Después
de tomar una ducha y pedir dinero, como Valeria me lo ordeno me dirigí al
centro comercial, aunque no veía como eso podría ayudar con mi problema. El
centro comercial no estaba muy lejos, mi papá gustosamente me llevo. Al salir
del auto, Valeria me esperaba fuera del lugar, unas sandalias y un vestido rosa
que le llegaba poco más arriba de las rodillas
-Aquí
viene Lola la reina de corazones.
-¿La reina
de corazones?
-Ya sé,
sonaba mejor en mi cabeza- me dio un beso en cada mejilla.
-¿Qué
hacemos aquí?- sabia que íbamos a mal gastar el dinero de nuestros padres, pero
aun no comprendía el porqué.
-Gastar
dinero- era como leer su mente.
-Eso ya
lo sé- conteste y me lleve la mano a la cara –pero cual es la razón.
-Fácil-
apresuro su paso. –¿Nunca has escuchado eso de que las compras y el helado son
lo mejor para un corazón roto?
-Eso te
lo acabas de inventar tú- conteste. –Además, yo no tengo el corazón roto.
-¡Shhh!-
me calló. –Sí, si tienes el corazón roto- me abrazo a la fuerza, rodeando mi cuello
con sus brazos.
-No, no
lo tengo…- la respiración se me iba, mientras Valeria me acariciaba la cabeza.
–Suéltame- la aleje –no me dejas respirar.
-¡Ay! No
aguantas nada- se hizo la ofendida –necesito un respiro antes de que me
encarcelen y un pretexto para salir de compras.
-¿Antes
de que te encarcelen?- pregunte extrañada.
-Mis
padres me quieren enviar a un retiro religioso.
-¡Cristo
redentor!- no lo creía Valeria en un retiro, eso si es extraño.
-Lo mismo
dije yo.
-¿Cuando
es?
-Pasado
mañana, por eso te tengo que aprovechar a ti y a Sebastián- soltó un suspiro –y
regreso hasta el domingo.
Caminamos
hasta el local de la tienda de helados, no había mucha gente, tal vez era un
efecto de las vacaciones, por lo general este tipo de lugares esta abarrotado de
gente.
Había
gran variedad de sabores, Valeria pidió helado de mora azul con chocolate y yo
pedí de chocolate con gomitas de oso encima.
Encontramos
un buen lugar y nos sentamos.
-¿Qué se
supone que harás en ese lugar hasta el domingo?
-Ya
sabes, fingir arrepentimiento, compartir dormitorio con dobles moralistas,
cantar canciones ñoñas y darme algunos latigazos en la espalda, tú sabes lo típico.
-Suena
tan divertido…- dije con sarcasmo –no sé porque no reserve una suite.
-Ya sé-
dijo con una sonrisa muy fingida y poco natural. Se llevo una cucharada de
helado a la boca –¿Por qué no vas tú en mi lugar?
-Porque yo
no soy una demonia pecaminosa- me lleve una cucharada a la boca y le sonreí de
la misma forma en la que ella lo hizo antes.
-Ha
hablado, la que beso a dos chicos en menos de una semana.
-¡Cállate!-
le arroje una servilleta hecha bola. –Por lo menos aun tengo himen.
-Porque
Danniel no sabe que existes.
-Eso es
todo, me voy- me levante y me fui ofendida, salí del lugar y camine. Finalmente
me di la vuelta, recordé que había olvidado el helado. Regrese por el helado y
me fui nuevamente ofendida.
-Hey
Lola- Valeria corría detrás de mi. –Regresa.
Me
detuve, Valeria finalmente me alcanzo.
-Perdón,
se me fue la mano, por favor no te enojes conmigo.
-No estoy
enojada… solo quería helado gratis- sonreí de forma burlona.
-Eres una
maldita.
Le quite
su helado y salí corriendo, comencé a reír como loca.
-Regresa
aquí Lola, eres una hija de la…
Seguí
corriendo perseguida por Valeria, tenia razón, tenia que aprovecharla mientras
hubiera tiempo.
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