-No lo
puedo creer- era la tercera vez que lo repetía, Valeria seguía en shock –¿Todo
eso paso cuándo nos fuimos?
-Así es-
me acomodé en la cama, pasaban de las once de la mañana y yo seguía sin salir
de ella, tampoco podía creer que menos de 24 horas antes Danniel estaba en mi
casa y en unas horas más, estaría de nuevo, todo tan rápido. –Viene a cenar en
la noche.
-¿Crees
que haya drama?
-No, no
sé- me revolví entre las sabanas y me estiré un poco, liberando un bostezo –espero
que Danniel y mi papá no se terminen arrojando comida.
-O que tu
papá termine clavándole un tenedor en la mano.
-Que
extremista.
Mientras
mi conversación seguía, alguien toco la puerta, aleje un poco el teléfono de
mí, grité:
-¿Quién?
-Yo-
contestó la voz de mi madre.
Me senté
en la cama y estire el brazo el derecho y con el otro me acerqué de nuevo el
teléfono.
-Vale, te
hablo más tarde, un abrazo- y colgué sin esperar la respuesta de la chica –pasa-
le grité a mi madre.
La puerta
se abrió y mi mamá entró, echó una mirada a la habitación e hizo una mueca de
reprobación.
-¿Todavía
acostada?
-No,
estoy de compras en Praga, ¿no ves las bolsas en mis manos?
-¿Por qué
te enseñé a usar el sarcasmo?
-Cría
cuervos y te sacarán los ojos- acerqué mi mano al buro y tomé una liga para
hacerme un chongo.
-Eso veo-
dijo, mientras yo arremolinaba mi cabello para atraparlo en la liga. –¿No te
piensas levantar?
-No-
contesté.
-¿Y
estarás en pijama todo el día?
-Sí.
-Buena
forma de impresionar a tu novio.
-Si me va
a amar, que me conozca como soy.
Mi madre
jalo las sabanas, yo intenté sujetarlas, pero como Belinda tratando de ser un
éxito fracase y las sabanas se me escaparon de los dedos.
-¡Oye!,
moriré de frío- respingué.
Mi mamá
no dijo nada y se puso a rebuscar entre mis cosas, encontró una toalla y me la
arrojo a la cara.
-Hora de
bañarte.
Como si
tuviera vida propia, mi estomago contestó con un rugido.
-Bien,
primero atenderé lo urgente, que es comer.
Me
levanté de la cama, guiada por mi panza baje rápidamente, Sofía estaba en la
sala viendo caricaturas, entre a la cocina, en la pequeña mesa había un tazón
de fruta que nadie ha tocado, manzanas, plátanos y algunas peras, al lado
estaba el teléfono, lo tomé con mi mano izquierda y mientras me acercaba a la
alacena comencé a marcar los números que ya conocía de memoria, sostuve el
teléfono con el hombro mientras comenzaba a hurgar en el pequeño cubículo para
sacar el cereal, el teléfono emitió tres bips y el chico contestó:
-Hola
Lola- dijo al otro lado de la línea.
-Buenos
días.
-¿Días?,
¿ya viste la hora qué es?
-La hora
del desayuno- dije mientras vertía cereal en un plato.
-Veo que
arrancas el día de forma productiva- dijo el chico que sonaba divertido,
mientras tanto yo buscaba la leche en el refrigerador.
-¿Listo
para esta noche?- dije, sonriendo triunfante con el cartón de leche en mi mano.
-No-
quité el teléfono de mi hombro y lo puse en altavoz, lo dejé al lado del plato
y comencé a derramar la leche sobre el cereal –menos porque tu padre me odia.
-No te
odia- dije casi gritando, pues ahora buscaba una cuchara.
-Te
escuchas lejos, ¿estoy en altavoz?
Me
acerqué de nuevo el teléfono y con la mano libre comencé a juguetear con el
cereal, quité el altavoz y le contesté a Danniel:
-Ahora ya
no- me lleve una cucharada de cereal a la boca y comencé a masticar, con la
boca llena continué con la conversación: –¿En qué estaba?- intenté recordad
mientras masticaba –oh, cierto, mi papá no te odia… creo.
-Crees…
eso no es muy alentador.
-Definitivamente
no te odia- otra cucharada de cereal –si lo hiciera no vendrías a cenar más
tarde.
-¿Debería
llevar algo?
-Lo que
sea tu voluntad- hice una pausa para tragar –pero te recomiendo traer un casco.
-Lola…
No pude contener
la risa.
-Estarás
bien- contesté tratando de recuperar la calma –sólo sé tú mismo y estarás bien.
-Confiaré
en ti.
-Tranquilo-
seguía masticando mientras hablaba –te veo más tarde, vienes guapo.
-Haré mi
mejor intento, te mando un beso.
-Te mando
uno lleno de cereal- el chico sólo soltó una pequeña carcajada y colgó el
teléfono.
Solté un
suspiro, me sentía feliz y nerviosa a la vez.
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