperar la calma –sólo sé tú mismo y estarás bien.
-Confiaré en ti.
-Tranquilo- seguía masticando mientras hablaba –te veo más tarde, vienes guapo.
-Haré mi mejor intento, te mando un beso.
-Te mando uno lleno de cereal- el chico sólo soltó una pequeña carcajada y colgó el teléfono.

Solté un suspiro, me sentía feliz y nerviosa a la vez.

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En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?