-Que
bueno que no comí nada antes de subir.
-Hubieras
terminado como la pobre Ray- agrego Mateo. –¿Ahora que quieres hacer?
-Vamos a
ese- señale un juego.
Una
especie de montaña rusa, que al bajar creaba una ola, terminaríamos empapados.
-¿En
serio?, no se ve muy… seco.
-Vamos
será divertido.
Lo tome
del brazo y lo lleve casi arrastrando hacia aquel juego, por suerte estaba casi
vacío, la fila no era tan larga.
Una
amable señorita, guardo nuestras cosas en un casillero, para evitar que se
mojaran.
La chica,
no muy alta y tampoco muy guapa, con un aparato dental, le guiñaba el ojo a
Mateo y le sonreía, mostrando una sonrisa muy metálica, mi reacción sólo fue
tomarle de la mano.
¿Qué le
pasaba a estas empleadas?... eso sonó feo, pero igual, ¿por qué todas le
coquetean a Mateo?, peor aun ¿por qué me importa?
Eso sólo
dejaba mas en claro que me gustaba, que ese chico de cabello alborotado y
perforación en la oreja izquierda, me tenia loca. Lo peor de todo es que aun
quedaba Danniel… no, él esta con Tatiana.
Recordar
eso, sólo hizo que apretara más fuerte la mano de Mateo.
-Oye,
¿Pasa algo?- pregunto el chico –o sólo quieres romperme la mano porque sí.
-Disculpa,
es que me ponen nerviosa los juegos- mentí.
Obviamente
no, no hay nada que disfrute más que las montañas rusas, sobre todo si tienen
agua.
-No estés
nerviosa- y me dio un beso en la mejilla.
Subimos
al juego, las barras metálicas de seguridad bajaron, para así asegurarnos, de
alguna lesión o una muerte segura.
La
maquina comenzó a avanzar, empezaba con un inicio, lento, cada parte, cada
curva de aquella montaña rusa, aumentaba su velocidad, yo tenia las manos
levantadas, y ambos gritábamos de la emoción.
La
maquina se detuvo, frente nosotros,
estaba una enorme pendiente, la cual terminaba, en nada más y nada menos que
muchos litros de agua.
-¿Estas
lista?- pregunto Mateo. –Porque yo…- no pudo terminar, pues el carrito comenzó
a descender a toda velocidad, en cambio soltó un gran grito.
Finalmente
caímos, mojándonos, llenándonos de agua, no había parte de mi cuerpo que no
estuviera húmeda.
Bajamos
del juego y fuimos por nuestras cosas.
-Muero de
frio- comencé a tiritar.
-Dímelo a
mi.
Lo mire,
el cabello le caía sobre los ojos, me causa ternura y ganas de abrazarlo al
mismo tiempo.
-Mira-
señalo un puesto.
-¿Qué?-
pose mi mirada en aquel puesto. –¿Peluches?
-No lo
que esta al lado.
Lo note,
camisetas, era un puesto de regalos, las camisetas presentaban estampados con
el logo de varios superhéroes.
Nos
acercamos y estaba un joven. ¡Al fin!, alguien que no le coquetearía a Mateo.
El chico era algo alto, no tenia mucho chiste, delgaducho, unos lentes gruesos
y el cabello parado.
-Hola-
saludo Mateo al encargado de aquel puestecito.
-Hola,
¿en qué puedo ayudarte?- pregunto aquel amable joven.
-Claro,
necesito dos camisetas.
El chico
guardo las dos prendas en una bolsa de plástico con el logotipo del parque de
diversiones, Mateo le extendió dos billetes, al parecer le dio el cambio
exacto.
Saco una
de las camisetas de la bolsa, dejo caer la otra, que aun se encontraba dentro
de la bolsa, y en un abrir y cerrar de ojos, se quito la playera que llevaba
puesta, mostrando un abdomen plano, no estaba definido, era mas bien delgado,
pero vaya que se veía bien. Divise mi mirada en aquel vendedor, que no podía
apartar la mirada del cuerpo de Mateo… ¿Qué pasa con esta gente?, ¿por qué
hasta los hombres se fijan en Mateo. Se puso la camiseta que acababa de
comprar, tenia la otra en la mano izquierda y con la derecha me extendió la
otra camiseta, aun en la bolsa.
-¿No te
vas a cambiar?
-Claro,
en frente de todos- tome la bolsa y me dirigí al baño más cercano, pero antes
de alejarme añadí: –por cierto creo que tienes otro admirador- y le señale al
chico del puesto, este le guiño un ojo y yo no pude evitar reírme.
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