-Bueno, por lo menos ya no
soy imbécil- Danniel extendió una mano, para ayudarme a recuperar la postura,
mano que acepte era tan suave, creo que tomarlo de la mano era uno de mis
sueños más grandes, pero claro preferiría que hubiera sido en otra situación.
-Discúlpame, una vez más-
dije, por fin de pie –soy una tonta, no me fije iba absorta en mis pensamientos
¿no te ensucie?
-Descuida- me dedico una
sonrisa, una vez más una sonrisa perfecta –tenemos que dejarnos de encontrar
así. Además en parte yo tengo parte de la culpa, estaba muy concentrado en la
música- hubo un silencio algo incomodo, pero en mi interior no quería que este
momento acabara, momento en el que estaba hablando con Danniel. –bueno… déjame
comprarte otro café, es lo mínimo que puedo hacer, por el vaso me puedo dar
cuenta de que lo compraste en “Esquina del cielo”.
-No, no como crees- me
sonroje.
-Vamos, no acepto un no como
respuesta- insistió.
Al parecer no tenía muchas
alternativas, sus ojos azules, sus intensos ojos azules me hipnotizaban.
-Está bien, acepto, al ver
que no tengo ninguna otra alternativa.
Él rió, caminábamos hasta el
café el silencio de hace unos instantes había regresado, no hicimos mucho
contacto visual, fue por así decirlo incomodo.
-Y bien, ¿Cómo te llamas?-
comenzó, su voz sonaba muy relajada- digo, me gustaría saber a quién le voy a
pagar su café- termino con una sonrisa.
El corazón me latía
rápidamente, me sentía como en un sueño, pero no era un sueño, era una
realidad, una realidad que esperaba desde hace mucho una posible señal del
destino, una que no iba a desperdiciar.
-Lola- conteste.
-Uh Dolores es un bonito
nombre.
-Te equivocas- reí –no soy
Dolores, Lola, solo Lola.
-Oh ok- dijo, como si
estuviera asintiendo con la cabeza. –Igual es un nombre bonito. Yo me llamo
Danniel con doble n.
-Lo sé- en ese momento pensé
que fue un error mencionar eso –digo, te tengo agregado en Facebook, hace
algunos días subí una foto y tu le diste “me gusta”- agregue para no parecer
una maniática.
-Oh claro- dijo, con una
gran sonrisa y abriendo mucho los ojos –tu subiste la foto de la luna, ya te
recordé.
No dije nada, seguimos
caminando hasta llegar al café, el cual había visitado ese mismo día, unos
momentos antes.
Entramos, al café, yo sentía
que en cualquier momento me iba a paralizar, el olor a café me abrazaba,
Danniel señalo una mesa, entendiendo el mensaje me fui a sentar con él, la
música sonaba como siempre, era una canción que no podía distinguir a pesar de
que salió hace poco, una mesera bajita, morena y con lentes se nos acerco.
-Hola- comenzó la mesera,
arreglándose sus lentes y sacando una pluma de su delantal –bienvenidos al café
esquina del cielo, puedo tomar su orden.
-Hola- contesto Danniel,
mientras cubría sus manos con las mangas de su suéter, un suéter azul marino
–yo quiero un capuchino en las nubes, grande, para llevar por favor.
-¿Y usted señorita?
Estaba en un dilema, no
sabía si pedir un expreso grande o chico, si pedía el grande podría pensar que
era una abusadora, pero si pedía el chico, pensaría que era una desagradecida.
Eso es, pediría un café mediano, no me veré como una desagradecida.
-Hey Lola ¿estás ahí?- dijo
Danniel moviendo la mano derecha de un lado a otro.
-Perdón- me sonroje –me quede
pensando. Yo quiero un expreso mediano para llevar.
-Ok, en un momento se los
traigo- dijo la amable mesera.
La canción terminaba y ahora
sonaba “Call me maybe” de Carly Rae Jepsen, me pareció una extraña coincidencia
y comencé a creer que era una señal del destino. Quería decir algo pero me
sentía paralizada, no podía articular palabras, el sacaba su celular y al
parecer enviaba mensajes de texto, yo me encontraba inmersa en un mundo de
pensamientos mientras jugaba con la servilleta.
Tenía que decidirme, siempre
había soñado con este momento, un momento solo de Danniel y mío pero por alguna
razón no podía articular ninguna palabra, tenía que decidirme pronto, ya que no
duraría para siempre.
Estaba decidida tenía que
hablarle, tenía que por lo menos ser su amiga… era tarde su celular sonaba.
-Disculpa- se levanto y
contesto la llamada.
Bien Lola, perdiste tu
oportunidad, claro no es que tuviera mucha, yo solo soy Lola y el es Danniel.
Al parecer era algo importante ya que se miraba impaciente mientras daba
vueltas.
La mesera llego, puso el
capuchino de Danniel en la mesa y me café a lado. Él colgó se dirigió a la mesa
y saco un billete de 50 sobre la mesa.
-Lo siento- dijo –tengo que
irme, fue un placer, nos vemos.
Y así salió casi corriendo
del café, pero sin siquiera darse cuenta de que su celular había caído de su
bolsillo.
¡Buen capítulo! Me ha gustado mucho. Yo también escribo en un blog ¿podrías pasarte? Aquí tienes la dirección, ¡un saludo! http://prefieroserlibre.blogspot.com.es/
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