Mientras íbamos en el auto, hice muchas
teorías de quien le podía gustar a Demian, incluso llegue a pensar que era gay,
cosa que descarte. Realmente no es de las personas que, se muestran muy
interesadas, por alguien, digo todos sus intereses románticos lo han rechazado,
sólo le había conocido a 2 novias.
Llegamos a casa, la lluvia había cesado,
aunque las nubes grises aun no desaparecían, posiblemente volvería a llover,
atravesé el jardín con mi papá, el pasto estaba excesivamente húmedo. En la
entrada, estaba mi mamá, que recibió a mi padre con un beso, y a mí me hablo y
no para saludarme, si no para hacerme un recordatorio:
-Lola, mi amor, ¿te podrías quitar los tenis
antes de entrar?- dijo mi mamá, sonriente.
-Oh, sí mamá, claro, un gusto verte, estoy
muy bien ¿y tú?, por cierto tuve un maravilloso día, gracias por preguntar-
dije sarcástica.
Me quite los tenis y los deje en la entrada.
Me dirigí a mi habitación, sin fijarme en la
reacción de cualquiera de los dos, camino a mi habitación, vi a mi hermana,
Sofía jugando con su xilófono, levante la mano saludándola, y le sonreí, ella
me respondió con una sonrisa, subí las escaleras, y seguí el pasillo hasta
llegar a mi cuarto. Una vez ahí, arroje la mochila sobre la cama y me dirigí al
baño, me despoje de la ropa, y entre a la ducha, abrí la llave de agua
caliente, y luego la de agua fría, cuando el agua estaba en la temperatura
perfecta me comencé a duchar. No pude evitar llorar, todo me había estado
saliendo mal, no sólo eso, sentía que la cabeza me quería estallar, lo que me
faltaba para mejorar mi día, al parecer me iba a enfermar. El agua caliente
caía en mis hombros, mientras yo me sumía cada vez más en mis pensamientos.
Decidí por fin salir de la ducha, me puse mi bata de baño, y me enrede una
toalla en la cabeza, salí del baño, y me dispuse a vestirme, elegí un pants y
una camisa suelta. Estaba fodonga pero cómoda. Vi por la ventana, observe como
casi todas las nubes grises habían desaparecido, el cielo estaba casi todo azul
y un arcoíris lo acompañaba, pero a pesar de ese bello paisaje sentía que le
cabeza me estallaba, incluso había olvidado que tenía hambre. Me acosté un
rato, una pequeña siesta tal vez ayudaría, pero los parpado me traicionaron y
me sumí en un profundo sueño.
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