sábado, 23 de agosto de 2014

Capítulo LXXVII

Después de haber pasado varios ratos incomodos regrese a mi casa, el padre de Demian fue muy amable en llevarme a casa a mi y a mi bicicleta.
Tome la perilla de la puerta principal, la gire y entre a la casa, sólo para ser recibida por calor y un delicioso aroma, que indicaba que mi mamá estaba cocinando algo, no sólo lo intuí por el aroma, también por la música que sonaba “Chocolate” de Jesse & Joy.
-Lola ¿Eres tú?- grito mi madre desde la cocina.
-No, soy Lady Gaga.
-Muy bien, entonces no te interesa el paquete que llego hace rato.
¿Paquete? ¿para mi?, no había ordenado nada, tampoco sabia que alguien me había enviado algo, pensando que mi abuela lo único que me da es dinero, en mi cumpleaños. Corrí directo a la cocina.
-¿Qué es?- pregunte curiosa, a mi madre, que estaba con su delantal y unos guantes de cocina.
-Nada que a Lady Gaga le interese.
Reí, mas que ser una risa causada por su (mal) chiste, era una risa sarcástica.
Mi madre prosiguió
-No sé que sea, no lo he abierto, lo deje en la mesa.
Me dirigí a la mesa, en efecto ahí estaba, una caja envuelta en un papel de color morado, no parecía un paquete de los que te mandaban por correo, parecía más un trabajo casero, de esos que tú mismo entregas como regalo, o de esos que dejas en la puerta de alguien, esperando a que sea encontrado por la persona correcta. Tomé rápido el paquete y subí a mi habitación, antes de proceder a realizar cualquier otra acción me cambie la ropa que aun seguía húmeda después de la lluvia.
Tome el paquete, no era muy grande, cabía fácilmente en la palma de mi mano, lo pase varias veces por mis dedos, hasta que note la pequeña nota que tenia colgando. “Para Lola” era lo que la pequeña nota colgante decía.
Removí el papel, de la forma menos cuidadosa posible, era una caja, una cajita blanca. Abrí la cajita, un collar… morado, era lo que había dentro de esa pequeña caja, el tono de morado era similar a los tonos que tenia el espejo.
Deje caer la caja sobre la cama y me di cuenta de que había otra nota, un pequeño trozo de papel doblado. Tome la nota y lo desdoble y con atención comencé a leer el contenido de esta: “¿Saldrías conmigo?, te veo mañana a la una en el puesto de helados. Mateo”.
Pasé los dedos varias veces por el escrito, sentí la escritura de Mateo, la sensación era la de una descarga eléctrica, y esa descarga despertaba de nuevo mis dudas, ¿debía seguir el consejo de Demian y quedarme con Mateo?
Me tumbe de nuevo en la cama y me cubrí el rostro, ¿por qué tengo que pasar por tanto drama?, solo tengo 14, según los libros, las películas, las telenovelas e internet, todo esto me debería pasar hasta los dieciséis, cuando tuviera un cuerpo escultural y todos murieran por mi, cuando fuera la más popular de la preparatoria y todas me envidiaran, por tener pechos grandes y ser la porrista más popular.
-¡Lola!- gritó mi madre desde abajo.
-¿Qué paso?- grité desde mi habitación.
-¡Baja, ahora mismo señorita!
Se me helo la sangre, ¿Sofía pudo haberles contado de mi beso con Mateo?, o ¿qué tal si me vieron darle un beso a Danniel? ¿O que tal si pasaron ambas?
No me quería imaginar, que podría pasar, tal vez me mandarían a un convento, me pondrían cinturón de castidad o me castigarían hasta los treinta.
Di un gran respiro, salí de mi habitación y baje lentamente por las escaleras.
-Tranquila Lola, no ha pasado nada malo- me dije a mi misma para reconfortarme a mi misma.
Mis padres, estaban en la sala, con aspecto serio, ambos con una cara que no podía descifrar, tal vez me han descubierto. Mi hermana estaba con ellos. Pequeña traidora.
-¿Qué paso?- pregunté con cierto tono de preocupación.
-Me puedes explicar ¿qué es esto?- dijo señalando al suelo.
-¿Qué?- no entendía a que se referían.
-Esto- señalo del nuevo al piso, eran huellas, huellas de lodo, mis huellas.
-Es sólo eso- sonreí y solte un gran suspiro.
-¡Sólo es eso!- reclamo casí gritando. –Estaba limpio y…
-Tranquila- interrumpí –yo lo limpio- dije con una sonrisa.
Después de limpiar, vino la parte de la comida, con la parte de la comida, vino el postre. Podría comer los pasteles y galletas que mi madre prepara, claro que después de eso tendría obesidad mórbida, pero ¿a quién le importa?
Subí a mi habitación, la comida me había dejado agotada, me pasó lo que creía imposible, no creía que fuera posible cansarse de comer.
Me tire a la cama, tome mi laptop y la encendí, tome el control de la televisión y la encendí mientras aparecía el logo del sistema operativo, introduje mi contraseña y voilà. Entre a Facebook, había estado un poco alejada de aquella red social.
Había pocas cosas que llamaran mi atención, compañeros tomándose fotos frente al espejo con cámaras de veinte mil pesos, huecos publicando frases usadísimas, creyendo que con eso nos conquistaran, compañeras subiendo fotos con escotes, sin importar que apenas y tuvieran busto.
No había nada que llamara mi atención, estaba a punto de cerrar la laptop cuando noté algo que si capto mi atención, fotos, fotos de Danniel con Tatiana, hubo algo en mi, como si estrujaran mi corazón, estaban abrazados, felices, tomando, el besando su mejilla… ahí había algo. Lo noté aun más cuando vi la publicación de Tatiana en el muro de Danniel: “Te amo mi Dannielito”

Era suficiente, cerré la laptop y me recosté. Tal vez Demian tiene razón, tal vez era Mateo… Mateo, definitivamente, y con él me esperaba un gran día.

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En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?