-¿Entonces
que harás?- Demian se llevo una cucharada de helado a la boca.
-¿Hacerme
bolita?- respondí y me lleve una cucharada de helado a la boca.
Eran las
ocho de la noche de un viernes en vacaciones, algo que para muchos significaba
fiesta, para nosotros sólo quedarnos a charlar hasta tarde.
Me lleve
otra cucharada de helado a la boca, era de mango, mi sabor favorito… bueno uno
de ellos. Me encantaba sentirlo derritiéndose en mi boca.
-Lola-
sonaba impaciente.
-Bueno,
no es como que pueda pedir un deseo y hacer que se aclaren las cosas.
-Podrías
esperar a las once, once- sugirió sarcásticamente –o arrancarte todas las
pestañas y pedir un deseo.
-No soy
Valeria y no tengo ocho años.
No era
por nada, pero Valeria no era muy inteligente a los ocho años, quedo demostrado
luego de un intento desesperado por conseguir una muñeca nueva, se arranco las
pestañas una a una para pedir deseos.
Solté una
carcajada, tan fuerte que casi me atraganto con el helado.
-¿Qué
pasa?- pregunto Demian, mirándome como si fuera una desorientada mental.
-¿No
recuerdas cuando Vale hizo eso?
Demian
esbozo una leve sonrisa.
-Quisiera
tener ocho años de nuevo- comenté –todo era más fácil.
-Cuando
vas creciendo, los problemas y las responsabilidades crecen.
-Que
pesimista sonó eso.
-Pero es
la verdad- se llevo otra cucharada de helado a la boca. –Entonces ¿Qué harás?
-¿Con
qué?
-¿Con
quién saldrás Danniel o Mateo?
-No lo
sé- solté un suspiro –cambiemos de tema.
-Okay.
-¿Cómo
crees que le este yendo a Vale?
-Probablemente
ya la amarraron a una silla- se llevo otra cucharada de helado a la boca –o ya
le creció el himen- ante esto último se tapó la boca con la mano.
Abrí
mucho los ojos, no creía que Demian supiera acerca de la primera vez de
Valeria. Me había sorprendido.
-¿Qué?,
¿tú cómo sabes?
-Cómo,
¿tú también sabes?
-¿A ti
quién te dijo?
-Sebas,
supongo que a ti Valeria.
-Así es.
Ambos
guardamos silencio, estábamos uno al lado del otro, en mi habitación debajo de
la cama, hablando, como hacíamos siempre, sólo que esta vez, Valeria no estaba,
como todas las veces anteriores.
Todo era
silencioso en ese momento, tanto que casi escuchaba la respiración de ambos.
-Hay que
prometer algo- rompí el silencio.
-¿Qué?
-No mencionar
que conocemos el secreto, en frente del otro.
-Claro,
porque sería súper normal llegar y decir “Hola Valeria ya sé que mi primo
destrozo tu himen, ¿qué tal el clima?”.
Le di un
golpe un brazo.
-Eres un
tonto.
-Sólo
estoy siendo lógico.
Ambos
seguimos comiendo helado.
-¿Cómo
por qué le preguntaría a Valeria de su vida sexual?
-No sé-
no sabia como responder. –Tal vez, para la tarea.
-Claro,
tarea en vacaciones, seguro la pregunta sería: “Explica en un ensayo de más de
mil palabras las razones de porque una de tus mejores amigas fue desvirgada por
tu primo”.
Estuve
apunto de contestar, cuando su teléfono celular comenzó a sonar. Saco su
celular y leyó lo que parecía un mensaje.
-Mis padres
me esperan afuera- se levantó y me extendió la mano para que hiciera lo mismo.
–Bueno Lola, me voy- me dio un beso en la mejilla y se fue.
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