sábado, 18 de julio de 2015

Capítulo CX

-Dicen que los sueños son un reflejo de nuestros deseos más ocultos.
-¿Estás diciendo que deseo ser violada por el vecino?- la cuestioné mientras picaba cebolla.
-No- dijo seria, mientras vertía pasta en agua hirviendo –lo que digo es que quizá todavía te gusta.
-¿Eres chef o psicóloga?
-Soy tu madre.
-Deberías abrir un consultorio, tu eslogan sería “consulta y comida al dos por uno”- contesté como si la hubiera ignorado –serías un hit.
La puerta de la cocina se abrió, mi padre entró y se acerco a mi madre, ella estaba ocupada con la pasta, mi papá la tomó y le dio un beso.
-Hola Lola- dijo mi padre y se acerco a darme un beso en la mejilla. Desde el castigo habíamos estado evitándonos uno al otro.
-Hola pá- dije mientras comenzaba a picar un jitomate.
No lo vi, me concentré en la fruta, no quería verlo, estaba tan enfocada en picar que sentía como si el cuchillo fuera parte de mi brazo, aunque estaba ocupada en mi asunto, no podía evitar escuchar los susurros de mis padres.
-¿Cómo ha estado?- preguntó mi padre en voz baja, pero no lo suficiente para que no lo escuchara, era como si no quisieran que escuchara su conversación.
-Parece reclusa- susurro mi mamá –se ha ofrecido a ayudarme todo el día.
Y eso fue lo último que pude escuchar, mi mamá puso música y deje de escuchar su conversación, terminé con los tomates y deje los utensilios de cocina para limpiarme las manos en el delantal que llevaba puesto e inmediatamente me lo quité.
-Terminé- dije, dejando el delantal en la barra, justo al lado del estéreo. –Me voy a mi habitación.
Abrí la puerta de la cocina, cuando escuché una voz, pero no cualquier voz, era Danniel hablando a través de un micrófono:
-Uno, dos, tres, probando, probando- era lo que decía el chico a través del micrófono.
Salí rápidamente de la casa, esperando saber las respuestas de semejante escena. Afuera estaba el chico de cabellos dorados con un megáfono, acompañándolo había un grupo de gente que sostenía pancartas, la mayoría desconocidos, seguro amigos de él, había poca gente que reconocía entre ellos Tatiana y el chico del restaurante en el tren y por supuesto Demian y Valeria que iban acompañados por Sebastián.
Me acerque al zaguán y Danniel hizo lo mismo.
-¿Qué haces?- pregunté esbozando una sonrisa.
-Exigiendo la liberación de mi novia.
Me dio un suave beso a través de los barrotes.
-Eres un suicida- dije –no creo que a mi papá le guste esto.
-Las cosas que haces por amor- el chico sonrió.
La puerta que estaba sólo a unos metros de distancia se abrió.
-Pero…- voltee, la expresión en el rostro de mi padre era indescriptible, mi madre estaba igual, Sofía salió de la casa también, parecía no saber que pasaba y se aferro al vestido de mi mamá –¿¡Qué demonios esta pasando!?- gritó mi padre furioso, mientras se acercaba. –¿Qué es este alboroto?- preguntó con el mismo tono de furia, llego a mi lado y miro al chico como si fuera a asesinarlo –¡Lola, a la casa!- exigió.
Seguí sus ordenes, aterrada me fui a la entrada de la casa, justo al lado de mi madre, Danniel también se alejo y se dirigió a una camioneta, estaba abierta por detrás parecía transportar un equipo de sonido.
Las bocinas comenzaron a retumbar, de ellas comenzó a sonar “The man who can’t be moved” de The script.
El chico rubio que parecía no apreciar su vida, tomó su megáfono y comenzó a exclamar su discurso:
 -Exigimos la liberación de Lola Ferro del Valle, que se encuentra encarcelada de forma injusta a causa de un malentendido.
Los vecinos y la gente alrededor se empezaron a juntar, todos preguntándose el porqué del alboroto, en lo que podría ser la muestra de amor más linda –o más vergonzosa, según el punto de vista- de amor de todo el tiempo.
Era sorprendente ver lo influyente que era Danniel, al reunir a tantas personas, amigos suyos, conocidos e incluso amigos míos. No sabía si reír o llorar, así que sólo me quede callada.
-Ese chico no aprecia lo suficiente su vida- soltó mi madre, que estaba igual o más anonadada que yo.
-Lo mismo pensé- dije.
Mi papá sólo miraba con furia aferrado a los barrotes, tal vez si seguía así los derretiría, dio media y vuelta y con voz rabiosa grito:
-Lola, ¿no me estas escuchando?- me cuestionó con furia, sus mejillas se ponían rojas, no sabía si era vergüenza o furia lo que irradiaban –Lucero, ¿no harás nada?
Mi mamá seguía en el trance inducido por tremenda multitud, al escuchar la voz de mi padre regreso en sí, apretó los puños y dijo:
-Sí, voy a hacer algo- soltó a Sofía y fue al zaguán, justo al lado de mi padre, se vieron a los ojos y mi mamá salió de la casa.
-Voy a apoyar a mi hija- fue lo que dijo mi madre y tomó la pancarta que sostenía Danniel. Todos a su alrededor se emocionaron, como si de una súper heroína se tratase.
Sólo esperaba que eso no terminará en una pelea entre mis papás, no quería que mi relación fuera la causa de un divorcio, menos el de mis padres.
Mi padre salió de la casa, a diferencia de lo que creí no fue con mi mamá, fue a hablar con Danniel.
Su charla parecía eso, una charla, aunque podía notar la incomodidad de mi padre, tenía los puños apretados y parecía que estaba listo para lanzar un rayo laser por los ojos, tal vez  a Danniel le gustaba tener los ojos morados. De repente mi padre se desplazaba entre la multitud de gente acompañado de Danniel, el silencio y las miradas curiosas era lo que dominaba el ambiente, el dúo que formaban mi padre y mi novio, se convirtió en trio cuando mi mamá los siguió, cuando llegaron a la entrada se habían convertido en un grupo, pues Valeria, Sebastián y Demian los habían seguido; como por instinto tomé a Sofía de la mano y entramos a la casa, mis padres y su sequito los seguían a paso presuroso.
-Ustedes no- dijo mi padre, con tono severo a mis amigos, a quienes cerro la puerta en sus caras.
-¿Qué pasa?- pregunté.
-A tu cuarto- fue lo único que escuché decir a mi padre.
-Pero…
-A tu cuarto- dijo mi papá, que no me dejo terminar.

-Vamos Lola- mi mamá me tomó del brazo y comenzó a arrastrarme hasta mi habitación –será mejor que nos dejen discutir esto a nosotros solos- seguido de esto, cerró la puerta de la habitación, Sofía y yo nos miramos extrañadas, tal vez la pequeña de siete años no entendía nada, pero en mi cabeza sólo rebotaba la pregunta: ¿Ahora qué?

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En una esquina del cielo, es una novela romántica, que habla sobre Lola, una chica de 14 años, enamorada de Danniel, un joven mayor, ¿sera acaso su verdadero amor?