Ahogué un
grito, caí de sentón de la pequeña barda al cruzar la cerca; Danniel se mordía
el labio para contener la risa. Me levanté y me acerque a los barrotes, le di
un beso de despedida a Danniel, se sentía bien y mal, amargo y dulce, todo al
mismo tiempo, no tenía una idea de cuándo lo volvería a besar.
Me alejé
de la verja y me quité los converse rojos, sentí el pasto rozar mis pies,
produciendo un cosquilleo agradable, volteé a ver a Danniel, él aún tenía la
cara recargada contra los barrotes, con la mano le hice un ademan para que se
fuera, él sólo asintió y me lanzó un beso.
Por las
ventanas me aseguré de que mi mamá no estuviera en la sala, fue difícil pues
las cortinas impedían la visibilidad, entré a la casa evitando hacer ruido,
Sofía no estaba en la sala, aún dormía.
Escuché
ruido, mi mamá si que debía estar despierta, pues los ruidos venían de la
cocina, estos venían acompañados de un agradable aroma a café.
Me di
prisa y subí la escalera a toda prisa y me encerré en mi habitación.
Fue más
fácil de lo que creí.
Estaba
cansada, me arrojé a la cama y tiré los converse al suelo, solté un suspiro y
me acomodé dentro de las sabanas y cerré los ojos por un momento.
-Lola,
Lola- decía una voz que sonaba lejana.
-Ummm- me
quejaba -¿Danniel?
-¿Danniel?,
no- negó la voz que sonaba femenina.
Abrí los
ojos, la que me hablaba era mi madre.
-¿Qué
pasa?- pregunte, estaba adaptando mis ojos a la luz. –¿Qué hora es?
-La una-
al parecer no cerré los ojos por un momento.
-Es
temprano- solté un bostezo.
Mi mamá
jaló la sabana y noto la cantidad de ropa que estaba esparcida.
-¿Qué es
esto?- tomó una falda rosa.
-Una
falda.
-Lola…
Tenía que
inventar algo convincente.
-Es… es…
es una especie de manía…- no tenía idea de que estaba hablando –estaba tan
deprimida que no tenía nada más que probarme ropa.
Mi mamá
pareció no darle importancia, era como si fuera normal, algo que esperaría de
Lola, yo sólo temía que no creyera que
era hora de irme a un asilo para enfermos mentales.
Me
levanté de la cama y baje, mi estomago se estaba comenzando a comer a él mismo,
al bajar escuché a mi hermana jugando fuera de la casa, entré a la cocina y la
vi por la ventana, yo me acerque al cereal y llené un plato.
Regresé
con un plato de cereal con leche y me senté en el sillón, me encogí de piernas
y me acomodé, encendí la televisión y comencé a cambiar canales, hasta que encontré
un canal de mujeres haciendo ejercicio.
-¿Qué
ves, Lola?- era mi madre que acababa de bajar.
-Mujeres
sudando- me llevé una cucharada de cereal a la boca.
-Deberías
hacer ejercicio en lugar de verlo.
-Ver a
mujeres haciéndolo es suficiente.
-¿Adónde
te llevo Danniel en la mañana?
Solté la
cuchara y comencé a atragantarme con el cereal, mi mamá se me acerco y con un
ademan la detuve, deje el cereal a un lado y apagué la tele.
-¿De qué
hablas?
-No sé,
tal vez a que te escuché entrar y que se te olvido ponerte la pijama.
Mi mamá
parecía muy tranquila, como si nada la perturbara.
-Eres
buena- me aventuré.
-O tú muy
despistada.
-Destruyes
mi sueño de ser espía.
Mi mamá
seguía de pie, recorriendo el lugar, como si fuese nuevo para ella, de pronto
la perdí de vista y comenzó a sonar “Human Behaviour” de Björk y reapareció en
la sala, se sentó al lado de mí y se atrapo el rubio cabello en un chongo. Si
no fuera por el tinte, tendría una melena del color chocolate como el de Sofía.
-¿Por
qué?- preguntó finalmente.
-No sé-
me mordí el labio. –Simplemente no me puedo hacer a la idea de no verlo, además
tú me diste el teléfono.
-No para
hablar con él- espeto e hizo una pausa. –Lola, eres muy joven, todavía te falta
conocer a una infinidad de personas...
-Para- la
interrumpí –ya no quiero escuchar más el discurso sobre que soy muy joven para
saber qué es el amor y esas cosas. Lo sé soy joven, tal vez mucho, sí, tal vez
no sepa qué es el amor, pero Danniel es lo más cerca que estoy de saberlo.
Mi mamá
soltó un suspiro.
-Ay,
Lola, mi pequeña Lola- me dedico una sonrisa apagada –es más complicado que
eso, Danniel es un adulto, es un delito lo que están haciendo.
-Mamá, lo
conoces.
-No tan
bien Lola, caras vemos, corazones no sabemos.
-Deja los
dichos para las series de bajo presupuesto.
-Mi punto
Lola, es que nos preocupamos por ti, queremos lo mejor.
-¡Ya!- me
levanté y sin querer tire el plato.
-¡Lola,
deja de comportarte como una chiquilla malcriada!- gritó mi mamá, que también
se levantó.
Mis ojos
se llenaban de lagrimas, en la garganta se me formó un nudo y de repente salí
corriendo hasta mi habitación.
-¡Y estas
más castigada- la escuché gritar desde abajo.
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