sábado, 5 de abril de 2014

Capítulo LXII

Después de tomar una ducha y pedir dinero, como Valeria me lo ordeno me dirigí al centro comercial, aunque no veía como eso podría ayudar con mi problema. El centro comercial no estaba muy lejos, mi papá gustosamente me llevo. Al salir del auto, Valeria me esperaba fuera del lugar, unas sandalias y un vestido rosa que le llegaba poco más arriba de las rodillas
-Aquí viene Lola la reina de corazones.
-¿La reina de corazones?
-Ya sé, sonaba mejor en mi cabeza- me dio un beso en cada mejilla.
-¿Qué hacemos aquí?- sabia que íbamos a mal gastar el dinero de nuestros padres, pero aun no comprendía el porqué.
-Gastar dinero- era como leer su mente.
-Eso ya lo sé- conteste y me lleve la mano a la cara –pero cual es la razón.
-Fácil- apresuro su paso. –¿Nunca has escuchado eso de que las compras y el helado son lo mejor para un corazón roto?
-Eso te lo acabas de inventar tú- conteste. –Además, yo no tengo el corazón roto.
-¡Shhh!- me calló. –Sí, si tienes el corazón roto- me abrazo a la fuerza, rodeando mi cuello con sus brazos.
-No, no lo tengo…- la respiración se me iba, mientras Valeria me acariciaba la cabeza. –Suéltame- la aleje –no me dejas respirar.
-¡Ay! No aguantas nada- se hizo la ofendida –necesito un respiro antes de que me encarcelen y un pretexto para salir de compras.
-¿Antes de que te encarcelen?- pregunte extrañada.
-Mis padres me quieren enviar a un retiro religioso.
-¡Cristo redentor!- no lo creía Valeria en un retiro, eso si es extraño.
-Lo mismo dije yo.
-¿Cuando es?
-Pasado mañana, por eso te tengo que aprovechar a ti y a Sebastián- soltó un suspiro –y regreso hasta el domingo.
Caminamos hasta el local de la tienda de helados, no había mucha gente, tal vez era un efecto de las vacaciones, por lo general este tipo de lugares esta abarrotado de gente.
Había gran variedad de sabores, Valeria pidió helado de mora azul con chocolate y yo pedí de chocolate con gomitas de oso encima.
Encontramos un buen lugar y nos sentamos.
-¿Qué se supone que harás en ese lugar hasta el domingo?
-Ya sabes, fingir arrepentimiento, compartir dormitorio con dobles moralistas, cantar canciones ñoñas y darme algunos latigazos en la espalda, tú sabes lo típico.
-Suena tan divertido…- dije con sarcasmo –no sé porque no reserve una suite.
-Ya sé- dijo con una sonrisa muy fingida y poco natural. Se llevo una cucharada de helado a la boca –¿Por qué no vas tú en mi lugar?
-Porque yo no soy una demonia pecaminosa- me lleve una cucharada a la boca y le sonreí de la misma forma en la que ella lo hizo antes.
-Ha hablado, la que beso a dos chicos en menos de una semana.
-¡Cállate!- le arroje una servilleta hecha bola. –Por lo menos aun tengo himen.
-Porque Danniel no sabe que existes.
-Eso es todo, me voy- me levante y me fui ofendida, salí del lugar y camine. Finalmente me di la vuelta, recordé que había olvidado el helado. Regrese por el helado y me fui nuevamente ofendida.
-Hey Lola- Valeria corría detrás de mi. –Regresa.
Me detuve, Valeria finalmente me alcanzo.
-Perdón, se me fue la mano, por favor no te enojes conmigo.
-No estoy enojada… solo quería helado gratis- sonreí de forma burlona.
-Eres una maldita.
Le quite su helado y salí corriendo, comencé a reír como loca.
-Regresa aquí Lola, eres una hija de la…

Seguí corriendo perseguida por Valeria, tenia razón, tenia que aprovecharla mientras hubiera tiempo.

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En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?