Tres
vestidos y sólo media hora para elegir y Valeria no estaba para ayudarme, estaba
indecisa, tenía que elegir entre un vestido azul marino con flores, un vestido
rayado con falda blanca y finalmente un vestido totalmente blanco con holanes.
Pase mi
mano por los tres vestidos, sentí la tela con ambas manos.
-Bien-
dije en voz alta –será cosa del destino.
Cubrí mis
ojos con mi mano izquierda e hice lo que cualquier persona en esta situación
hubiera hecho, comencé a mover la mano señalando los tres vestidos, mientras
decía:
-De tín
marín, de do, pingüe, cúcara macara, títere fue…- tal vez no era la forma ideal
de tomar una decisión pero resultaba muy practica -… pegale, pegale que él
merito fue.
Descubrí
mis ojos y noté que mi dedo señalaba al
vestido rayado, lo tomé y en un abrir y cerrar de ojos estaba vestida.
Me puse
las alpargatas que combinaban con las rayas grises del vestido y di una vuelta
sobre mi misma, como en una de esas películas demasiado cursis; de pronto el
tono de llamada de mi celular rompió mi pequeño momento mágico, Valeria.
-¿Bueno?-
contesté.
-Estamos
abajo.
-Bien,
voy para allá.
Tome el
bolso de la última vez y guarde el teléfono. Salí de la habitación nerviosa,
esperaba que todo funcionara a la perfección
En la
puerta estaba mi madre hablando con alguien, parecía feliz.
-Lola,
llegaron por ti- mi madre esbozo una sonrisa.
Le di un
abrazo y un beso.
-Gracias-
susurre en su oído.
Salí de
la casa y volteé, mi mamá estaba parada en el marco de la puerta, movió los
labios y pude entender que decía: “cuídate”.
-Bien
Lola, esta será la mejor noche de tu vida- dijo Valeria, que me sujetó del
brazo.
-Eso
espero- contesté –¿por qué están vestidos así?
Demian y
Valeria, estaban vestidos de negro de pies a cabeza, Valeria llevaba una
especie de gorro en la cabeza y Demian llevaba uno parecido en la mano.
-Vamos a
un funeral- contestó Demian.
-¿Quién
murió?- pregunté.
-Mi
dignidad- contestó el chico arreglándose los lentes. –¿Por qué acepté hacer
esto?
-Porque
eres mi amigo y me quieres- me acerqué y lo abracé.
Atravesamos
el zaguán y caminamos un poco, estaba impaciente porque Danniel llegara.
-Reformulare
la pregunta- el chico aclaro su garganta –¿Por qué acepté vestirme así?
-Porque
nos vemos increíbles- dijo Valeria cubriendo su rostro con el gorro.
-¿Pero
tenemos que usar pasamontañas?- Demian miraba el suyo con aire despectivo.
-Sí,
somos espías, los espías profesionales los usan- Valeria le arrebato el
pasamontañas y le cubrió la cara. –Ves, incluso te hace ver guapo.
-No sé ve
mi rostro- replicó el chico.
-¡Exacto!
Demian se
quito el pasamontañas de la y se lo arrojo a Valeria.
-Parecemos
asaltantes.
-No
empiecen- dije.
-Lola tiene
razón, esta es su noche- dijo Valeria. –Tenemos que ser sigilosos.
-Valeria,
sin ofender, pero serías una pésima espía.
-¿Por
qué?- se quitó el pasamontañas, parecía decepcionada.
-No eres
sigilosa- contesté.
-Tampoco
discreta- agrego Demian.
Un auto se
acerco y se estaciono, era Danniel.
El chico
de los ojos azules bajo del auto, unos jeans y una camisa negra, estaba
sonriendo.
-Hola- se
paro frente a mi –te ves muy linda.
Sólo me
limite a sonreír, el chico de cabellos dorados se inclino para besarme.
-Tú
también estas muy guapo- otro beso.
-¿Nos
vamos?- preguntó.
-Sí-
sonreí.
-Chicos-
se dirigió a Valeria y Demian –muchas gracias por el favor, no sé como lo voy a
pagar, son unos excelentes amigos.
-De nada-
contestó Valeria.
-¿Amigos?-
preguntó Demian.
-Sí-
contesto Danniel con una sonrisa –bueno, un amigo hace este tipo de cosas, por
eso los considero mis amigos.
Extendió
una mano y estrecho manos con Demian y Valeria, se acerco al auto y abrió la
puerta del copiloto.
-Después
de usted- me dijo.
Entré al
auto y con un ademan me despedí de Demian y Valeria, Valeria me observaba como
una niña con juguete nuevo y levantó los pulgares. Danniel entró al auto y
arranco, comenzamos a avanzar dejando atrás a la pareja dispareja.
-¿Amigos?-
repetí la pregunta de Demian.
-Sí-
contestó sin perder la mirada de la carretera.
-Creí que
te desagradaban- solté.
El auto
se detuvo, el semáforo estaba en rojo, pocos autos circulaban, la temperatura
era agradable, Danniel encendió el estero
y una canción con aire de principios de los dos mil, comenzó a sonar, en
la pequeña pantalla se apreciaba “You’re the storm” de The Cardigans.
-No me
desagradan- me volteo a ver con una sonrisa –sólo me molestaba que invadieran
nuestra privacidad, pero luego entendí que podía usar eso a mi favor.
-Aprovechado.
-Un poco.
El
semáforo se puso verde de nuevo y comenzamos a avanzar.
-Supongo
que para variar no me dirás adónde vamos ¿verdad?
-Supones
bien Lola, ya estas aprendiendo.
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