sábado, 2 de mayo de 2015

Capítulo C

Ocho de la mañana, para ser más especifica, ocho de la mañana de un domingo y yo estaba despierta, el sueño había abandonado mi cuerpo, como la virginidad a las bochos.
Salí de la cama, ya estaba resignada a no poder dormir, un pants y una blusa holgada, baje por un vaso de jugo que bebí en un parpadeo y salí de la casa en bicicleta.
La mañana era agradable, el sol brillaba, ninguna nube cerca, el parque estaba casi vacío, muy poca gente estaba por ahí, sólo unos cuantos comenzando con sus rutinas matinales de ejercicio.
-¡Cuidado!- gritó alguien.
Dirigí mi vista de nuevo al frente, pero era tarde, el impacto iba a suceder, caí de la bicicleta y azote contra el duro suelo.
-Debemos dejar de encontrarnos así- dijo mateo de rodillas al lado de la bicicleta. –¿Estás bien?
-Sí- contesté, incorporándome de nuevo –gracias.
Levante la bicicleta del suelo, di media vuelta y traté de continuar mi camino, hasta que Mateo hablo:
-Espera- dijo el chico, que ya estaba de nuevo en pie –tenemos que hablar.
-¿De qué?- me detuve.
-De ti, de nosotros, de esta cosa extraña que somos.
-Amigos.
-¿Qué?
-Amigos- repetí –eso somos, amigos.
-Pero, tú me gustas.
Su declaración me dejo fría, sabía que sentía algo por mí y yo sentía algo por él, pero no era lo mismo que sentía por Danniel.
-Yo…- aclare mi garganta –yo no puedo.
-Es el chico rubio, te gusta, te gusta en serio ¿verdad?
Asentí con la cabeza.
-¿Qué tiene él que no tenga yo?
En ese momento no lo sabía, ni siquiera sabía si estábamos juntos aún.
-No quiero hablar de eso- subí de nuevo a la bicicleta –hablamos después.
El chico corrió y se puso justo en frente de mi bloqueándome el paso.
-Mateo- suspiré –por favor.
-Lola me gustas, me gustas desde que te vi en la cena en casa de tus padres.
-Detente.
-Cada beso, cada uno de ellos fue real, yo lo sentía- hizo una pausa –sentía que había algo, estoy seguro que tú también lo sentías.
-Por favor, basta- solté –Mateo te quiero, pero no de esa forma, nunca fue mi intención lastimarte.
-Lola, esto no es tan sencillo- dijo el chico del cabello rizado con tono desesperado –no puedes ir por ahí enamorando gente, sin pretender “no lastimarla”. El amor es como un juego, uno donde no hay empates, siempre pierde alguien, en este caso creo que el perdedor soy yo.
Mateo retrocedió caminando en reversa. Puso la patineta en el suelo y se alejo sobre ella.
Mi estomago se sentía revuelto a pesar de que no había comido nada, quería desaparecer, quería regresar el tiempo y evitar abrir las puertas del infierno con este triangulo amoroso.
Me coloque los audífonos y comenzó a sonar “Hey man!” de Nelly Furtado. Genial una canción para pensar en Danniel.
Me quité los audífonos de las orejas y regresé a casa, con el ruido de los autos de la ciudad como música de fondo.
La casa aun estaba callada, nadie despierto al parecer… o al menos eso parecía. Al atravesar la puerta comenzó a sonar Bon Jovi, “It’s my life”.
-Ahí estas- dijo mi padre que llevaba puesto un pants y una playera sin mangas.
-Aquí estoy- contesté.
-¿Dónde estabas?
-Fuera.
-¿En domingo?
-Ya no podía dormir y no había nada en la tele, créeme lo último que quiero un domingo por la mañana es ver a un anciano con síndrome de Peter pan.
Mi padre siguió con sus cosas y yo regresé a mi habitación, la cama seguía deshecha y el celular estaba en su lugar, lo tome y me arroje a las sabanas; tenía un mensaje nuevo, era Danniel:
“Hoy amanecí con muchas ganas de abrazarte, de besarte y de tomarte de la mano, me perdonas?”
Mi pecho se sentía libre, era como si tuviera el peso del mundo en él y de pronto desapareciera; sin pensarlo:
“Quiero me abraces hasta que me dejes sin aliento, me beses hasta que me duelan los labios y me tomes cuando este a punto de caer. No hay nada que perdonar”.
Cerré los ojos un momento, la respuesta de Danniel fue casi inmediata, me acomode en la cama y logré sentarme para leer el mensaje:
“Nos vemos esta noche a las 9, no te preocupes por tus padres, lo tengo cubierto”.
Miré con extrañeza el teléfono, ¿qué se le podría haber ocurrido?

Estaba a punto de dejar el celular sobre el buro cuando este comenzó a sonar.

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En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?