Llegamos
al café, en la entrada estaba Danniel, radiante como siempre, con su cabello
rubio y sus ojos que me derretían, vestía una camisa azul marino, con un sierre
en el cuello y unos jeans, muy casual, pero de todas formas, me encantaba.
-Hola- dije
y le di un beso en la mejilla.
-Hola-
dijo con un sonrisa.
-Traje a
unos amigos, espero no te importe- comenté.
-Ah… no-
su expresión cambio, no parecía tan feliz ahora.
-Bueno
los presento- tomé de la mano a Demian y a Valeria. –Danniel ella es Valeria-
ambos se saludaron. –Y el es Demian.
Danniel
les dio un apretón amistoso.
-Bien-
hizo una pausa. –¿Nos vamos?
-Nos
vamos- contestó Sebastián, que llego por detrás de Danniel.
-¿Quién
eres tú?- preguntó Danniel.
-Sebastián,
un gusto- extendió la mano hacia Danniel, este lo miro con desconcierto, y
acepto el amistoso gesto de Sebas.
-¡Coso!-
gritó Valeria, que se abalanzó a los brazos de Sebastián.
-¿Coso?-
mire a Demian como preguntando “¿qué?”, este tenia la misma cara de haber perdido la fe en la humanidad.
Regresé
mi mirada a Danniel, parecía no entender nada. Di un paso al frente para
acercarme a Danniel.
-¿Qué
pasa?- pregunté al chico.
-Nada…
nada- exhalo.
Ninguno
de los dijo nada y a pesar del ruido que había a nuestro alrededor, parecía que
sólo éramos él y yo, todo era silencio, nada parecía poder romper esa perfecta
armonía que habíamos creado. Hasta que finalmente dijo:
-¿Nos
vamos?
-Eh…
este… ¡Sí!- reaccione, saliendo de mi pequeño trance.
-Ok-
contestó un Danniel cada vez más incomodo.
Separe a
Sebastián y Valeria que estaban cada vez más melosos. Decidieron ir en la
motocicleta de Sebastián, así que sólo seriamos Demian y yo en el auto con
Danniel. Yo me senté al frente con Danniel y Demian se fue a la parte trasera.
Una vez
los tres arriba, Danniel puso en marcha el vehículo, baje un poco la ventanilla
para sentir el viento y cerré los ojos un momento. Una canción de Nelly Furtado
comenzó a sonar, mire en el estéreo “Hey man!” era la canción.
-Así que
Nelly Furtado…- intenté sacar tema de conversación.
-Oh sí-
contesto con una sonrisa –es mi cantante favorita.
-Creo que
ya nadie la escucha- comento Demian.
En ese
momento sólo quise abrir la puerta del auto y arrojar a Demian a la carretera.
-Yo creo
que es muy buena, me gustan algunas de sus canciones- añadí.
Hicimos
silencio, dejando sólo a la música y al ruido del trafico.
Las
calles comenzaron a parecerme conocidas, como si ya hubiera estado en este
lugar antes. Y así era, estábamos frente al fumadero, fuera de el ya nos
esperaban Valeria y Sebastián.
-¿Debería
proteger mi cartera?- preguntó Demian.
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