sábado, 13 de junio de 2015

Capítulo CVI

Ahogué un grito, caí de sentón de la pequeña barda al cruzar la cerca; Danniel se mordía el labio para contener la risa. Me levanté y me acerque a los barrotes, le di un beso de despedida a Danniel, se sentía bien y mal, amargo y dulce, todo al mismo tiempo, no tenía una idea de cuándo lo volvería a besar.
Me alejé de la verja y me quité los converse rojos, sentí el pasto rozar mis pies, produciendo un cosquilleo agradable, volteé a ver a Danniel, él aún tenía la cara recargada contra los barrotes, con la mano le hice un ademan para que se fuera, él sólo asintió y me lanzó un beso.
Por las ventanas me aseguré de que mi mamá no estuviera en la sala, fue difícil pues las cortinas impedían la visibilidad, entré a la casa evitando hacer ruido, Sofía no estaba en la sala, aún dormía.
Escuché ruido, mi mamá si que debía estar despierta, pues los ruidos venían de la cocina, estos venían acompañados de un agradable aroma a café.
Me di prisa y subí la escalera a toda prisa y me encerré en mi habitación.
Fue más fácil de lo que creí.
Estaba cansada, me arrojé a la cama y tiré los converse al suelo, solté un suspiro y me acomodé dentro de las sabanas y cerré los ojos por un momento.
-Lola, Lola- decía una voz que sonaba lejana.
-Ummm- me quejaba -¿Danniel?
-¿Danniel?, no- negó la voz que sonaba femenina.
Abrí los ojos, la que me hablaba era mi madre.
-¿Qué pasa?- pregunte, estaba adaptando mis ojos a la luz. –¿Qué hora es?
-La una- al parecer no cerré los ojos por un momento.
-Es temprano- solté un bostezo.
Mi mamá jaló la sabana y noto la cantidad de ropa que estaba esparcida.
-¿Qué es esto?- tomó una falda rosa.
-Una falda.
-Lola…
Tenía que inventar algo convincente.
-Es… es… es una especie de manía…- no tenía idea de que estaba hablando –estaba tan deprimida que no tenía nada más que probarme ropa.
Mi mamá pareció no darle importancia, era como si fuera normal, algo que esperaría de Lola,  yo sólo temía que no creyera que era hora de irme a un asilo para enfermos mentales.
Me levanté de la cama y baje, mi estomago se estaba comenzando a comer a él mismo, al bajar escuché a mi hermana jugando fuera de la casa, entré a la cocina y la vi por la ventana, yo me acerque al cereal y llené un plato.
Regresé con un plato de cereal con leche y me senté en el sillón, me encogí de piernas y me acomodé, encendí la televisión y comencé a cambiar canales, hasta que encontré un canal de mujeres haciendo ejercicio.
-¿Qué ves, Lola?- era mi madre que acababa de bajar.
-Mujeres sudando- me llevé una cucharada de cereal a la boca.
-Deberías hacer ejercicio en lugar de verlo.
-Ver a mujeres haciéndolo es suficiente.
-¿Adónde te llevo Danniel en la mañana?
Solté la cuchara y comencé a atragantarme con el cereal, mi mamá se me acerco y con un ademan la detuve, deje el cereal a un lado y apagué la tele.
-¿De qué hablas?
-No sé, tal vez a que te escuché entrar y que se te olvido ponerte la pijama.
Mi mamá parecía muy tranquila, como si nada la perturbara.
-Eres buena- me aventuré.
-O tú muy despistada.
-Destruyes mi sueño de ser espía.
Mi mamá seguía de pie, recorriendo el lugar, como si fuese nuevo para ella, de pronto la perdí de vista y comenzó a sonar “Human Behaviour” de Björk y reapareció en la sala, se sentó al lado de mí y se atrapo el rubio cabello en un chongo. Si no fuera por el tinte, tendría una melena del color chocolate como el de Sofía.
-¿Por qué?- preguntó finalmente.
-No sé- me mordí el labio. –Simplemente no me puedo hacer a la idea de no verlo, además tú me diste el teléfono.
-No para hablar con él- espeto e hizo una pausa. –Lola, eres muy joven, todavía te falta conocer a una infinidad de personas...
-Para- la interrumpí –ya no quiero escuchar más el discurso sobre que soy muy joven para saber qué es el amor y esas cosas. Lo sé soy joven, tal vez mucho, sí, tal vez no sepa qué es el amor, pero Danniel es lo más cerca que estoy de saberlo.
Mi mamá soltó un suspiro.
-Ay, Lola, mi pequeña Lola- me dedico una sonrisa apagada –es más complicado que eso, Danniel es un adulto, es un delito lo que están haciendo.
-Mamá, lo conoces.
-No tan bien Lola, caras vemos, corazones no sabemos.
-Deja los dichos para las series de bajo presupuesto.
-Mi punto Lola, es que nos preocupamos por ti, queremos lo mejor.
-¡Ya!- me levanté y sin querer tire el plato.
-¡Lola, deja de comportarte como una chiquilla malcriada!- gritó mi mamá, que también se levantó.
Mis ojos se llenaban de lagrimas, en la garganta se me formó un nudo y de repente salí corriendo hasta mi habitación.

-¡Y estas más castigada- la escuché gritar desde abajo.

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En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?