Caminamos
en silencio por ahí, era una especie de silencio incomodo, no sabia como romper
el silencio, ni que hacer o que decir, era sólo una situación incomoda, vaya
que tengo el don de ser inoportuna.
-Y
bien- Demian rompió el silencio –¿Qué
quieres hacer?
-Lo que
sea- dije sin animo.
-A ti te
pasa algo.
-No…- me
detuve –bueno, sí.
Encontramos
una heladería cerca, entramos y nos sentamos por ahí. Le conté todo lo que
había pasado, mientras yo jugueteaba con el helado, sin siquiera probarlo, el
chico escuchaba atentamente sin perder hilo de lo que estaba diciendo. Hable de
todo… de casi todo, incluí, la parte donde Mateo me llevo a patinar (excluyendo
que era un fumadero) y mi salida con Danniel (excluyendo la parte del
cementerio y su madre).
-Vaya…-
dijo sorprendido. –¿Cómo por qué no me entere antes de esto?
-Porque…-
la verdad es que no tenía una buena razón. –… no sé.
-Yo sí
sé- contesto tranquilo el chico. –No tengo vagina y no me llamo Valeria.
-Vamos…
te estuve llamando.
-Me robaron
el celular, claro que lo sabrías, si fueras buena amiga.
-¿Insinúas
que soy una mala amiga?
-No,
simplemente que no me has visto, tanto como a Vale.
-¡Oye!-
me ofendí un poco –igual te iba a contar.
-Claro-
se llevo una cuchara de helado a la boca. –Por Dios, este helado es terrible.
-¿Por qué
crees que solo estoy jugando con él?
-Vámonos
de aquí.
Nos
levantamos y pagamos antes de salir, dimos unas vueltas sin rumbo fijo por un
instante, el clima empeoraba se estaba nublando el cielo.
-¿Estas
enojado conmigo?
El chico soltó
un suspiro.
-No, no
podría enojarme con una de mis mejores amigas- sonrió, mostrando unos brackets
de colores. –Entonces, con quién te vas a quedar ¿Con Mateo o con Danniel?
-¿Cómo
que con quién me voy a quedar?
-Pues sí,
por lo que me dijiste, al menos a Mateo le interesas, y al parecer Danniel ya
te notó.
-No sé-
gracias a Demian la batalla en mi cabeza se intensificaba.
-¿Qué te
guste de Mateo?- pregunto el chico.
Suspire y
sonreí, una sonrisa muy tonta, que sólo muestras cuando sabes que te has
enamorado… ¿estaba enamorada? ¿Estaba enamorada de Danniel o de Mateo? ¿Quién
me gustaba más?
-Que es
él, quiero decir que no se comporta como alguien más, no busca llamar la
atención- la imagen de Mateo sonriendo apareció en mi cabeza. –No es como esos
chicos que se roban frases de internet, no es como esos que usan las frases mil
veces, creyendo que es lo que una chica quiere oír.
-¿Y de
Danniel?
-Él, es-
no había forma de explicarlo, me sentía mas conectada a él, desde el día
anterior, desde que me entere de su secreto –él, quiero decir, es tan listo, su
tranquilidad me encanta, es tan fuerte… no sé, los dos me gustan.
-Yo me
quedaría con el segundo- comenzó el chico muy sereno –hay un dicho que dice:
“si estas enamorado de dos personas, quédate con la segunda, porque si
realmente estuvieras enamorado de la primera, no te hubieras enamorado de la
segunda”.
-Ese es
el problema, no sé si estoy enamorada.
-¡Ay
Lola!, ni tu sola te entiendes.
Un
relámpago ilumino el cielo, y un trueno estremeció el suelo, la lluvia comenzó
a caer, fría, refrescante. Salimos corriendo; como si alguien hubiera contado
un chiste, comencé a reír.
-¿Siempre
tiene que llover cuando estamos solos?- pregunté divertida.
-Eso
parece- sonrió, una sonrisa metálica apareció en su boca.
Llegamos
a su casa, empapados, dentro de esta la temperatura era agradable. Nos quitamos
los zapatos, no queríamos ensuciar nada, aunque ya habíamos dejado un
significativo rastro de agua.
Demian se
movió de habitación, buscando algo o mas bien a alguien, sus padres.
-¡Mamá!,
¡Papá!- gritó el chico. –¿Hay alguien?
-Ya, ya-
dijo el padre de Demian bajando por las escaleras. –Por Dios, ¿ya viste como vienes?
El padre
de Demian siempre me había parecido estricto, rígido y frio, nunca lo había
visto sonreír o reír, Andrés García, un hombre de treinta años (que ni siquiera
los aparentaba), siempre vestido formal, se veía imponente con ese metro
noventa y el físico de una persona que iba constantemente al gimnasio.
-¿Mojado?-
dijo Demian.
-¡Sí!,
¿no puedes tener más cuidado?
-No pedrisco
el clima…- el chico se quedo frio, al parecer no quería decir nada.
Era uno
de esos momentos incomodos, al parecer al cosmos le gustaba que me viera en esas
situaciones en ese día. Gracias, gracias al ser divino que se encarga de
meterme en estas situaciones, no sabe cuan agradecida estoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario