Ocho de
la mañana, para ser más especifica, ocho de la mañana de un domingo y yo estaba
despierta, el sueño había abandonado mi cuerpo, como la virginidad a las
bochos.
Salí de
la cama, ya estaba resignada a no poder dormir, un pants y una blusa holgada,
baje por un vaso de jugo que bebí en un parpadeo y salí de la casa en
bicicleta.
La mañana
era agradable, el sol brillaba, ninguna nube cerca, el parque estaba casi
vacío, muy poca gente estaba por ahí, sólo unos cuantos comenzando con sus
rutinas matinales de ejercicio.
-¡Cuidado!-
gritó alguien.
Dirigí mi
vista de nuevo al frente, pero era tarde, el impacto iba a suceder, caí de la
bicicleta y azote contra el duro suelo.
-Debemos
dejar de encontrarnos así- dijo mateo de rodillas al lado de la bicicleta.
–¿Estás bien?
-Sí-
contesté, incorporándome de nuevo –gracias.
Levante
la bicicleta del suelo, di media vuelta y traté de continuar mi camino, hasta
que Mateo hablo:
-Espera-
dijo el chico, que ya estaba de nuevo en pie –tenemos que hablar.
-¿De
qué?- me detuve.
-De ti,
de nosotros, de esta cosa extraña que somos.
-Amigos.
-¿Qué?
-Amigos-
repetí –eso somos, amigos.
-Pero, tú
me gustas.
Su
declaración me dejo fría, sabía que sentía algo por mí y yo sentía algo por él,
pero no era lo mismo que sentía por Danniel.
-Yo…-
aclare mi garganta –yo no puedo.
-Es el
chico rubio, te gusta, te gusta en serio ¿verdad?
Asentí
con la cabeza.
-¿Qué
tiene él que no tenga yo?
En ese
momento no lo sabía, ni siquiera sabía si estábamos juntos aún.
-No
quiero hablar de eso- subí de nuevo a la bicicleta –hablamos después.
El chico corrió
y se puso justo en frente de mi bloqueándome el paso.
-Mateo-
suspiré –por favor.
-Lola me
gustas, me gustas desde que te vi en la cena en casa de tus padres.
-Detente.
-Cada
beso, cada uno de ellos fue real, yo lo sentía- hizo una pausa –sentía que
había algo, estoy seguro que tú también lo sentías.
-Por
favor, basta- solté –Mateo te quiero, pero no de esa forma, nunca fue mi
intención lastimarte.
-Lola, esto
no es tan sencillo- dijo el chico del cabello rizado con tono desesperado –no
puedes ir por ahí enamorando gente, sin pretender “no lastimarla”. El amor es
como un juego, uno donde no hay empates, siempre pierde alguien, en este caso
creo que el perdedor soy yo.
Mateo
retrocedió caminando en reversa. Puso la patineta en el suelo y se alejo sobre
ella.
Mi
estomago se sentía revuelto a pesar de que no había comido nada, quería
desaparecer, quería regresar el tiempo y evitar abrir las puertas del infierno con
este triangulo amoroso.
Me
coloque los audífonos y comenzó a sonar “Hey man!” de Nelly Furtado. Genial una
canción para pensar en Danniel.
Me quité
los audífonos de las orejas y regresé a casa, con el ruido de los autos de la
ciudad como música de fondo.
La casa
aun estaba callada, nadie despierto al parecer… o al menos eso parecía. Al
atravesar la puerta comenzó a sonar Bon Jovi, “It’s my life”.
-Ahí
estas- dijo mi padre que llevaba puesto un pants y una playera sin mangas.
-Aquí
estoy- contesté.
-¿Dónde
estabas?
-Fuera.
-¿En
domingo?
-Ya no
podía dormir y no había nada en la tele, créeme lo último que quiero un domingo
por la mañana es ver a un anciano con síndrome de Peter pan.
Mi padre
siguió con sus cosas y yo regresé a mi habitación, la cama seguía deshecha y el
celular estaba en su lugar, lo tome y me arroje a las sabanas; tenía un mensaje
nuevo, era Danniel:
“Hoy
amanecí con muchas ganas de abrazarte, de besarte y de tomarte de la mano, me
perdonas?”
Mi pecho
se sentía libre, era como si tuviera el peso del mundo en él y de pronto
desapareciera; sin pensarlo:
“Quiero
me abraces hasta que me dejes sin aliento, me beses hasta que me duelan los
labios y me tomes cuando este a punto de caer. No hay nada que perdonar”.
Cerré los
ojos un momento, la respuesta de Danniel fue casi inmediata, me acomode en la
cama y logré sentarme para leer el mensaje:
“Nos
vemos esta noche a las 9, no te preocupes por tus padres, lo tengo cubierto”.
Miré con
extrañeza el teléfono, ¿qué se le podría haber ocurrido?
Estaba a punto
de dejar el celular sobre el buro cuando este comenzó a sonar.
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