Estaba sonrojada, de eso me
podía dar cuenta, sentía la cara caliente, deseando desaparecer. En ese
momento, me vendrían bien unos zapatos rojos.
-Señor Rodríguez- soné un
poco alarmada –disculpe no fue mi intención quedarme dormida- me levante lo más
rápido que pude.
-Yo creí que estaba cómoda-
soltó él, con un tono sarcástico.
Reí, no sabía si era una
risa nerviosa o si intentaba, reírme del chiste del señor Rodríguez para que mi
castigo no fuera peor de lo que creía que iba a ser.
-En serio, disculpe no
quería que esto sucedería, estoy tomando medicamento y…
-No se preocupe señorita
ferro- el señor Rodríguez parecía relajado, más de lo que yo esperaba para esta
situación. –Sé lo que es ser adolescente y tener castigos aburridos, a mí me
castigaban todo el tiempo, ¿por qué no se va a su casa?, digo ya son las 3.
-Gracias señor Rodríguez- tome
mi mochila. –Nos vemos mañana.
-De nada señorita Ferro, y
recuerde estudiar mañana tiene examen de mi materia- dijo, mientras yo me
alejaba.
Salí de la biblioteca, mire
mi celular y efectivamente eran un poco más de las de las tres. Desbloquee el
teléfono sin siquiera haber visto el teclado, entre a contactos y llame a mi
papá.
No tardo en llegar a la
escuela, lo salude con un beso y subí al auto con él.
-Y bien ¿Cómo te fue hoy?- pregunto,
sin perder la vista del camino.
-Bien- conteste –el examen,
resulto mejor de lo que esperaba, solo que hoy hubo un inconveniente.
-¿A si?, ¿Cuál?
-Las pastillas, no recordé
como tomarlas y me quede dormida en el cas… en la biblioteca, ayudando en lo
que te había platicado.
-Te dijimos una pastilla del
frasco verde y 2 del frasco azul, si tomas 2 del frasco verde te quedaras
dormida- sonaba muy serio.
Llegamos a casa, mi hermana
y mi mamá nos esperaban para comer, yo me fui a cambiar de ropa, pase del
uniforme escolar a un pantalón rojo y una blusa verde rosa acompañados de unos
coverse rojos. Baje a comer, la comida fue monótona, lo mismo de siempre, solo
que hoy había una variante, hablábamos de cómo me había ido en el examen, el
cual no fue tan terrible como llegue a creer que seria. Ese día me tocaba a mí,
lavar los platos, por lo cual terminando de hacerlo subí a mi habitación, vi mi
celular y observe que tenía un mensaje, era Demian: “¿Estudiamos más tarde?”
“Claro, bueno depende ¿ira
Valeria?” respondí.
El teléfono no tardo en
sonar nuevamente. “No, ya sé que están peleadas, ¿te parece a las seis?”
“Claro, nos vemos” conteste.
No era necesario especificar el lugar, ya que siempre era el mismo, el café
esquina del cielo.
El tiempo voló, en ese
tiempo que tuve antes de salir a estudiar con Demian, hice la tarea, que no era
mucho e incluso le ayude a Sofía con la suya. Antes de salir de casa tome mi
celular y mi bolso azul, con el mismo contenido de la ultima vez, salí de casa
sin muchas preocupaciones estaba atardeciendo, simplemente era un día bello, o
una tarde. Di una rápida revisión del parque Danniel no se encontraba ahí,
seguí caminando hasta el café, entre y fui a la esquina de siempre y ahí
estaban, Demian, Sebastián y por supuesto la traidora, Valeria.
-¿Qué hacen ellos aquí?-
dije, dirigiéndome a Demian. –Creí que solo estaríamos tú y yo.
-También me alegro de verte
Lola- contesto Valeria –además este es un lugar público.
-Yo trabajo aquí- agrego
Sebastián.
-Tu mejor sigues trabajando
antes de que Lola te arroje algo o te despidan lo que suceda primero- dijo
Demian, dirigiéndose a Sebastián, este se levanto mostrando su uniforme de
trabajo, claro no era un uniforme en sí, solo un delantal con letras grises que
llevaban el nombre del café. –Bueno, yo las cite a ambas para que arregláramos
esto, no puede seguir así.
-¿Podríamos salir?- pregunte
sintiendo, como si estuviera prediciendo que esto sería un gran desastre.
Por fin afuera, pude notar
que era un atardecer hermoso. Era una de las pocas tardes de verano que el
cielo no estaba gris.
-Ya estamos afuera ¿podemos
hablar?- dijo Valeria, con tono quebrado, sus ojos brillaban, parecía que fuera
a llorar -¿Por favor?
-Está bien- conteste
–empieza ya.
-Veras- comenzó Valeria,
jugueteando con su celular. Típico de ella cuando está nerviosa, juguetear con lo primero que tiene al alcance de sus
manos, incluso con sus propias manos. –Realmente no sé porque no te conte…
-Valeria…- le interrumpió
Demiian –dile todo lo que me dijiste, no creo que se moleste… más de lo que ya
está.
-Ok- contesto Valeria, tomo
aire y prosiguió –prométeme que no me apuñalaras, asfixiaras o torturaras,
después de lo que te vaya a decir.
-Valeria…- dijimos Demian y
yo, con cierta desesperación.
-Ya, ya- comenzó Valeria. –Bueno
no te dije nada, porque tenía miedo de tu reacción.
-¿Eso es todo?- dije,
desconcertada y frustrada. Vamos somos mejores amigas, casi hermanas y creo que
no nos debería molestar que la otra tenga novio. -¿Por qué crees que me iba a
enojar en que tuvieras novio?, es mas creo que es grandioso, que tengas uno.
-No me refería a eso-
continuo Valeria, ahora parecía un poco más nerviosa –hablaba de que tu sabes,
te gusta Danniel y no te hace mucho caso, no quería que te pusieras, tu sabes
celosa, porque mi novio es mayor.
-¿Ya acabaste?- conteste,
algo enfadada, vi al suelo, tome aire y continúe. –No me hubiera puesto celosa,
Danniel es algo así como… imposible. En serio exagerabas. Y también perdona,
por haber sido una imbécil estos días contigo, a decir verdad si estuve un poco
celosa.
-Entonces ¿amigas otra vez?-
Valeria hizo un gesto de suplica con un puchero.
-¿Otra vez?- conteste,
haciendo un gesto despectivo. –Nunca lo dejamos de ser- finalmente sonreí y
abrí los brazos.
Valeria, entendió el mensaje
y me abrazo, Demian sonrió al ver la escena, incluso juraría que casi llora.
-Te amo Lolo- dijo Valeria.
-Yo también Vale- conteste
–y por cierto ¡no me digas Lolo!- grite. Seguido de eso nos tiramos a reír, y
entramos al café para estudiar y obviamente platicar, ya que yo me moría de
ganas de preguntarle sobre Sebastián.
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