Las pastillas, funcionaron mejor de lo que
esperaba, tome mi celular y vi la hora, ¡había dormido tres horas! Baje las
escaleras, y vi que mi familia había llegado.
-Buenas tardes amor- dijo mi madre con una
sonrisa en la cara.
-Buenas tardes- conteste.
-¿Dormiste bien?- preguntó.
-¿Qué si durmió bien?- preguntó mi padre
–entre a su habitación, y estaba roncando como un oso.
-¡Claro que no!- proteste –yo no ronco.
Fui, a la cocina, por un vaso de agua y
regrese a mi habitación. Al entrar encendí la televisión, cambie los canales,
hasta que finalmente la deje en una caricatura, realmente sólo la quería para
tener ruido de fondo, me fije en el espejo mi pelo, estaba hecho en desastre,
deshice la trenza, que estaba, más que horrible, una vez suelto, comencé a
cepillar mi pelo. No tardo mucho, para que la comida estuviese lista. Todo eso
paso sin percance alguno, mis padres hablando de lo que faltaba, y de lo que
no, también mi hermana hablaba, sobre alguna caricatura, realmente no creo que
nadie, en la mesa le estuviera haciendo caso alguno, aunque actuábamos como que
si así era, no queríamos herir sus sentimientos. Cuando
terminamos de comer, yo me dirigí a mi habitación, vi mi celular, tenía un
mensaje de texto, y un whatsapp, ambos de Valeria, aun no tenía ganas de
contestar ningún mensaje de ella, todavía me sentía dolida de cierta forma.
Fui, directo a mi armario y busque una caja,
aunque no era sólo eso, ahí estaban mis tesoros, mis recuerdos y todo lo que
significa un montón para mi, por supuesto, estaba escondida entre un montón de
cosas, para que mi mamá, no creyera que es una simple caja de zapatos y la
tirara a la basura.
Me senté en la cama y abrí la caja, adentro había fotografías,
recortes, juguetes, objetos personales, etc. Tome una fotografía, la más
significativa de los 3, cada uno tenía una copia idéntica, era la primer foto
que nos habíamos tomado como amigos,
teníamos siete años, cuando nos conocimos, desde entonces somos
inseparables.
Era un día de abril, el calor de la primavera
se sentía muy bien, yo me había quitado el suéter debido a lo mismo, las
mariposas volaban a mí alrededor, yo estaba ahí sentada en el columpio de
siempre.
-Hola- dijo el chico con lentes, y con algo
de sobrepeso – ¿Me puedo sentar aquí?-
preguntó él, refiriéndose, al columpio que estaba al lado del mío.
-Claro- conteste. Para una niña solitaria
como yo, resultaba grato tener algo de compañía alguna vez.
-¿Cómo te llamas?- pregunto, el chico de
lentes, que ahora se encontraba sentado en el columpio de al lado, mientras se
mecía suavemente.
-Lola- conteste -¿y tú?
-Demian- contesto el chico con lentes -¿Y por
qué no te juntas con nadie?
-No sé- conteste yo mirando al suelo –Tal
vez, no les caigo bien.
-A mi me caes bien- contesto Demian -¿Quieres
ser mi amiga?
-Bueno- conteste.
Y con eso comenzó, un receso lleno de
pláticas, acerca de cosas que ahora me parecen sin sentido alguno.
Al día siguiente, en el receso, Demian y yo
nos juntamos, de nuevo en los columpios. Estábamos platicando, hasta que una
niña con un vestido azul y cola de caballo, y una lonchera rosa, se nos acerco,
ella era la niña nueva, había llegado ese mismo día, se presento en la mañana,
pero a decir verdad yo no podía recordar su nombre.
-Hola- saludo la sonriente niña.
-Hola- contestamos ambos en coro.
-¿Me puedo sentar con ustedes?- pregunto la
niña, de cola de caballo.
Demian y yo, que apenas nos conocíamos del
día anterior, nos quedamos mirando, hasta que Demian rompió el silencio.
-Claro- contesto Demian con algo de timidez.
La niña, se sentó en el tercer columpio, y empezó
a comer.
-¿Y cómo se llaman?- preguntó la niña.
-Demian- contesto este.
-Lola- conteste yo -¿Y tú?- pregunte en
seguida.
-Valeria, pero todos me dicen Vale.
Y así fue, como los tres nos volvimos
inseparables a partir de ese día, los recesos siempre estábamos juntos, los
proyectos y las tareas, las fiestas y todo, siempre juntos. Y así había sido
alrededor de siete años, nunca nos habiamos separado, claro hemos tenido peleas, pero nunca nada
que no hayamos podido solucionar.
Las lágrimas inundaban mis ojos, mientras
miraba las fotos de los tres alrededor de estos años. Sonó mi celular, limpiaba
mis lágrimas y me apresure a contestar. Era Demian.
-Hola- dije yo, aclarando mi voz.
-Hola- contestó Demian -¿Estás bien?, suenas
un poco extraña.
-Ah sí- conteste yo –debe ser porque estoy
enferma.
-Ah sí debe ser eso- dijo Demian –como sea,
¿quieres salir? Muero de aburrimiento en casa.
-Claro, de hecho aun necesito tu ayuda para
estudiar.
-Por supuesto, nos vemos en… ¿media hora?
-Muy bien, ¿en Esquina del cielo?
-Ok, nos vemos allá Lola.
Dicho esto colgó, tome mi teléfono, me puse
una sudadera, ya que el día daba la impresión de que llovería en cualquier
momento, deje mi pelo igual suelto, me llegaba a la mitad de la espalda, le
pedí dinero a mi papá y salí de la casa, directo a encontrarme con Demian.
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