Después
de haber pasado varios ratos incomodos regrese a mi casa, el padre de Demian
fue muy amable en llevarme a casa a mi y a mi bicicleta.
Tome la
perilla de la puerta principal, la gire y entre a la casa, sólo para ser
recibida por calor y un delicioso aroma, que indicaba que mi mamá estaba
cocinando algo, no sólo lo intuí por el aroma, también por la música que sonaba
“Chocolate” de Jesse & Joy.
-Lola
¿Eres tú?- grito mi madre desde la cocina.
-No, soy
Lady Gaga.
-Muy
bien, entonces no te interesa el paquete que llego hace rato.
¿Paquete?
¿para mi?, no había ordenado nada, tampoco sabia que alguien me había enviado
algo, pensando que mi abuela lo único que me da es dinero, en mi cumpleaños.
Corrí directo a la cocina.
-¿Qué
es?- pregunte curiosa, a mi madre, que estaba con su delantal y unos guantes de
cocina.
-Nada que
a Lady Gaga le interese.
Reí, mas
que ser una risa causada por su (mal) chiste, era una risa sarcástica.
Mi madre
prosiguió
-No sé
que sea, no lo he abierto, lo deje en la mesa.
Me dirigí
a la mesa, en efecto ahí estaba, una caja envuelta en un papel de color morado,
no parecía un paquete de los que te mandaban por correo, parecía más un trabajo
casero, de esos que tú mismo entregas como regalo, o de esos que dejas en la
puerta de alguien, esperando a que sea encontrado por la persona correcta. Tomé
rápido el paquete y subí a mi habitación, antes de proceder a realizar
cualquier otra acción me cambie la ropa que aun seguía húmeda después de la
lluvia.
Tome el
paquete, no era muy grande, cabía fácilmente en la palma de mi mano, lo pase
varias veces por mis dedos, hasta que note la pequeña nota que tenia colgando.
“Para Lola” era lo que la pequeña nota colgante decía.
Removí el
papel, de la forma menos cuidadosa posible, era una caja, una cajita blanca.
Abrí la cajita, un collar… morado, era lo que había dentro de esa pequeña caja,
el tono de morado era similar a los tonos que tenia el espejo.
Deje caer
la caja sobre la cama y me di cuenta de que había otra nota, un pequeño trozo
de papel doblado. Tome la nota y lo desdoble y con atención comencé a leer el
contenido de esta: “¿Saldrías conmigo?, te veo mañana a la una en el puesto de
helados. Mateo”.
Pasé los
dedos varias veces por el escrito, sentí la escritura de Mateo, la sensación era
la de una descarga eléctrica, y esa descarga despertaba de nuevo mis dudas,
¿debía seguir el consejo de Demian y quedarme con Mateo?
Me tumbe
de nuevo en la cama y me cubrí el rostro, ¿por qué tengo que pasar por tanto
drama?, solo tengo 14, según los libros, las películas, las telenovelas e
internet, todo esto me debería pasar hasta los dieciséis, cuando tuviera un
cuerpo escultural y todos murieran por mi, cuando fuera la más popular de la
preparatoria y todas me envidiaran, por tener pechos grandes y ser la porrista
más popular.
-¡Lola!-
gritó mi madre desde abajo.
-¿Qué
paso?- grité desde mi habitación.
-¡Baja,
ahora mismo señorita!
Se me
helo la sangre, ¿Sofía pudo haberles contado de mi beso con Mateo?, o ¿qué tal
si me vieron darle un beso a Danniel? ¿O que tal si pasaron ambas?
No me
quería imaginar, que podría pasar, tal vez me mandarían a un convento, me
pondrían cinturón de castidad o me castigarían hasta los treinta.
Di un
gran respiro, salí de mi habitación y baje lentamente por las escaleras.
-Tranquila
Lola, no ha pasado nada malo- me dije a mi misma para reconfortarme a mi misma.
Mis
padres, estaban en la sala, con aspecto serio, ambos con una cara que no podía
descifrar, tal vez me han descubierto. Mi hermana estaba con ellos. Pequeña
traidora.
-¿Qué
paso?- pregunté con cierto tono de preocupación.
-Me
puedes explicar ¿qué es esto?- dijo señalando al suelo.
-¿Qué?-
no entendía a que se referían.
-Esto-
señalo del nuevo al piso, eran huellas, huellas de lodo, mis huellas.
-Es sólo
eso- sonreí y solte un gran suspiro.
-¡Sólo es
eso!- reclamo casí gritando. –Estaba limpio y…
-Tranquila-
interrumpí –yo lo limpio- dije con una sonrisa.
Después
de limpiar, vino la parte de la comida, con la parte de la comida, vino el
postre. Podría comer los pasteles y galletas que mi madre prepara, claro que
después de eso tendría obesidad mórbida, pero ¿a quién le importa?
Subí a mi
habitación, la comida me había dejado agotada, me pasó lo que creía imposible,
no creía que fuera posible cansarse de comer.
Me tire a
la cama, tome mi laptop y la encendí, tome el control de la televisión y la
encendí mientras aparecía el logo del sistema operativo, introduje mi
contraseña y voilà. Entre a Facebook, había estado un poco alejada de aquella
red social.
Había
pocas cosas que llamaran mi atención, compañeros tomándose fotos frente al
espejo con cámaras de veinte mil pesos, huecos publicando frases usadísimas,
creyendo que con eso nos conquistaran, compañeras subiendo fotos con escotes,
sin importar que apenas y tuvieran busto.
No había
nada que llamara mi atención, estaba a punto de cerrar la laptop cuando noté
algo que si capto mi atención, fotos, fotos de Danniel con Tatiana, hubo algo
en mi, como si estrujaran mi corazón, estaban abrazados, felices, tomando, el
besando su mejilla… ahí había algo. Lo noté aun más cuando vi la publicación de
Tatiana en el muro de Danniel: “Te amo mi Dannielito”
Era
suficiente, cerré la laptop y me recosté. Tal vez Demian tiene razón, tal vez
era Mateo… Mateo, definitivamente, y con él me esperaba un gran día.
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