sábado, 20 de junio de 2015

Capítulo CVII:

-¿Cómo estás, pequeña reclusa?- preguntó Valeria, al otro lado de la línea.
-Reclusa- solté, mientras miraba por la ventana hacía el parque.
Estaba atardeciendo, el día había pasado lento, desde la discusión con mi madre no había salido de la habitación e incluso había ignorado su petición para que bajara a comer, mi estomago comenzaba a quejarse.
-Y ahora tal vez tenga cadena perpetua.
-¿Por qué?- sonaba curiosa.
-Porque di un pequeño paseo matutino con Danniel- hice una pequeña pausa. –Sin avisar… ¿Ya mencione que me salte la verja?
-¡Cristo redentor!- gritó la chica castaña –estoy tan orgullosa- la chica daba pequeños gritos de alegría. –Oye dame unos cinco minutos, te voy a poner en espera.
-Pero…- ya era tarde estaba en espera.
Me aventé a la cama y puse el celular en alta voz, mi estomago comenzaba a hacer más ruido, tal vez debería considerar algo como una huelga de hambre a Mandela le funciono.
-¿Bueno?- la voz de Valeria salía por el teléfono.
-Aquí estoy- contesté con la cabeza al lado del aparato.
-Lola, te tengo que dejar, Sebas esta esperándome afuera.
-Claro, abandóname por tu novio- reclamé –como el ha sido tu mejor amiga los últimos siete años.
-Lola, relájate, los demás no tenemos la culpa de que no puedas ver a Danniel.
Valeria tenía razón, ella no tenía la culpa de mi situación ¿o sí?
-Pues yo no hice un plan para que saliera con mi novio.
-¡Tu novio lo hizo!- reclamó levantando su tono de voz.
-Pero ustedes lo ayudaron.
-En todo caso el que tiene la culpa es el estúpido de tu novio.
-¿Ahora crees que mi novio es estúpido?
-Sabes qué Lola, hablamos después, cuando estés más serena, que ahorita estas algo insoportable.
-Vale…- demasiado tarde, un bip inundo la línea, Valeria había colgado. –¡Demonios!- grité y arrojé el teléfono.
¿Por qué me había portado así?
Tal vez mi mamá tenía razón y era una chiquilla malcriada que no se hacia responsable de sus acciones.
Me acomodé en la cama y vi el atrapa sueños que Mateo me había regalado. ¿También estará enojado?, lo había estado evitando, ni siquiera había tenido tiempo de pensar en él, hasta ese momento. El estomago se me revolvió de pensar en él ¿me odiara?, posiblemente, pero no lograba comprender a ese chico.
Me acerque al atrapa sueños y lo descolgué, pase mis dedos por las costuras y por las plumas, recorriéndolo con mis yemas, sintiendo su fina textura.
-Si esto es una pesadilla, hazme despertar ya.
Un golpeteo en la puerta me puso alerta.
-¿Quién?- pregunté poniendo el artefacto en su lugar.
-Soy yo- dijo mi madre.
-¿Qué quieres?- dije de forma seca y desganada.
-Te traje algo de comer.
Como si mi estomago tuviera oídos comenzó a hacer ruido, juraría que estaba a punto de comerse a uno de mis riñones.
-Arruinaron mi relación, ahora no permitiré que arruinen mi sueño de ser modelo de Victoria’s Secret.
-Me caías mejor cuando no sabías usar el sarcasmo- dijo, apostaría que eso al menos le saco una sonrisa. –Bueno me voy, si quieres comer, te dejo el plato afuera.
Me senté a un lado de la puerta, escuchando a mi madre yéndose por el pasillo.
Mi estomago volvió a rugir, esta vez con más fuerza, tal vez tenía que olvidarme de mi berrinche y comer, eso o empezaría a comerme a mi misma. Me levanté y abrí la puerta haciendo la menor cantidad de ruido posible. En el suelo estaba el plato que tenía un sándwich de lo que parecía pastel de pollo acompañado con una generosa cantidad de puré de papa, dejo una cuchara sobre un vaso de jugo que parecía ser de naranja, tomé el plato y el vaso con mucho cuidado de no tirar nada y cerré la puerta con el pie.
Me senté en el borde de la cama y deje el vaso de jugo en la mesita de noche y comencé a engullir todo lo que estaba en el plato, en un santiamén el plato estaba vacío y también el vaso, casi al instante tocaron la puerta.
-¿Quién?
-Yo- de nuevo mi madre –¿puedo pasar?
Exhale, al parecer no tenía opción, conocía a mi madre y sabía que tan insistente puede ser.
-Pasa.
Entró a la habitación y lo primero que vio fueron el plato y el vaso sucios, en su cara se dibujo una pequeña sonrisa que parecía ser de victoria.
-¿Haz abandonado tan pronto el sueño de ser modelo?
-Así como el de ser una espía, pero creo que siempre queda el de ser la próxima Hannah Montana.
Mi mamá, que daba el aspecto de estar cansada se sentó al lado mío, llevaba unos jeans, una blusa roja y un suéter, que se acomodo al momento de sentarse.
-Sabes- comenzó –me gusta que hagas eso, que hagas chistes cuando el dolor esta presente, es un buen mecanismo de defensa.
-¿Qué más puedo hacer?- resoplé con resignación. –Igual sigo confundida.
-¿Por qué?
-¿Por qué apoyabas mi relación y ahora me das la espalda?- lo dije intentando no transmitir ninguna emoción.
Mi mamá se mostraba seria, tranquila, como si ya esperara que le hiciera esa pregunta.
-¿Tú cómo te sentirías si te dijeran que tu hija de 14 años acaba de irse a quién sabe dónde con un muchacho 5 años mayor?
-Tú sabías que iba a salir con él.
-No tan lejos- se mordió el labio –por un momento tuve miedo Lola, de que te hiciera algo, de que te pasará algo.
-Pero no me paso nada, Danniel no es así y tú lo sabes.
-Quiero creerlo, deberás quiero, pero no sé.
-Mamá- me puse frente a ella y la tomé de la mano –por favor, dale el beneficio de la duda, por favor- lo dije con un nudo en la garganta, si seguía hablando tal vez terminaría llorando –sé que soy joven, sé que me puedo equivocar, pero si tengo que hacerlo, quiero hacerlo con tu aprobación.
Mi madre tenía el rostro inexpresivo, no podía leer su emoción, parecía estar meditando.
-Esta bien- soltó por fin. –Haré lo que pueda.
-¡Gracias!- me arroje hacia ella y la atrape en un abrazo.
-Pero ojo- aclaro –estoy hablando sólo por mí, no creo que a tu papá le agrade tanto la idea, a mí no me acaba de convencer del todo.
-Es un avance.
Mi mamá me atrajo más hacía ella y me plantó un beso en la frente.
-Sólo quiero lo mejor para ti y si él te hace feliz y de verdad confías en él,  merece un voto de confianza. Eso si, siempre los tendré checaditos.
-Así espero que sea.
La abrace de nuevo.
-Gracias mamá, te quiero.
-Y yo a ti- dijo, su voz sonaba en paz. –¿Sabes quién más te quiere?
-¿Quién?
-Vale- agregó –y creo que se merece una disculpa.  
-¿Estuviste escuchando?- sentí mi privacidad invadida.
-Ya sabes de donde sacaste el ímpetu espía.
-Me siento violada.
-No seas exagerada, quería llamar a tu abuela y me di cuenta de que estabas hablando y…
-Y escuchaste mi conversación- interrumpí.
-¡Invadiste mi privacidad!
-¡Fue un accidente!- mi mamá estaba exasperada, igual que yo, no la podía culpar habían pasado muchas cosas en menos de 24 horas. –Pero ese no es el punto- se tranquilizo y relajo el rostro –tienes que arreglar las cosas.
Me dio un beso en la frente y salió de la habitación.
Tomé el teléfono y me senté en el centro de la cama, cruzando las piernas; pase mis dedos por las teclas, estaba dudando, tal vez ni me contestaría.
Di un suspiro y apreté el teléfono entre mis manos y me decidí, comencé a teclear el número y comenzaron a sonar los bips.
-¿Bueno?

-¿Me perdonas? 
 

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En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?