Abrí los ojos, todo estaba oscuro, mi cabeza
daba vueltas, no sabía bien qué hora era, me acerque adonde había dejado mi
celular; genial estaba apagado, supuse que se había quedado sin batería.
–Demonios- grite.
Se suponía, que le iba a enviar un mensaje, a
Demian, cuando llegara a casa, claro que aun lo haría, en cuanto se hubiera
recargado un poco la batería del celular lo escribiría. Ahora eso era la
segunda cosa que más me preocupaba, o quizás la tercera, debido a que en ese
momento moría de hambre y de frio, claro, primero me ocuparía, del asunto de
estar hambrienta.
Salí de mi habitación, fui directo a la
cocina por algo de comer, por el pasillo, pude ver luces, que provenían de
abajo, al parecer aun no era tan tarde, como yo llegue a creer. Vi a todos
abajo, mis padres parecían estar viendo una película, mi hermanita, al parecer
se canso del xilófono y ahora jugaba con un rompecabezas, ella vestía un pijama
rosado, con unicornios, mi padre ahora vestía un pants gris, y una playera
blanca, la única diferencia en la ropa de mi mamá, que por supuesto era un
vestido, era que ya no llevaba aquellos tacones altísimos, si no que los había
cambiado por unas pantuflas rosadas. Los 3 me vieron bajar y se me quedaron
viendo por un rato.
-La bella durmiente despertó- gritaba Sofía,
mientras corría a abrazarme.
Solté una carcajada.
-Claro Sofí, estoy hermosa- dije con sarcasmo
–sobre todo despeinada y fodonga.
-Bueno hasta que despiertas- dijo mi padre
–duermes como oso.
-Y tengo el hambre de uno- dije frotándome el
estomago –que hay de comer, y por cierto ¿Qué hora es?
-Las nueve y media- dijo mi madre, viendo el
reloj –puedes olvida lo que cocine, al parecer no fue un buen día, para ti, por
lo que pedimos pizza para consentirte- dijo, al parecer recordó, nuestro
incidente en la tarde.
-Oh mami, perdóname por haberte tratado feo- me
sentí como una mala persona –estaba enojada, y claro porque mi día fue una
porquería.
Sentía aun como todo daba vueltas, estaba
mareada, casi tropiezo con mis propios pies, me senté un momento, en el sillón
que estaba cerca, mi papá noto que mi comportamiento era un poco extraño.
-¿Estás bien Lola?- dijo este, preocupado.
-Sí, solo es un pequeño mareo- dije –posiblemente,
sea solo porque no he comido nada.
-Lola, estas roja- dijo mi madre. Esta se
acerco y puso una mano en mi rostro. -¡Por Dios, Lola estas ardiendo!
Ella se alejo, y subió las escaleras, al
parecer iba a buscar algo, yo también me moví de lugar, fui directo a la
cocina, abrí la caja de la pizza, e inmediatamente tome una rebanada, me
apresure a comerla, ni siquiera la saboree, para cuando me di cuenta, mi mamá
ya estaba ahí.
-Bueno al parecer tenias hambre- decía mi
madre, dándome un termómetro, que había sacado del botiquín, que llevaba con
ella.
-No tenia, tengo hambre- dije, tomando el
termómetro. Lo puse en mi boca, espere un rato, y mi madre lo saco de mi boca.
-38 grados- dijo mi madre –nada más y nada
menos que fiebre, como lo dije- dijo, buscando algo –aquí están- dijo ella
sacando un frasco de pastillas.
-Aja… y ¿qué son?
-Pastillas, te deberían ayudar, mañana iremos
con un medico- dijo, sacando dos pastillas del frasco y acercándomelas, junto
con un vaso de agua.
Después de tomarme las pastillas, mi madre me
dio un beso en la frente y salió de la cocina. Yo me dispuse a seguir comiendo,
tome otra rebanada de pizza y me la lleve a la boca; aun tenia frío, supuse que
era por el hecho de tener fiebre.
Salí de la cocina, después de haber devorado
4 rebanadas de pizza, Sofía ya no estaba, al parecer ya se había ido a dormir,
mis padres aun seguían viendo, la película, que estaban viendo, desde antes que
yo bajara, al parecer era una comedia mexicana, de las malas. Me acerque y les
di un beso en la mejilla a cada uno, y subí a mi habitación. Una vez ahí, tome
mi celular, tenia el cincuenta por ciento de batería, eran las diez de la
noche, pero ya no le mandaría mensaje a
Demian, le llamaría.
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