sábado, 11 de abril de 2015

Capítulo XCVII

No era la primera vez que estábamos solos en un auto, pero era nuestra primera vez como novios.
-¿Adónde vamos?- pregunté de nuevo.
-¿No entiendes el concepto de sorpresa, verdad?
-No.
-Te ves muy guapa.
-Gracias- me sonroje –espera.. ni siquiera me estas viendo, no cambies el tema.
-Pero te vi hace rato, volteé y aunque no te estuviera viendo sabría que estas guapa, tú siempre lo estas- de nuevo sentí calor en las mejillas, sus comentarios me hacían sonrojar. –Pero aunque seas mi novia- novia, escucharlo decir novia hacia una revolución en mi estomago, mariposas convertidas en abejas –no te diré adónde vamos.
-¿Y cómo sé que no eres un secuestrador?
-¿Tengo cara de uno?
-No- admití –mas bien de violador.
-Halagador que tú novia crea que vas a abusar de ella.
-No olvides lo del secuestro.
-Oh gracias.
Me reí un poco y le di un suave beso en la mejilla, la barba que apenas le estaba creciendo me hizo un poco de cosquillas.
Deje de preguntar, hubo un silencio de nuevo, comencé a juguetear con mi celular en la mano, estaba ansiosa, necesitaba saber a dónde estábamos yendo.
-Hemos llegado- estacionó el auto y me sonrió, frente a nosotros había un anuncio.
-¿Un karaoke?
-¿No te gustan?
-No, digo, sí me gustan, pero es raro, bueno, no es la típica idea de una cita.
-Lo dice la chica cuyo pretendiente la llevo a un fumadero- me lanzó una mirada irónica.
-Tú me llevaste a un cementerio- levanté una ceja –y también a un hospital, no hay forma de no malinterpretar eso- añadí.
Danniel suspiro y salió del coche, sabía sus intenciones así que espere a que él me abriera la puerta.
-Te vas a malacostumbrar- dijo Danniel mientras sostenía la puerta, esperando a que bajara del coche.
-Si lo hago será todo tu culpa
Baje del coche y me encontré con los labios de Danniel, un beso cálido, suave y corto. Él me extendió su brazo y con gusto lo acepte.
Entramos al local, había un pequeño escenario al frente, había un chico con gafas y cabello desordenado cantando alguna canción de los ochentas. El lugar era de un tamaño promedio, no había mucha gente y las paredes tenían decorados con luces de neón, al lado de la entrada había una maquina llena de muñecos para ganar con unas pinzas.
-¡Mira!- señalé aquella maquina.
-¿Quieres uno?
-Sí- admití –pero nunca puedo ganar nada, estas cosas son como para elegidos de Dios.
-Pues llámame el Moisés de las maquinas de pinzas.
Él, confiado se acerco a la maquina llena de muñecos con distintas formas de animales. Comenzó a jugar… nada.
-Sí tu fueras Moisés todo un pueblo estaría perdido.
-Espera- dijo él –estoy calentando.
-Muy bien señor “elegido por Dios”.
Confiado inserto otra moneda, parecía concentrado, pero nuevamente falló.
-Bueno- me acerque a él y le puse una mano en el hombro –por lo menos lo intentaste.
-Nada de que lo intente, quieres un muñeco, tendrás tu muñeco.
-Vamos, hay cosas más importantes en la vida.
-Una más y ya, te lo juro, la tercera es la vencida.
Solté un suspiro, tal vez era porque había descubierto que salía con un niño de nueve años y no diecinueve.
-Esta bien.
Me dio un beso en los labios y regreso a la maquina.
Confiado, inserto una tercera moneda, movía aquella pinza de forma segura, había fijado su objetivo y finalmente lo obtuvo, un pequeño elefante, el dio una vuelta emocionado y me beso de nuevo, esta vez con más intensidad.
-¡Lo logre!- grito emocionado.
Solté una pequeña risita, me gustaba verlo así. Danniel saco al pequeño elefante de la maquina y me lo extendió.
-Para usted, hermosa señorita.
-Gracias- tomé al elefante. –¿Cómo podre pagarle?
-Creo que se me ocurre una forma- esbozo una sonrisa y se acerco a mi rostro para besarme.
-Ven- me tomó del brazo.
Me llevo a una mesa, una con una excelente vista del escenario.
-¿Cómo le pondrás?
-¿A qué?
-Al elefante.
-Elefanta, es obvio que es una ella.
-Bueno- sonrió y levantó las manos –es obvio que tú eres la experta en estas cosas.
-Claro- le di un suave beso en los labios –se llamará Juana.
-¿Juana?
-Aja- tome al… a la elefanta de peluche –es un nombre con carácter, un nombre fuerte.
-Me gusta.
Las luces se apagaron, todas excepto una que apuntaba directo al escenario, un señor, que parecía muy animado, salió al escenario y dijo:
-Bienvenidos al concurso mensual de karaoke- un concurso, seguramente fuimos a criticar a la gente –en parejas- ¿qué?
-Dime que no lo hiciste.
Danniel me lanzó una sonrisita para denotar su culpabilidad.
-Estoy a punto de cometer mariticidio- lo amenace.
Subió la primer pareja
-No estamos casados.
-Noviocidio.
-Eso no existe.
-Bueno, si no llego a la fama por tener un tráiler, lo haré por inventar el noviocidio.
-Sonaría mejor novicidio.
-Eso suena a novicia, además…
Danniel me interrumpió con un beso.
-Me encanta la frambuesa.
-¿Eh?
-Tus labios, saben a frambuesa.
-No cambies el tema.
-No lo hago.
Tomo mi rostro de nuevo y sonrío. Otro beso.
El señor animoso de traje, volvió al escenario.
-Muy bien- se arreglo la primer pareja –démosle un fuerte aplauso a Mónica y Arturo. Nuestra siguiente pareja es- miro una lista que llevaba en la mano izquierda –Danniel y Lola.
-Por Danniel  y Lola, se refiere a Daniel con una sola n y a alguien llamada Dolores… ¿verdad?
-No creo- se levanto y con una sonrisa exterminadora me acerco una mano –¿Me acompañas?
Como hipnotizada por sus ojos, accedí y lo seguí.
-Primer noche de Juana y ya me verá hacer el ridículo- murmuré.
-¿Qué?
-Nada.
-Recibámoslos con un fuerte aplauso- dijo el señor del traje.
Todos en aquel lugar comenzaron a aplaudir, un reflector apunto hacía nosotros, comencé a sentir mi corazón a mil por hora, apreté con fuerza la mano de Danniel y trague saliva.
-Todo estará bien- me susurro Danniel al oído.
Las luces se apagaron, quedando la suave iluminación neón de las paredes y la luz tenue de un reflector. Danniel me extendió un micrófono sin soltar mi mano.

La música comenzó a sonar y la letra comenzó a aparecer, Danniel había elegido “Que me quedes tú” de Shakira. Él comenzó a cantar con una voz dulce y afinada, era como si Danniel opacara incluso a la misma Shakira, estaba hipnotizada, el me miró abriendo muchos los ojos, era la señal… o eso parecía, así que me aventure y me anime a cantar, me deje llevar por la música y la voz de Danniel y comencé a cantar.

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En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?